Construyó una réplica de la Torre Eiffel

Conozca al artista argentino que desafió lo imposible (+foto)

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15 de septiembre, 2020 - 11:15 am
Agencias

EL arqutecto argentino Rubén Díaz recreó varias estructuras famosas en un pueblo del país gaucho. En el terreno elegido podrá encontrarse con la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo o con el emblemático Obelisco argentino

Desde hace varios años, al doblar por cualquier esquina de Ituzaingó, distrito ubicado a 27 kilómetros de la capital argentina, es posible encontrarse con réplicas de más de 25 monumentos de diferentes países. Algunos están sobre terrenos vistosos y amplios; otros, en cambio, se erigen desde los canteros de algunas casas. No tienen ningún tipo de señalización, simplemente uno los encuentra yendo al supermercado o a la farmacia.

Díaz es un arquitecto de 67 años con más de 600 inmuebles construidos por toda la ciudad, él se despoja de cualquier etiqueta académica y se presenta como un «arquitista».

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«Los títulos son discriminatorios», destaca Rubén. «Cuando terminé la universidad, el decano me obligó a ir de traje y corbata para recibir mi diploma de arquitecto. Me negué durante tres años y estuve sin matrícula profesional», explica. «Un día me di cuenta de que no me había dicho de qué manera tenía que llevar la corbata y el traje, así que fui a retirar el título con una prenda en cada mano”, completa. Anécdotas de este estilo abundan en la vida del artista urbano, quien desde pequeño se reconocía como «diferente».

Proveniente de una familia humilde, a los 16 años decidió viajar solo por el mundo. Sin dinero en los bolsillos, llevaba artesanías para vender como medio de vida y se trasladaba de un lugar a otro haciendo dedo. Entre idas y regresos, lleva visitados 123 países. Las diferentes culturas le hicieron entender que lo que importa en cualquier lugar «siempre es el escenario».

«La gente se cree que lo que importa es lo que está adelante de uno, cuando lo relevante es lo que está detrás, el contexto», apunta Díaz. «Si vas al Amazonas y te encontrás con un pueblo de nativos, el ignorante es uno mismo. Si ellos vienen a la ciudad, pasa lo mismo. El escenario, finalmente, es el protagonista de la foto», concluye.

La afición por las esculturas de otros países, sumado al rechazo con la arquitectura convencional, lo llevaron a romper los esquemas a la hora de la construcción. De esta manera, comenzó a gestar su propia visión del escenario urbano en Ituzaingó, localidad carente de circuitos culturales similares para uso público.

Su modalidad de trabajo es sencilla en la teoría: Rubén compra o renta terrenos baldíos para luego comenzar con la edificación de sus obras. No importa si es en una calle recóndita o la principal avenida de la localidad, él ve monumentos históricos en sitios donde solo hay maleza dura creciendo al sol. La financiación de esos proyectos, por otro lado, es compleja: todo proviene exclusivamente de su bolsillo. «Hace unos años junté a mis cuatro hijos y les dije que van a tener menos herencia porque voy a gastarla en cosas que me gustan», remarca el ‘arquitista’.

Su objetivo siempre fue el mismo: crear un paseo turístico ─y gratuito─ para que los vecinos de la ciudad pudieran disfrutar de las diferentes atracciones. Sin embargo, no todos se alegraron con su idea. Tener a la Torre Eiffel o el Arco del Triunfo como parte del paisaje cotidiano resultó «molesto» para algunos y un par de sus obras fueron denunciadas ante la municipalidad. «Siempre me señalan y me preguntan en un tono acusatorio ¿por qué hiciste este monumento justo acá o allá?», explica Díaz. Él les responde siempre lo mismo: «¿Y por qué no?».

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