Buenos y malos: ¿quiénes son, unos y otros?

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20 de marzo, 2017 - 7:35 am
Gastón Guisandes López / Editor del Diario QUÉ PASA

Para no remontarnos al paso de los siglos, me referiré a conductas, enunciados conceptuales, proclamación de principios y hechos ocurridos, de la mitad del siglo XX a lo poco que va del XXI, que en cuanto a la calificación de buenos y malos no es más que una repetición de los tiempos pasados: Siempre los malos serán los otros y cuando promovemos el diálogo, para en un gesto de generosidad no matarnos los unos       —los buenos—, a los otros —los malos—, siempre los buenos aparecerán ungidos con olio sagrado y calificando a los demás como aves del averno.

Los malos, para no resultar muertos por los buenos, tienen que rendirse, pues de no ondear la bandera blanca de la rendición, los buenos acabarán con ellos. Ahora bien, ¿quiénes son los buenos y quiénes los malos? Tú, que me estás leyendo, ¿eres de los buenos o estás en el bando de los malos? Y si eres de los buenos, ¿qué virtudes proclamas para diferenciarte de los malos y cuáles son las perversiones de estos para ser calificados como tales?

Cada uno de los ciudadanos se autocalifica de bueno, considerando malo a quien no piensa, no se comporta, ni hace cuanto él preceptúa.

Todo este circunloquio viene a cuento por lo del diálogo que, en medio de la mayor hipocresía social (conquistar adeptos), la más fingida conducta política, (exculparse de los pecados —originales, mortales y veniales—) y eximirse de las culpas, que tantos tienen tantas, se busca la exculpación.

Los buenos y los malos tiramos la piedra y escondemos la mano. Cuando digo tiramos, no me refiero solo a piedras (que a fin de cuentas son pocas o casi nada mortales), sino a bombas molotov, con su mecha encendida para quemar, desde personas hasta edificaciones, pasando por todo tipo de vehículos, especialmente autobuses escolares o de transporte público y después del etcétera de rigor, viene a nuestra memoria el recuerdo de su creador, Viachevlaf Vijailovich (1890-1986), artífice de tan popular arma guerrillera.

Además de cuanto objeto tiran, los buenos y los malos disparan balas (ya muy pocas con revólver, pues la mayoría, hoy día, tiene pistolas de última generación, con capacidad para más de 9 balas que disparan, tiro a tiro o ráfagas), AR-15, escopetas de uno o dos cañones, largos o recortados y explosivos de uso casero, aun cuando cada día más, granadas fragmentarias.

Quiénes son los malos que las disparan para matar a los buenos que nunca rompen un plato?

Además de los objetos contundentes que se lanzan, unos y otros, todos se acusan de actos en los cuales, buenos y malos, han incurrido: Golpes de Estado encabezados por militares activos y/o en retiro, con su patrimonial recolección de muertos, heridos y lesionados.

Presos de parte y parte, quema de vehículos, de apartamentos, de locales comerciales, de tiendas por departamento, ruptura de vidrieras, suspensión de clases, toma de calles y avenidas, agresión a comunicadores sociales (unos alineados al lado de los buenos y otros de los malos) y agitadores todos con su equipo de pescadores en río revuelto por detrás.

Causa alarma ver concejales, alcaldes, legisladores regionales, gobernadores, ministros, diputados nacionales, así como a todos los partidos, al menos los de mayor representación, financiados con dinero del Tesoro Nacional o con recursos propios de las diferentes administraciones, regionales o municipales y a los que no, pagados con dinero de empresarios o allegados a gobiernos comprometidos en las resultas de la asonada tumultuaria, pero en el entendido que, tanto los unos, como los otros, cada cual en su bando, representan, según el decir de cada quien, el bien del pueblo.

Buenos y malos de hoy dicen ser más patriotas y querer a Venezuela más que nuestro Glorioso Libertador y el resto de los héroes independentistas juntos: Aquellos, los del ayer, sí que agotaron la capacidad de sacrificio en bien de la República y de verdad que fueron los buenos.

Nadie los iguala en abnegación, rectitud de intenciones, desprendimiento y amor, pues todos, sin excepción de ninguno, se sacrificaron, por el bien de la Patria y el de todos sus compatriotas, aun por los malos de aquella época.

En los tiempos de la Venezuela del hoy y del ahora, en prueba de su vocación de servicio, ¿llegarían, el más malo de los malos y el más bueno de los buenos, al sacrificio sublime, echándose a morir en cualquier San Pedro Alejandrino que encuentren a su paso?

¿Cuántos de ellos, de los buenos o de los malos, rechazaría la Presidencia de la República renunciando a los Glorias del Poder y a su correspondiente valor agregado? De ninguno de ellos, ni de los buenos, ni de los malos, podemos esperar tamaño gesto de altruismo, amor a la Patria y recto proceder.

La lucha por el poder se  trancó y, de tal manera, que solo queda sentarnos a convenir las normas del diálogo que tenemos la obligación de reiniciar, pero eso sí aceptando,  unos y otros, que el primer domingo del mes de diciembre, del año 2018, se efectuarán las elecciones para elegir al próximo presidente de la República, después que este año, 2017, hayamos elegido gobernadores, diputados a los Consejos Legislativos, alcaldes y concejales, tal como así lo manda la Constitución.

 

 

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