¿Cómo descubrir y estimular el Punto G?

Cada mujer es diferente anatómicamente y esto puede facilitar o complicar encontrar el Punto G

Mucho se habla del Punto G, o punto de Gräfemberg, por ser la zona con más estimulación erógena de la mujer. Su correcta estimulación puede llevar directamente a la mujer hacia el orgasmo y aumentar el placer durante las relaciones. Este, se localiza en el interior de la vagina, en la plataforma orgásmica, y es una zona de textura rigurosa que se suele engrosar cuando la mujer se excita, facilitando su localización y estimulación.

Cada mujer es diferente anatómicamente y esto puede facilitar o complicar encontrar el Punto G. Para aquellas que tienen unos cuantos centímetros dentro de su vagina, en la parte superior, que se hincha cuando se oprime y se acaricia, puede ser fácil encontrarlo. En cambio, otras pueden tener más dificultades a la hora de localizarlo, y al acariciarlo pueden sentir deseos de orinar. También hay casos de mujeres que no logran saber dónde está su Punto G y creen que su presencia es solo un mito.

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Los expertos en ginecología aseguran que es importante identificarlo, y esto es gracias a la autoexploración a través de la masturbación. Muchas mujeres acuden a ecografías o disecciones de la anatomía vaginal para afirmar su presencia. Estimular el Punto G puede que te guste, o sientas incomodidad o sensación de dolor. En todos los casos no te asustes, es normal.

Lo recomendable es activarse de manera erótica, jugando con las fantasías, los besos, y caricias, además de estimular el clítoris. Lo ideal es lograr una mayor percepción de los genitales, teniendo relaciones sexuales con mayor frecuencia y logrando una valoración saludable de su función sexual. Muchas mujeres están dispuestas a incluir juguetes sexuales para encender la pasión.

Para estimular el Punto G con mayor precisión, la posición corporal más adecuada es acostarse boca arriba con las piernas abiertas. Al introducir tus dedos en la vagina, en diferentes posturas, la sensibilidad de la zona incrementa de manera sorprendente, facilitando su detección. Si una pose no funciona, es recomendable hacer un cambio y probar con otra. El secreto está en mover y presionar los dedos hacia el ombligo, de manera rítmica y enérgica, en dirección al hueso púbico.