Morirse también está por las nubes

Para enfrentarse a la muerte se necesita resignación y mucho dinero

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28 de diciembre, 2016 - 10:22 am
Andrea Gómez / [email protected]

El venezolano no solo tiene que resolver la vida diaria, también debe sobrellevar la muerte porque hoy, morirse es casi tan costoso como vivir

Foto: Wilmer Cubillán

No importa cuán pequeño era quien acaba de partir. Hasta para velar a un niño se necesita dejar un riñón en la casa de empeños. Y es que la muerte no es solo el sentimiento al conocer la noticia.

Esto es más que un adiós. La muerte es más que un nostálgico reencuentro familiar al momento del velorio. Más que un eterno pensar y un dolor que el tiempo no cura. Pero, lo más duro, es darle vida a la frase: ¿cómo haré para pagar?

No tener para darle cristiana sepultura a quien ya no está en cuerpo presente, es una dura tarea a la que más de uno debe enfrentarse. Muchos dolientes hacen maromas para resolver lo que les toca; otros prefieren la cremación porque se ahorran el alto costo de la fosa y de todo lo que implican los exequiales.

Ante tantas dificultades de ese fatídico adiós, muchos han optado por mandar a hacer los cajones en madera u otro material, porque sale más barata la mano de obra del carpintero que comprar un cofre o urna convencional.

Morirse cuesta

Marianela Ibánez, propietaria de Exequiales San Martín de Tours, contó que «cada vez está más duro el negocio de las funerarias. Primero por la situación con la falta de materiales, y segundo, porque la gente no tiene lo que cuesta pagar un sepelio».

Allí, un velorio sale en Bs. 220 mil (y este es el monto mínimo que estipula la Cámara de Empresas Funerarias), más los 70 mil que cobran las capillas velatorias por día. Este servicio incluye el ataúd, una cruz de flores naturales, la preservación del cadáver si es por causa natural, carroza para el sepelio y ornamentación cuando es en residencia. Y si la familia necesita un día más porque un ser querido viene de lejos y lo quieren esperar, el costo adicional es de Bs. 50 mil, más de lo que cuesta la noche en una habitación individual del Hotel Kristoff, que sale en Bs. 46.100 y requiere muchísimo más gasto de mantenimiento que una capilla velatoria.

Ibánez explica que donde funciona su negocio es muy difícil la situación, pues es una zona populosa en la que habitan personas de muy bajos recursos, que, a menudo suelen pedirle ayuda para no recurrir al cartón.

«Hace años, cuando mi papá comenzó en este negocio era normal que él llevara café, té y hasta galletas. Incluso, si alguna chica le gustaba, se animaba y llevaba un reca´o de olla para que hicieran sancocho, ¡era un pícaro! El caso es que ahora a duras penas llevamos sillas y prestamos los servicios de vehículos para el traslado del féretro al cementerio. He pensado en cerrar, pero ha sido una dinastía que quiero seguir sacando adelante».

En esta funeraria un ataúd para adultos tiene un costo individual de 128.500 bolívares y uno de niños cuesta entre Bs. 18 mil y Bs. 25 mil, sin servicios exsequiales, solo el cajón.

Sin embargo, Marianela cuenta que cuando dice: «Son tanto» la gente corre despavorida, y ninguno pasa los 300 mil bolívares.

La zona norte cuesta

En Abadía de las Mercedes, lo de «precios solidarios» pasó por debajo de la mesa. Aquí los ataúdes están clasificados por modelo y material, y un acto de sepelio alcanza los 800 mil bolívares (ochocientos millones de los viejos) ¿Qué tal?

Para pagar un velorio en esta funeraria, usted debe desprenderse de 492.037 bolívares, lo que significan 18.5 sueldos mínimos actuales, que está en Bs. 27.092,10 siempre y cuando usted escoja una urna de metal.

Si quiere un cofre americano, de madera, el sepelio le saldrá en 710 mil 956 bolívares, (26.7 sueldos mínimos).

Pero si usted quiere meter su muerto en algo más significativo, como un cofre de La Dolorosa, debe desembolsillar Bs. 720.364… más de 27 sueldos mínimos ¡qué bárbaros!

Esto significa, que aunque usted no esté preparado para morir, debe guardar el sueldo de 27 meses sin comer ni gastar más nada, para que cuando emprenda su viaje sin retorno, le evite a su familia el «corre, corre» de buscar ese realero.

Esto para los pelos

Lucas 18:16. Jesús, llamándolos a su lado, dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios», pero nadie le dice a la familia de estos angelitos cómo hacer para pagar su último adiós y no tener que despedirlos en cajas de cartón.

Muchos recurren a estos materiales reciclables. Otros, salen a las calles a pedir para dar cristiana sepultura y no quedar con el cargo de conciencia más grande que el luto.
En Abadía, para sepultar a un infante que medía 60 centímetros, debe disponer de Bs.176.456.

Si el niño medía 80 centímetros, no crea que el pago será igual de pequeñito, pues necesitará 190.456 bolívares.

Si medía un metro, 209.709 bolívares serán suficientes para costear este doloroso evento, y por último, si el pequeño medía hasta 1,20 metros, el total de su factura será de 238.616.
¡No se infarte, que estos precios están vigentes solo por el mes de diciembre!

Muerte en internet

La crueldad infestó las redes. En Mercado Libre se consiguen desde coronas fúnebres hasta fosas en venta e incluso urnas. Hay una publicación que ofrece para venta una parcela fúnebre ubicada en estado Vargas, por Bs. 500 mil.

También, una urna sencilla, elaborada en madera la venden desde Bs. 135 mil hasta 260 mil ¿quién controla eso? ¡Sabrá Dios! Lo cierto es que clientes tienen, porque en algunos estados como Portuguesa, Barinas y Guárico han hecho público no hay en qué sepultar a los muertos.

Entonces dejaremos esta interrogante al aire: ¿Qué cuesta más, morirse o vivir?

Un caos sin dolientes

SUC - 201216 - CEMENTERIO CORAZON DE JESUS - W CUBILLÁN (2)Los cementerios de la ciudad son un calvario, los pocos dolientes que quedan no pueden ir a visitar el lugar por temor a salir de allí sin dinero, sin cartera o incluso, sin vida. La delincuencia azota con todas sus fuerzas al cementerio Corazón de Jesús —por ejemplo—.

En este camposanto los «fieles difuntos» lo que menos han recibido es amor. Tampoco tienen Gobierno que les pase una palita por los costados para por lo menos leerles las lápidas (las que aún no han visto los choros).

Lo último, es que ante esta cruda falta de ataúdes y la rudeza de sus precios, en los cementerios de Maracaibo reinan las profanaciones.

La moda es exhumar los cuerpos, meter la osamenta o lo que quede de ellos en bolsas y robarse los ataúdes aunque estén oxidados. ¿Parece una película de terror, verdad? Pero es real y quien quiera puede ir a ver los cuerpos apilados. Algunos ya negros casi a punto de explotar, con moscas sobrevolándolos. Si va hasta allá tenga cuidado, porque puede morir en el intento debido a la fetidez con la que hasta «el más pinta´o» vomita.

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