Ninguna autoridad les ha tendido la mano

Indígenas yukpas sobreviven al hambre y enfermedades a la vista de todos

yukpas
4 de marzo, 2021 - 4:43 pm
Redacción Qué Pasa / Juan Herrera Lobo

En el lugar habitan unas 300 personas entre adultos, jóvenes, ancianos y niños

Maracaibo- En la Autopista 1 con la Circunvalación 2, en los límites entre Maracaibo y San Francisco, a la vista de todos; pero sin ser visto por los gobernantes, está un asentamiento indígena de la etnia Yukpa, el cual ya tiene cinco años establecido en el lugar, obligados a salir de sus ancestrales territorios por las guerrilla, el hampa y la falta de vías para sacar sus cosechas.

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Según cuenta uno de los habitantes del lugar, Javier Romero, en el lugar habitan unas 300 personas entre adultos, jóvenes, ancianos y niños. Manifestó Romero que en el lugar hay mujeres y niños con problemas de desnutrición y enfermedades de diversas índole como sarna, herpes, diarreas, erupciones en la piel, parásitos y hambre.

El hombre quien padece una hernia testicular desde hace varios años, denunció que ningún gobernante ni autoridad se ha acercado para ofrecerles ayuda o atención mínima.

«Nos las arreglamos como podemos, nadie nos ha ayudado, comemos con lo que pedimos», aclaró el hombre. Quien añadió que se vieron obligados a salir de la Sierra de Perijá porque «Allá nos estábamos muriendo de hambre, las carreteras malas y no hay cosecha», dijo Romero.

«Comemos yuca con sal, y a veces arroz sólo», los niños están pasando hambre y nadie ayuda», manifestó una de las mujeres del asentamiento quien no quiso identificarse por temor, según manifestó. «Los niños no tienen medicamentos y comen sólo arroz, nadie se acuerda de nosotros».

Diputados indígenas

A pesar de haber en ambos municipios concejales indígenas revolucionarios, ninguno se ha abocado a solventar la terrible situación por la cual está pasando este grupo de personas. Tampoco los diputados regionales, ni nacionales se han preocupado de ayudar a su hermanos de etnia, ni siquiera por ser mandato constitucional, según manifestaron los indígenas.

«Nosotros vivimos aquí día y noche, con lluvia y sol» dijo la mujer mientras raspaba el poco arroz de una vieja paila colocada en el suelo donde varias mujeres sacaban su porción. En el lugar hay unas 20 casuchas donde se apiñan varias personas, con apenas un techo de cartón y paredes de lata.

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