Venezuela y Colombia: ¿Sociedades similares o divergentes?

20 de octubre, 2013 - 1:57 pm
Redacción Diario Qué Pasa

A raíz del fenómeno del «bachaqueo» y el contrabando de extracción de productos de la cesta básica de los venezolanos, sujetos o no a regulación, así como de la gasolina, gasoil y lubricantes, algunos correos electrónicos nos han llegado solicitando explicaciones variadas; una de ellas sobre cuál de las monedas, el  peso colombiano o el bolívar venezolano tiene mayor poder adquisitivo, y las razones por las cuales el mercado (contrabandista) de Colombia se afana por los productos venezolanos. Aunque, en términos de intercambio, la balanza comercial entre los dos países favorece a los neogranadinos. Es que en el ámbito de la producción agroindustrial, manufactura de los productos agrícolas y pecuarios, el producto colombiano supera al venezolano.

La determinación del poder adquisitivo de una y otra moneda es un ejercicio de cálculo monetario no fácil de explicar para quienes no estén familiarizados con la terminología de esta área de la economía. Con algún recurso pedagógico intentaremos una explicación más doméstica.

Para determinar la paridad cambiaria hay que acudir a un patrón de valor de referencia; desde que el oro dejó de serlo, este patrón es, desde hace 80 años en los países latinoamericanos, el dólar y, a través de este, la paridad con otras monedas. A lo largo del siglo XX y los años transcurridos del XXI se han asomado diferentes explicaciones para establecer la paridad cambiaria, siendo la teoría de los poderes adquisitivos comparados una de ellas, que por varias razones se considera insatisfactoria.

El fundamento de las explicaciones de la paridad de la moneda consiste en la comparación entre los poderes adquisitivos de las  monedas en sus propios mercados internos. Veámoslo, en todo caso, con un ejemplo hipotético sencillo: si la moneda de Colombia (A) en su mercado puede adquirir una cesta determinada de bienes y servicios equivalentes a 100 unidades monetarias y la moneda de Venezuela (B) lo puede hacer con un equivalente de 50, la relación es de 100 a 50 o de 2 a 1; es decir, una unidad monetaria de Colombia (A) equivale a 0,50 unidades monetarias de Venezuela (B). De manera que al variar el poder adquisitivo de la moneda venezolana, sin modificaciones en el poder adquisitivo de la moneda colombiana, la relación de cambio A/B varía, o lo que es lo mismo, el tipo de cambio debe ajustarse.

Supongamos que en Colombia el poder adquisitivo de su moneda haya aumentado a 5 para la cesta de referencia, y que en Venezuela siga siendo 5; en este caso, la paridad cambiaria sería 1:1, lo que significa una apreciación de la moneda de A, o una depreciación relativa (a efectos comparativos puramente) de la moneda de B.

Acudiendo al patrón dólar, observaremos que se necesitan más dólares en Colombia ($1= 1.890 pesos) que en Venezuela, ($1= 6,30 Bs.) al cambio oficial, para adquirir esa hipotética canasta básica, con todo y la reciente apreciación del peso colombiano.

Pero ojo, las cosas no son tan simples, ya que, en primer lugar, hay que comparar la cesta referencial, cuyo contenido real tiene que ser idéntico en los dos países comparados. Este supuesto es poco sostenible, pues en cada país el patrón de consumo tiene sus propias particularidades. Para hacer la cesta enteramente representativa y comparable, habría que simplificarla hasta el punto de que figuraran muy pocos productos no diferenciados; así quedaría fuera de la cesta una variedad más o menos amplia de bienes y servicios de consumo general que pueden ser diferentes. Digamos que tales productos son: arroz, leche, café, aceite comestible, azúcar, huevos, caraotas, frijoles, papas, tomates, cebolla, plátano, cambur, yuca, gasolina, energía eléctrica, transporte colectivo intraurbano, aseo domiciliario, matrícula escolar, libros, cuadernos, lápices, jabón de baño y de lavar, champú, pasta dental y desodorante, hasta hacer una cesta común digamos de 50 productos entre bienes y servicios.

El contrabando de extracción de Venezuela hacia Colombia de una variedad muy amplia de bienes, como los señalados en este párrafo, son demostrativos de que el poder adquisitivo del bolívar está muy por encima del peso colombiano. Claro, una economía como la venezolana respaldada en casi un 50% de sus ingresos por la venta del petróleo, no puede ni debe compararse con una economía como la colombiana, donde proporciones muy importantes de sus ingresos provienen de las remesas de sus hijos repatriados, del contrabando, del narcotráfico, aunque también de una industria petrolera en crecimiento y una producción agropecuaria que le dan una relativa sostenibilidad endógena.

Acudiendo al patrón dólar, observaremos que se necesitan más dólares en Colombia ($1= 1.890 pesos) que en Venezuela, ($1= 6,30 Bs.) al cambio oficial, para adquirir esa hipotética canasta básica. Claro, en Venezuela existe una política de subsidios en muchos renglones que no se da en el hermano país y la tasa de cambio indica, claramente, un sobreprecio del bolívar. La ventaja comparativa del bolívar venezolano es evidente. Someras investigaciones nos han permitido unas aproximaciones: así, mientras en Colombia se necesitan, al cambio oficial US $100 para adquirir esa hipotética canasta, en Venezuela se necesitan solo unos US $70 al cambio actual de 6,30.

Hay que considerar, además, que las dimensiones de los mercados de los países comparados son muy diferentes, así como los ingresos por habitante, en una escala que puede ser bastante extensa. Colombia tiene una población de 47 millones de habitantes por 30 millones de venezolanos.

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