Trump tiene una incontenible sed de poder por dominar al mundo

LA INFAMIA

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20 de febrero, 2020 - 2:02 pm
Gastón Guisandes López / [email protected]

LA INFAMIA

Juan Guaidó, en conjunto con tantos otros, ha vendido nuestra Gloriosa Venezuela y, todo, por unos sociales golpecitos en la espalda, por la mano derecha de Trump.

Con inteligencia, la sagacidad desarrollada a lo largo de sus ya    muchos años,  la habilidad para embolatar a tantos, la personalidad que desarrollan los vencedores y la petulancia propia de quienes se ahogan con el  poder, acompañado a estas alturas de su larga vida por no pocas vivencias, Donald Trump, le quiso comprar al traidor venezolano, lo que este, ni nadie, puede vender, ni hoy, ni nunca: Nuestra Patria; Gracias a Dios, la pérdida, en tan teatral obra de payasos, tanto el comprador, como el vendedor, no se percataron que Venezuela, “ni se compra (Donal Trump), ni se vende (Juan Guaidó)”.

Por los momentos no me ocuparé del Presidente de los Estados Unidos de Norte América, y no lo haré, porque en Venezuela se pregona, que los bobos son propiedad del primero que los compra y, a Juan Guaidó, bobo per sé, lo adquirió, en propiedad plena, el avezado y muy competente presidente estadounidense, el cual  gobierna esa poderosa nación, que se extiende del Atlántico al Pacífico y de Alaska al Mar Caribe.

Trump tiene, como todos los  presidentes de tan poderosa nación, una incontenible e insaciable sed de poder por dominar al mundo y, a fin de cuentas, sus compatriotas esperan que lo haga pues para eso lo eligen y le pagan: Para que les conquiste la mayor gloria, que debe generar: poder económico, poder militar, poder político, poder científico, poder cultural y poder social.

Como si fuera poco, poseen las armas que  usan, no solo para intimidar a sus adversarios y enemigos, sino para mancillar el honor de los pueblos de bien y a costa de cientos o miles de miles de muertos: El poder del dinero les permite comprar el silencio de los muertos que van sembrando en tantos lugares del mundo, ante el silencio de los gobiernos que limitan su hacer a la declaración verbal a la cual, nadie hoy día, presta atención, porque todos sabemos que cuanto se dice queda enterrado junto con los cuerpos de los que  mueren en combate.

De quien me ocuparé es de Juan Guaidó, un personajillo que carece de principios, no tiene convicciones y se revuelca en el barro que aprovechan los farsantes para ganar privilegios y beneficios, a cambio de lo que sea, incluido el amor por la tierra que lo vio nacer.

¡Pobre hombrecillo!, y cuantos lo acompañan, pidiendo todos a gritos que EE.UU use su fantástica fuerza militar y su poder económico, para apoderarse del gobierno de Venezuela, pagándonos, con semejante traición, la entrega de nuestra soberanía y también, junto con ella, cuanto representan los intereses políticos, económicos, culturales e históricos de nuestra Patria, que tanto nos costó consagrarla.

El pueblo estadounidense, después de dominarnos con sus tropas profesionales, que cobran por ir a la guerra, no pondrán el reverso y Venezuela quedará confiscada o, en el mejor de los casos, hipotecada, pagando con semejante tesoro cuanto nos obligarán a  cancelar por la traición de los judas venezolanos, esos que maldicen no haber nacido en la tierra que desarrollaron los colonizadores ingleses, llegados de Inglaterra, al Nuevo Continente, a partir del año 1601.

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