Relanzamiento del eje Moscú-Pekín-Teherán- Asia-Pacífico

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23 de febrero, 2014 - 3:56 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Favorecido por los altos precios del petróleo y del gas, por sus números económicos, y con su renovado y modernísimo sistema de armamento nuclear y convencional, el gobierno de Vladimir Putin desafía la hegemonía imperial anglo-estadounidense en relación con: Asia, Irán, Medio Oriente. Y se atreven a incursionar en América Latina, que ya no es el patio trasero del imperio.

China, por su parte, ha venido creciendo a un promedio de un 9% interanual. Sus productos y servicios aumentan rápidamente en calidad y valor. En cambio, EE.UU. y Europa llevan revolcándose en un crecimiento 0% desde 2007 a 2013. El innovador establishment tecnocientífico chino, asimila rutinariamente los inventos más recientes mejorándolos, rebajando por lógica los costos de producción. Ha sustituido al FMI, al BM, y al BDI (controlados por EE.UU.), como principal acreedor en Latinoamérica. Continúa a la cabeza como primordial inversor minero y energético de África, y ha sustituido a la Unión Europea como principal mercado para el crudo iraní, sudanés, saudí, y pronto sustituirá a USA como principal mercado para los productos petrolíferos venezolanos.

China es el mayor exportador y fabricante de manufacturas del mundo, dominando incluso el mercado de EE.UU., mientras juega el papel de salvavidas financiero de Washington al poseer alrededor de 1.300 billones de dólares en bonos del Tesoro.

En el marco de la continuada «crisis de los escudos antimisiles» con EE.UU. en Europa, y en medio de un recrudecimiento de cierta «guerra fría», la Rusia de Putin puso su bandera debajo del Polo Norte, ensayó armamento de última generación, en paralelo a los movimientos de sus bombarderos nucleares en el Pacífico misilístico que anulará las pretensiones de EE.UU. de sobrevivir a un primer ataque nuclear. ¡Disuación! Con mayúscula.

Las reservas de Rusia en oro y divisas superan los 550 mil millones de dólares, más de 4 veces el mínimo necesario para mantener la estabilidad del sistema financiero del país.

Orden multipolar

En un escenario de creciente poderío económico, con el crudo y el gas como poder estratégico, Rusia ratificó su voluntad de restablecer el orden multipolar en las relaciones internacionales con la continuación del patrullaje permanente de su aviación estratégica y de su armada sobre regiones alejadas del planeta (tuvo un intervalo de 15 años), y llegó hasta el mediterráneo con su flota nuclear.

Como respuesta a lo que considera «amenaza directa» a su territorio por parte de USA, el líder ruso suspendió por decreto la aplicación del tratado de Fuerzas y Armas Convencionales en Europa (Face), considerado la piedra angular de la seguridad en el continente. Y ha criticado duramente la «carrera armamentista» norteamericana (que según Putin, busca afianzar la hegemonía imperial de EE.UU.). Desde entonces, analistas de la prensa anglosionista vienen acentuando una escalada de «demostraciones de fuerza militar» por parte de Moscú que —según ellos— arroja combustible y más tensiones a la «guerra fría» entre Rusia-China y EE.UU.

En este escenario de «guerra latente» (inducida por una aceitada estrategia mediática de disuasión militar) Rusia puso en funcionamiento un sistema defensivo aeroespacial sin parangón en el mundo, el S400, capaz de derribar simultáneamente 12 objetivos aéreos de cualquier tipo desde una altura de 10 metros hasta los 30 kilómetros.

Alianza estratégica en Asia Central

Repitiendo ejercicios militares conjuntos, en el marco de la Organización Cooperación de Shanghai (OCS), Moscú y Beijing, reafirmaron su alianza estratégica en Asia central. Participan además: Kadsajstán, Türkmenistán, Kirghizia, Uzbekistán y Tadyikistán. Con observadores destacados de Adserbaidyán, Ucrania, Bielorrusia y Mongolia. Pareciera una llamativa «reconstrucción» de la Unión Soviética.

La invitación a Irán a realizar ejercicios conjuntos es el otro ingrediente estratégico que preocupa y desvela a los estrategas de Washington, y al Pentágono que ya hablan abiertamente de la «resovietización» de Rusia con una proyección que tiene un eje que comienza en China y termina en Irán y Medio Oriente. Además la iniciativa de Irán de llevar sus buques al Atlantico es un claro desafío a la hegemonía de EE.UU. que, por el momento, tiene que morir callado.

El Medio Oriente como un preludio u obertura

La reciente derrota de los guerreristas en Siria y el bondadoso salvavidas que le lanzó Putin a Obama (que iba derechito a una catástrofe en Damasco), fue como un símbolo del poder estratégico-diplomático de Moscú, aderezado con el derribo de dos misiles lanzados desde Rota una base española de EE.UU., contra Siria. Esta señal le indicó al Pentágono que Putin está tomando muy en serio su papel en el Medio Oriente, con una aliado clave. De allí las conversaciones de Ginebra.

La paz en Siria pasa por Moscú y Beijing. Algo impensado hace tres años atrás. La debilidad económica de Europa y de EE.UU., mas el respaldo popular de Bashar Al-Assad han hecho el resto.

El poder del gas y la asociación Rusia-Irán-China

Según analistas occidentales, Vladimir Putin «resovietiza» sectores claves de la economía y emplea a la estatal Gazprom como ariete para presionar a Europa occidental y a Turquía. Para estos analistas, la asociación estratégica Rusia-China-Irán y el «efecto musulmán» son las dos cartas fundamentales que los halcones estadounidenses e israelíes deberán evaluar antes de lanzarse contra las infraestructuras nucleares de Teherán. Irán acaba de dominar a la opinión pública, con su diplomacia, en los acuerdos (5+1), y Washington solo accede a responder con un discurso lleno de eufemismos.

La posición de «despecho» de Arabia saudí, enfrentando a EE.UU. y acicateando a Israel para atacar a Irán, es solo retórica. Riad sabe que en la primera hora de cualquier ataque a Teherán, arderán las refinerías y puertos petroleros sauditas. El discurso va dirigido más al Congreso de EE.UU. que al país persa. Pidiendo a grito que lo alejen de la furia de Putin por los atentados terroristas de Volgogrado.

Según sugieren los analistas, la demostración del poderío militar ruso está destinado a que los estrategas y generales del Pentágono lo «piensen dos veces» antes de atacar a Irán o a un aliado, ya estratégico, como Siria.
Rusia y China han sido muy cuidadosas en no indisponer a EE.UU., ya que a ninguno le conviene una confrontación cuando la paz les otorga lo que les quitaría la guerra. Sin embargo, su asociación estratégica puede ayudar a congelar cualquier intento de aislar o contener a China o a Rusia.

La alianza de USA con Japón contra China

Aquí hay que comparar la belicosa «alianza entre EU y Japón» que ha dañado las relaciones con China, a diferencia de la asociación estratégica «flexible», más defensiva que ofensiva de China con Rusia, que ha adoptado un giro histórico con una nueva política en el Lejano Oriente.

Para entender la coyuntura presente es necesario operar de dos maneras: leer al revés la prensa anglosajona, la más desinformadora del planeta, y enterarse de lo que piensan los principales afectados, colocados siempre en forma pueril contra el «imperio del mal» (Rusia) y contra el «eje del mal» (Siria, Irán, Norcorea) —a quienes se busca derrocar, invadir, bombardear o aniquilar—, como si el quinteto Obama-Cameron-Hollande-Netanyahu-Erdogan encarnaran el «monopolio inma del bien».

Tratar de alinear a Europa contra Rusia ¿Una quimera?

Los anglosajones, derrotados en Irak, Afganistán, y ahora en Siria, recibieron otra paliza geopolítica en Asia Central, por lo que intentan compensar sus descalabros mediante la recaptura de Europa y la colocación en sus entrañas, en la periferia inmediata de Rusia, del «nuevo caballo de Troya» de la posmodernidad: el sistema misilístico antibalístico que ha retornado al planeta a una nueva guerra fría.

Constituye una tragedia geopolítica que Polonia, y la República Checa, tengan la malísima suerte de contar con dos gobiernos irresponsables, de aptitud suicida, que no aprendieron nada de su historia reciente y que sirven de carne de cañón a los unilateralistas anglosajones.

Corolario

La restauración del equilibrio estratégico entre Rusia y Estados Unidos permanece desconocida porque a los multimedia anglosionistas no les interesa publicarla. Por el momento, una «consecuencia conocida» es que China prefirió el RS-24 y el misil Iskander de Rusia al vetusto Minuteman III y a la fantasiosa guerra de las galaxias.

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