El atleta iraní Bahman Golbarnezhad, de 48 años, falleció durante la prueba de ciclismo en ruta tiñendo de luto a la familia paralímpica
Foto: AFP
Al igual que la ceremonia de apertura, la de clausura no fue menos. Río de Janeiro bajo el telón de sus Juegos Paralímpicos este domingo, en un estadio Maracaná repleto, lleno de fuegos artificiales, música y gran colorido aunque con no tanta alegría, debido al fallecimiento de un ciclista iraní en una de las competencias del día sábado. Las banderas izaron a media hasta después del suceso.
El atleta iraní Bahman Golbarnezhad, de 48 años, falleció durante la prueba de ciclismo en ruta tiñendo de luto a la familia paralímpica, que vivió la primera muerte en la historia de sus Juegos. Sin embargo, pese al hecho, Río de Janeiro cumplió y logró finalizar con éxito una competición que se especulaba sería un completo fracaso.
Pese a la falta de grandes patrocinadores y al miedo de tener una pobre boletería en estos Juegos, los mismos se desarrollaron y en el camino —entre historias conmovedoras y grandes ejemplos de superación— los paralímpicos fueron enamorando al mundo y la asistencia, junto al respaldo, fue mayor de lo que se esperaba.
Hace un mes, solamente se habían vendido un 12% de entradas para asistir a las competiciones. Finalmente, se vendieron más de 2,1 millones de tiques de los 2,5 millones disponibles. Una asistencia solo superada por Londres 2012.
Tras 11 días de competición dominados por China en el medallero, los XV Juegos Paralímpicos, primeros en Sudamérica, llegaron a su fin con un espectáculo de dos horas lleno de la más característica música brasilera, acompañado de los distintos atletas paralímpicos, cargado de fuegos artificiales y efectos de luces y que además sirvió para dar el relevo a Tokio, sede de los próximos Juegos en 2020.
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