Foto: AFP
Una ceremonia inaugural protagonizada por la historia y cultura rusa, y que también tuvo una fuerte carga política e ideológica, puso en marcha de forma oficial este viernes los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014, los más caros y seguros de la historia. El secretismo, habitual en las ceremonias de apertura de los Juegos Olímpicos, ha hecho que no se sepa quién encenderá el pebetero y cómo llegará la llama olímpica al estadio de Fisht, tras su periplo de 65.000 kilómetros, que la llevó del espacio al fondo del lago Baikal. El acto, de 150 minutos de duración, tuvo lugar en el estadio de Fisht, recién construido. A dos pasos de las playas del Mar Negro, y ante los ojos del presidente Vladimir Putin, la ceremonia celebra y ensalzará ocho momentos históricos de la cultura rusa. Los 40.000 espectadores del estadio olímpico vieron el espectáculo en el que hubo actores con trajes brillantes y grandes efectos pirotécnicos.
Los telespectadores rusos pudieron ver cinco flores gigantes transformándose en otros tantos anillos olímpicos, cuando en realidad un problema técnico impidió la apertura de una de ellas en el estadio que acoge la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, constataron este viernes periodistas de la AFP.
Según las imágenes retransmitidas por la primera cadena de la televisión rusa (Pervyi Kanal) al principio de la ceremonia, las flores comenzaron a abrirse, pero una de ellas —la situada arriba a la derecha— se bloqueó.Después de un plano centrado en el público, la imagen de la televisión rusa volvió a las cinco flores, convertidas todas ellas en anillos olímpicos. Al mismo tiempo, los 40.000 espectadores presentes en el estadio Fisht, así como los telespectadores servidos por la señal internacional, pudieron constatar el incidente. Las imágenes de la televisión rusa se difunden con una quincena de segundos de retraso con respecto al directo. Esta ceremonia marca el inicio de los primeros Juegos Olímpicos de Invierno en Rusia.
Los coros del Ejército Rojo presentes, mientras los medios rusos aseguraron la participación del pianista Denis Matsojev, del violinista Jori Bachmet y del grupo preferido de Putin, Lube. Las tribunas fueron en sí mismas un espectáculo. Vladimir Putin acogió a 44 grandes dignatarios internacionales, incluido el secretario general de la ONU Ban Ki-moon, aunque también hubo ausencias destacadas, muchas en protesta por la política rusa en materias como los Derechos Humanos y la ley sobre la «propaganda» homosexual. Aún así, el presidente ucraniano Viktor Yanukovich, muy criticado en las calles de Kiev, estuvo bien arropado al lado de Putin, igual que el presidente chino Xi Jinping. Los Juegos tendrán la baja por lesión de una de las estrellas de los deportes de invierno, la esquiadora estadounidense Lindsay Vonn.
Pero una ciudad tomada por 37.000 policías, cuando la población de Sochi es de 350.000 personas, hace que las medidas extremas de seguridad, para evitar atentados de los grupos islámicos de las repúblicas del Cáucaso del Norte, sean las protagonistas hasta ahora. La preocupación se ha acrecentado después de los dos atentados suicidas que causaron 34 muertos a finales de diciembre en Volgogrado, a 700 kilómetros de Sochi. Todas las llamadas telefónicas y las conexiones a internet en Sochi serán vigiladas por el poderoso Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB). En cada esquina del complejo olímpico y en la ciudad de Sochi es fácil toparse con uno de los 37.000 miembros de las fuerzas de seguridad. Un aspecto conflictivo de los Juegos ha sido el trato que se dispensa en el país a los homosexuales. La aprobación de una ley en la que se prohíbe la «propaganda» homosexual ante los menores, con riesgo de prisión, ha provocado una controversia mundial, con múltiples llamadas al boicot de Sochi 2014.
Comente