Imágenes divulgadas por la presidencia muestran varios impactos de bala en la cola y la hélice principal

El gobierno colombiano ofrece recompensa millonaria por información sobre ataque a helicóptero del presidente

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28 de junio, 2021 - 10:26 pm
Agencias

El gobierno responsabilizó del ataque al ELN, última guerrilla reconocida en el país, pero señaló que también pueden estar involucradas disidencias que se marginaron del pacto de paz firmado en 2016 con las FARC

El gobierno colombiano ofreció unos 795.000 dólares de recompensa por información que lleve a la captura de los responsables del ataque al helicóptero en el que viajaba el presidente Iván Duque ocurrido la víspera cerca de la frontera con Venezuela.

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El director general de la policía, el general Jorge Vargas, precisó que los disparos se dieron desde un barrio de ciudad de Cúcuta, en el departamento de Norte de Santander, cercano al aeropuerto de donde despegó la aeronave presidencial.

Duque viajaba junto a sus ministros de Defensa y de Interior así como con el gobernador de Norte de Santander a bordo del helicóptero que salió de Sardinata con rumbo a Cúcuta.

“La zona de frontera, donde estaba moviéndose del presidente y en la que estaba tratando de adelantar labores de control, es una zona muy porosa, donde hay diferentes tipos de actores criminales”, dice a RFI Angelika Rettberg, profesora de Universidad de los Andes y fundadora del Programa de Investigación sobre Conflicto Armado y Construcción de Paz. “Es una zona cercana a Venezuela, donde sabemos que operan varios grupos armados ilegales de origen colombiano.

Esto genera suspicacias o alta probabilidad de que sea alguno de ellos que hubieran tenido la intención de derribar la nave o que hubieran tenido claridad de que ahí viajaba el presidente.

Esto no está claro. Como hay tantos actores criminales presentes y hay tanto en juego, sobre todo los cultivos ilícitos y los procesos de contrabando la frontera, creo que la reacción agresiva contra cualquiera que no sea de la zona es frecuente”.

Imágenes divulgadas por la presidencia muestran varios impactos de bala en la cola y la hélice principal. Ninguno de los ocupantes sufrió heridas.

El ataque fue condenado por la ONU, Estados Unidos, la Unión Europea y varios países de América Latina.

“Creo que la probabilidad de que esto haya sido un auto atentado es muy baja”, dice Rettberg. “Falta ver la investigación, pero me parece muy descabellado que para generar simpatía popular un presidente haga eso. Eso refleja el estado de polarización que hay entre los diferentes actores políticos colombianos y la necesidad mutua de desacreditarse, de calumniarse.

Esto es una gran prueba para el gobierno colombiano que tiene muy bajos niveles de popularidad. Está siendo cuestionado incluso por miembros de su propio partido en un momento preelectoral en el cual uno de los temas que van a estar en juego es la capacidad de, quien sea que llegue al gobierno el año entrante, para traer más estabilidad, mejor seguridad y más orden, no sólo desde el punto de vista militar, al territorio colombiano”.

Narcotráfico

El mandatario colombiano asistió durante la tarde a un evento en la región del Catatumbo, una de las zonas con más narcocultivos del país, principal exportador de cocaína del mundo.

Disidentes de las FARC, militantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y otros grupos armados se disputan las rentas del narcotráfico en esta zona, aprovechando la porosa frontera de 2.200 kilómetros entre Colombia y Venezuela.

La región se encuentra bajo fuego. Hace 11 días, un carro bomba estalló dentro de una instalación militar de Cúcuta, dejando 36 heridos.

“Los procesos de construcción de paz duran generaciones enteras”, dice Rettberg. “Sabemos que ningún proceso va solo hacia adelante, siempre hay retrocesos, siempre hay temas más fáciles o más difíciles que otros. Y hay territorios más difíciles que otros.

En algunas fronteras colombianas, por la naturaleza porosa y por la presencia de economías ilícitas, ha sido mucho más difícil avanzar con la promesa de tranquilidad y de bienestar que el acuerdo buscaba. Han pasado cinco años, es un umbral importante, pero no es el tiempo que se esperaba que se iba a demorar la implementación.

Se contaba entre 10 y 15 años. Es prematuro decir que este ha sido un proceso de paz fallido, entre otras cosas porque en otros frentes se han logrado cosas muy importantes, como la desmovilización de la guerrilla más antigua de América Latina para convertirse en partido político.

La instalación de un andamiaje institucional de justicia transicional ambicioso que está dando resultados importantes. Pero eso no significa que las violencias se hayan acabado y que de hecho haya habido una mutación en las diferentes organizaciones que producen violencia en Colombia. Y eso deberá seguir siendo un reto que Colombia tiene que trabajar poco a poco”.

El gobierno responsabilizó del ataque al ELN, última guerrilla reconocida en el país, pero señaló que también pueden estar involucradas disidencias que se marginaron del pacto de paz firmado en 2016 con las FARC.

Duque ha acusado en reiteradas ocasiones al presidente Nicolás Maduro de refugiar en territorio venezolano a disidentes y tropas del ELN, una guerrilla que el jueves anunció un relevo en su comandancia.

Las tensiones son habituales entre Bogotá y Caracas, que rompieron relaciones poco después de la llegada de Duque al poder en agosto de 2018.

Desde que Duque asumió el poder, el país enfrenta el peor rebrote de violencia desde la firma de la paz con las FARC.

El mandatario responsabiliza a los grupos que se financian del narcotráfico por la oleada de masacres que golpea a las regiones apartadas donde se cultiva la hoja de coca.

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