En Latinoamérica, 8,2 millones de menores entre los 5 y los 17 años trabajan

Niñas trabajadoras domésticas: una realidad invisible en Latinoamérica

DITDH 01
29 de julio, 2022 - 1:56 pm
Agencias

Investigadores y organismos como ONU Mujeres han concluido que esa sobrecarga de labores domésticas y asignación de tareas de cuidado de familiares o de otras personas comienzan en la primera infancia y aumentan cuando las niñas llegan a la adolescencia

 

Disfrutar la infancia o terminar los estudios siguen siendo asuntos irrealizables para millones de niñas en Latinoamérica. Muchas de ellas, tanto de ciudades como de áreas rurales, deben asumir prematuramente el rol de adulto en su propio hogar o ir a otra casa como trabajadoras domésticas, una realidad «tan evidente como invisible» en la región.

«Ser trabajadora doméstica siendo niña es muy duro. Yo estaba con la escoba en la mano y lloraba, lavaba los trastes y lloraba. Lloraba en todo momento porque extrañaba mi pueblo, mi familia, mis hermanas», dice a Efe Reinalda Chaverra, originaria de Tutunendo, en el departamento del Chocó, el más empobrecido de Colombia y uno de los más afectados por el conflicto armado, al recordar que a los 12 años fue enviada por su madre a otra ciudad para cuidar a los hijos de un familiar.

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El caso de Reinalda es uno de muchos en Latinoamérica, donde, según ONU Mujeres, el trabajo doméstico es una de las dimensiones menos reconocidas de la contribución femenina al desarrollo y a la supervivencia de los hogares, la economía y la sociedad.

Estimaciones de 2020 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) apuntan a que unos 160 millones de menores en todo el mundo – entre ellos 63 millones de niñas- realizan trabajo infantil, de los cuales 7,1 millones se encargan de labores domésticas.

En Latinoamérica, 8,2 millones de menores entre los 5 y los 17 años trabajan y, aunque se sabe que las niñas y adolescentes mujeres son las que realizan en mayor proporción tareas del hogar y de cuidados, remunerados o no, las cifras brillan por su ausencia.

«Es un tema tan evidente como invisible en la región: sabemos que existe, pero no conocemos la realidad, no sabemos lo que sucede, cómo funciona en los países», señala María Kathia Romero Cano, experta de la Secretaría Técnica de la Iniciativa Regional América Latina y el Caribe Libre de Trabajo Infantil, al explicar que las naciones de la región carecen de estadísticas o estas están desactualizadas.

«La vida me robó las oportunidades»

Desde los 9 años de edad, antes de ser llevada a trabajar a una casa lejos de su hogar, Reinalda se encargaba del cuidado de sus 4 hermanos y de labores domésticas en su natal Tutunendo, un caserío en el oeste de Colombia enmarcado por una abundante selva y ríos cristalinos.

«Lo que más recuerdo de esa etapa es que la vida me negó, me quitó, me robó la oportunidad de estudiar. Esa era mi meta, lo que yo anhelaba era estar ahí, aprendiendo como otros niños, con sus uniformes bien bonitos, pero mi mamá me decía que si yo estudiaba quién iba a cuidar a mis hermanitos», rememora.

Esta experiencia la comparte con Marciana Santander, una paraguaya que desde los 7 años se quedaba al cuidado de sus hermanos mientras su mamá iba a trabajar y quien poco a poco fue asumiendo más y más tareas en la parcela de la familia, ubicada en La Colmena, al sureste de Asunción.

«A los 11 años ya trabajaba en nuestra granja y en una ajena para ganar una plata para ayudar porque ya éramos 12 hermanitos. Casi no podía estudiar, ni pude terminar la primaria», relata Santander, actual secretaria general del Sindicato de Trabajadoras del Servicio Doméstico de Paraguay.

Investigadores y organismos como ONU Mujeres han concluido que esa sobrecarga de labores domésticas y asignación de tareas de cuidado de familiares o de otras personas comienzan en la primera infancia y aumentan cuando las niñas llegan a la adolescencia.

Cifras de la ONU confirman, por ejemplo, que las niñas entre 5 y 9 años gastan 30% más de su tiempo ayudando en la casa que los niños de la misma edad, un porcentaje que asciende a 50% cuando tienen entre 10 y 14 años.

Dependiendo del país, entre las tareas más comunes asignadas a las niñas están cocinar o limpiar la casa, ir a buscar agua o leña, lavar ropa y cuidar otros niños.

«Vivimos en una cultura que reproduce esos patrones de género que se asignan a las mujeres y a las niñas desde el nacimiento: un rol particular en la familia y en la sociedad y es el rol de los cuidados (…) Se espera que las niñas se queden en la casa a cuidar de los hermanitos, a cuidar de la casa, a hacer las tareas domésticas, especialmente si la mamá tiene que salir a trabajar», explica Denise Stuckenbruck, asesora regional de Género de Unicef para América Latina y el Caribe.

Esto, advierte Stuckenbruck, tiene un impacto muy profundo ya que las niñas ven reducido el acceso a la recreación, al juego y a la educación.

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