EE.UU. solicita al TSJ la extradición de un empresario zuliano

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18 de marzo, 2014 - 4:08 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Foto: Archivo

La Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) ha concedido a Estados Unidos sesenta días para que acuerde la extradición formal y la documentación judicial que argumenta los, aparentemente, delitos cometidos por el supuesto empresario marabino Anibángel Molina Áñez, quien está reclamado por las autoridades norteamericanas, junto a otros dos venezolanos, por su presunta implicación en un fraude que supera los cuatro millones de dólares. La última residencia de Molina Áñez, según el Consejo Nacional Electoral se encuentra en la parroquia Chiquinquirá, en la capital del estado Zulia.

La decisión del TSJ, cuyo ponente ha sido el magistrado Héctor Manuel Coronado Flores, señala que Molina Áñez era buscado por Interpol, con notificación roja, la número A-7709/11-2013, que es la máxima de ese organismo policial, desde el año 2012, fecha en la que, según los informes recibidos por la Fiscalía Superior del Circuito Judicial Penal del estado Zulia, fueron cometidos los delitos por los que se le acusa.

Según el expediente judicial, agentes federales norteamericanos arrestaron el cuatro de septiembre de 2013 a Anibángel Molina Áñez, de 42 años y residente en Nueva York, a Antonino Castro, de 65 años y residente de Hialeah; y a Betsy Aguiar Molina, de 41 años, quien vivía en  Miami.

Paquete de «ofertas»

Los tres fueron acusados de estafar en Estados Unidos a decenas de personas que invirtieron más de cuatro millones de dólares en metales preciosos, petróleo, divisas y cuentas de cheques de alto interés, ninguno de los cuales realmente existía.

En lugar de hacer pagos en dividendos a los inversionistas, como figuraba en los contratos suscritos, los detenidos gastaron gran parte de los fondos en artículos personales, incluyendo la compra de un vehículo SUV, el arrendamiento de un apartamento de cinco dormitorios en Manhattan, así como cenas, boletos de avión y compras en tiendas de departamentos, según con las autoridades federales.

Pirámide «Ponzi»

El caso era una pirámide del tipo «Ponzi», donde el dinero de los inversionistas recientes se utilizaba para cubrir los pagos a inversionistas más antiguos, mientras que los sospechosos se embolsaban el resto, con una parte del dinero destinada a sus gastos personales. Los inversionistas iniciales recibieron pagos periódicos de entre 400 y 500 dólares, pero en octubre de 2013 los pagos dejaron de efectuarse, por lo que se produjeron las primeras denuncias.

Según la Agencia de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI), perteneciente a la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE ) de Estados Unidos, los detenidos se hicieron pasar por directivos de una empresa llamada Bancard Financial Services, que ofrecía inversiones a través de seminarios celebrados en el sur de la Florida.

Según ese organismo,  Molina era el presidente de la compañía, mientras que Aguiar se desempeñaba como gerente de operaciones y Castro como administrador de la oficina. La sede de la empresa estaba en el 1001 de la avenida Brickell Bay Drive, en la suite 1.510. La oficina se ubica en el piso 15 de uno de los muchos rascacielos en el distrito financiero de Brickell, en el centro económico de Miami.

La denuncia penal presentada en la por el HSI dice que el caso comenzó en el 2009, cuando Anibángel y Betsy Molina empezaron a aceptar dinero de los inversionistas.

Cenas, hoteles o compras

Después, el dinero era depositado en por lo menos seis cuentas del banco JP Morgan Chase, dice la denuncia penal. Asimismo, añade que de los cuatro millones de dólares, aproximadamente, 218.000 fueron pagados como dividendos a los inversionistas, pero que un «alto porcentaje» de retiros de cuentas se utilizaron por los acusados para pagar cenas, boletos de avión, facturas de hotel y salidas de compras.

«Por ejemplo», destaca la denuncia, «en diciembre del 2011, Anibángel Molina emitió un cheque de 33.740 dólares de la cuenta de Bancard para comprar un Range Rover Evoque del 2012, cuyo costo total era de 59.741 dólares». Era un regalo para Betsy Molina.

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