El libreto imperialista de saboteo en el uso de las divisas para la importación de bienes esenciales para vida, y la consecuente aplicación del mecanismo de la corrupción, adoptada como costumbre por una gran parte de la población, ha generado una ola inflacionaria y una especulación demencial, que todavía no ha acabado con Venezuela, pero lo ha convertido en otro país para la clase obrera y trabajadora. Sin embargo, el pueblo trabajador sigue teniendo capacidad de compra, producto de que a lo largo de estos 14 años de Gobierno se implantara una política, impulsada por Chávez, de creación de nuevos puestos de empleo, el aumento y sostenimiento de precio del barril de petróleo.
La situación nacional venezolana configura acaso un cuadro de resignación o de adormecimiento de su clase obrera y trabajadora para rechazar, con argumento y con firmeza revolucionaria, la condición privada de la banca, que en estos últimos 14 años ha realizado sus mejores negocios, en los anales de su explotación financiera. No hay una reacción del pueblo trabajador en contra de la inflación que por mandato del imperialismo dirige para Venezuela, el narcotraficante N° 82, Álvaro Uribe Vélez; no hay un despertar de las masas para impugnar y prohibir, con la fuerza moral del bravo pueblo venezolano, la repugnante especulación, cada día más creciente, que nos empobrece sistemáticamente a todos los que tenemos que vender nuestra fuerza de trabajo para sobrevivir.
En esta ola demencial de la especulación, se difiere la discusión de las contrataciones colectivas, se analiza con lupa cualquier aumento de los salarios, que la acción especulativa devalúa todos los días. Pero esa misma rigurosidad, para reconocer el necesario incremento del valor del salario, no se aplica en la autorización frecuente de los aumentos de los productos que distribuye y comercia la burguesía. Por ejemplo al señor Mendoza, en su prepotencia de miembro destacado del sujeto histórico de la burguesía venezolana, ha sido autorizado por el Gobierno nacional para aumentar varias veces los precios de los productos de la cesta básica que este explotador cínico y cretino maneja a través de su empresa Industrias Polar. El Gobierno nacional sigue otorgándole cerca del 60% de nuestras divisas a sectores de la burguesía vieja, y a la de nuevo cuño.
La discusión de estos temas fundamentales, no solamente para el buen futuro de la Revolución Bolivariana, encabezada e impulsada por Chávez, sino para la calidad de vida y el desarrollo humano de la Venezuela toda, no ha comenzado en el seno del pueblo trabajador venezolano, que parece resignado a que la burguesía le robe las posibilidades de liquidar la prehistoria privada capitalista y poder avanzar en la construcción de la historia social de transición.
La clase obrera y trabajadora venezolana parece estar resignada a que la burguesía, su enemiga de clase, le otorgue eternamente un papel de cachifa como dicen los filisteos, en la prehistoria privada capitalista. Parece sufrir el pueblo trabajador, un adormecimiento para impugnar las acciones directas de la burguesía para empobrecerlo, y quitarle su capacidad de lucha. En estas circunstancias, el proletariado venezolano no tiene otro camino que iniciar una lucha para la toma del poder; es decir para cumplir con su papel de único sujeto histórico de la edificación de la transición socialista, verdaderamente científica.
Con el Bloque Popular Revolucionario avanzamos hacia la toma del poder.
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