Los resultados en el entorno del 32 por ciento del respaldo coinciden con las apreciaciones de buena parte de los expertos previo a la reñida jornada electoral de este 21 de octubre, a la que fueron convocados 27.4 millones de empadronados, según las últimas cifras oficiales. Para los analistas era clara la opción de un gobierno en minoría, ya fuera con Trudeau a la cabeza o con los conservadores de Andrew Scheer, pues ambas formaciones ?que se alternan aquí el poder desde 1867- llegaron en igualdad de condiciones al día Cero: con un empate técnico de acuerdo a las encuestas de intención de voto.
Hasta el martes por la mañana, los liberales fueron elegidos o marchan a la vanguardia en 157 distritos, en comparación con los 121 de los conservadores, los 32 del Bloque Quebecois (BQ) y los 24 del Nuevo Partido Democrático (NPD).
Pero pese a saborear el triunfo, Trudeau perdió el voto popular por unos 243 mil sufragios y más de 20 escaños en la Cámara de los Comunes, lo que demuestra que en alguna medida los problemas que enfrentó en sus cuatro años en el sillón de Ottawa le pasaron factura.
Ese resultado fue más pronunciado en la región de las praderas, donde la participación y el apoyo a los conservadores fueron muy altos.
Por ejemplo, en Alberta, los correligionarios de Scheer ganaron casi el 70 por ciento del voto popular por cerca del 14 por ciento los de Trudeau. En Saskatchewan, los conservadores obtuvieron el 65 por ciento de las papeletas y el 10 por ciento los liberales.
Entretanto, los de Trudeau se aferraron a las butacas suficientes en el Atlántico canadiense, Quebec y Ontario para asegurar ese gobierno minoritario. Bien, del lobo un pelo, como reza el refranero popular.
El reelecto gobernante agradeció a sus partidarios, a su equipo de campaña, al personal y a los candidatos por su ‘arduo trabajo’. ‘Lo lograron, amigos míos. Felicitaciones’, expresó tras darse a conocer su victoria.
‘Los canadienses rechazaron la división y la negatividad. Rechazaron los recortes y la austeridad y votaron a favor de una agenda progresista y de una acción enérgica sobre el cambio climático’, subrayó Trudeau, quien se presentó como la gran esperanza en las federales del 2015.
Ahora el hijo del desaparecido exprimer ministro Pierre Trudeau tendrá que entrar en acuerdos y alianzas para concretar su agenda de gobierno en el venidero cuatrienio.
De tal manera se avecinarían ‘apretones de manos’ con otras fuerzas más pequeñas como el NPD, de Jagmeet Singh, o el BQ de Yves-François Blanchet, por cierto más fortalecido tras los comicios.
Días antes de las elecciones, Singh afirmó que haría ‘lo que sea necesario’ para evitar una vuelta de los conservadores a Ottawa dejando sobre el tapete la eventual alianza con los liberales.
El camino que escogieron los canadienses es de la continuidad para el 43 Parlamento federal, decidieron darle otra oportunidad al que les prometió hace cuatro años hacer política de una manera diferente.
Con ello dan borrón y cuenta nueva a algunos escándalos que salpicaron a Trudeau, asociados a la injerencia política en un caso por corrupción de cierta importante compañía de Quebec.
En su momento se especuló que el primer ministro decidió interceder por la empresa SNC-Lavalin, un gigante de la construcción con sede en Montreal, porque Quebec, la llamada Belle Province, es un bastión liberal
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