La supuesta «escalada» de Rusia se trueca en una táctica mediante la cual la OTAN suena sus clarines de guerra y, al mismo tiempo, culpa a Putin por el «crescendo» de esa locura
Rusia afrenta y confronta una situación cuasi-satánica propiciada por Occidente, en la que (al usar todas las armas de «persuasión psico-militar-diplomática-mediáticas») se desnaturaliza el derecho ruso a la defensa, al caracterizarlo como un delito. Este contexto, que sería súper ridículo si no fuera tan peligroso, está coordinado para que se deslice hacia el conflicto armado.
Lamentablemente, Rusia está lidiando con un sinfín de petulantes estadounidenses tipo Victoria Nuland, y con muchos mentecatos europeos como el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, que no tienen ningún freno intelectual a la hora de posicionar su propaganda. Eugène Ionesco quedaría hoy como un principiante ante el «teatro del absurdo» desarrollado en Ucrania por los alucinados anglo-europeos que advierten a Moscú de graves consecuencias si osa defenderse del asalto euroatlántico a sus fronteras.
Ejemplos: la ultra sionista Victoria Nuland, pupila de Anthony Blinken, se arrebató «in extremis» cuando declaró a los medios que «Rusia sufriría un dolor muy agudo y muy rápido si hace un movimiento que EE. UU. perciba como hostil hacia Ucrania».
Mientras, la ministra de exteriores germana, Annalena Baerbock, calcando el frenesí de Nuland, advirtió que «cualquier acto agresivo adicional de Putin hacia Ucrania resultará en un precio muy alto a pagar, económica, estratégica y políticamente por Rusia, como la cancelación del proyecto Nord Stream 2».
Este par de damas ponen la realidad de cabeza, cuando no es Rusia la que está escalando fuerzas sino la OTAN, liderada por Washington y Kiev. Lo absurdo está en que cuando Rusia señala este escenario como anormal y provocador, se le acusa de «intensificar las tensione».
Se está acorralando a Moscú, poniéndolo en una «posición sin salida». Sólo por protestar contra las provocaciones y agresiones de USA-Otan, Rusia es señalada de escalar el conflicto. De esa manera, la supuesta «escalada» se trueca en una táctica mediante la cual la OTAN suena sus clarines de guerra y, al mismo tiempo, culpa a Putin por el «crescendo» de dicha locura.
La última, es la exigencia de la derecha guerrerista de EE. UU-UE, para que Moscú retire los misiles Izkander de Kaliningrado; es decir que Rusia prescinda de su armamento dentro de su propio territorio. Una diabólica y petulante pretensión…
Está clarísimo que Washington no quiere que Europa desarrolle una relación de «ganar ganar» con Rusia, como si se estuviera en medio de la guerra fría con la URSS. De allí las declaraciones germanas en Kiev: «Ningún país tiene derecho a dictar a otros países qué dirección deben tomar, qué relaciones pueden tener y en qué alianzas pueden entrar… Cada acto agresivo adicional tendrá un alto precio para Rusia…». Mayor sumisión de Berlín a Washington, imposible.
EE. UU. y sus vasallos como el régimen neonazi de Kiev y la nueva casta de dirigentes políticos de la Alemania post-Merkel, por ej.emplo la verde Annalena Baerbock, preferirían ver a la UE soportar penurias y frío antes de tener relaciones normales con Rusia, el país más grande y la mayor potencia militar europea. Estimulados por el fanatismo ideológico y por la cortedad de visión estratégica prefieren hundir a sus pueblos antes de darle la mano al vecino del Este.
Culpar a Rusia por la escalada de la OTAN en la frontera con Ucrania es una artimaña incitada por el «estado profundo (deep state)» estadounidense para crear una extensa guerra en Europa que salve los maltrechos intereses del poder global hegemónico de EU.
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