El comienzo en la actuación se dio en el año 2002, en la serie Mirall trencat

La historia de Úrsula Corberó: su infancia con carencias y la hermana que no lleva su apellido

Úrsula Corberó
12 de octubre, 2021 - 7:53 pm
Agencias

Úrsula Corberó, la estrella de La Casa de Papel arrastra una historia familiar que sería digna de la mejor de las series. Sacrificio, el temor al que dirán y mucho amor

 

De un tiempo a esta parte –se podría nombrar Arrow como punto de partida- Úrsula Corberó cobró una notoriedad mundial. Logró posicionarse como una de las actrices más respetadas de Europa, con proyectos en su España natal para luego trascender y romper las fronteras.

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Con su crecimiento, llegaron las postulaciones a premios y la obtención de varios de ellos como un reconocimiento a su esfuerzo y dedicación. Un mimo al alma que lo toma como tal. Varios llegaron desde 2017 a esta parte, en el periodo en el que le dio vida a Tokio, en la aclamada serie “La Casa de Papel”.

En la actualidad, la pareja del “Chino” Darín disfruta de ese anhelo por el que trabajó desde que empezó a enfocarse en la actuación. En el rubro, un porcentaje muy alto desea llegar a Hollywood, pertenecer a la meca del cine. Muchos los describen como tocar el cielo con las manos, y Úrsula logró llegar a la cúspide para mirar a todos desde arriba.

No le fue fácil, como todo en su vida. Pero como ocurrió en otros aspectos, acá tampoco bajó los brazos. Porque más allá de su carrera intachable, de haberse podido hacer de un nombre, tuvo que audicionar, presentarse a un casting cuando la convocaron para Snake Eyer: G.I Joe’s Origen, filme que se estrenó hace 3 meses.

La película sobre superhéroes, en el que se puso el traje de La Baronesa, deja la grata impresión que la traslada a una buena posición para lo que viene. Todo indica que seguirá por la misma línea, llevando adelante proyectos cada vez de mayor transcendencia.

El comienzo en la actuación se dio en el año 2002, en la serie Mirall trencat, cuando Úrsula tenía tan solo 13 años. Dos años después fue parte de Ventdelplà, una novela catalana. Rápidamente regresó a las series, que parecen ser su lugar en el mundo, allí donde se siente más cómoda.

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Empezó a escalar y en 2008 alcanzó la popularidad con la serie Física y química. Aquí se dieron sus primeros roces con premiaciones distinguidas, como antesala a lo que ocurría casi una década más tarde con La Casa de Papel. Hoy disfruta de las mieles del éxito, pero su infancia y su adolescencia fueron otra cosa muy distinta, mucho más traumática, más allá de que procuró no perder jamás la felicidad.

Distintas carencias, sobre todo de índole económico, fueron su base para que valore todo lo que tiene ahora que está en la cresta de la ola. Su mirada, su perspectiva, es desde aquello que fue hacia el lugar al que llegó.

Si bien no suele dar demasiadas entrevistas, cuando lo hace, Úrsula Corberó no deja de lado sus orígenes humildes y esos valores que lleva consigo, inculcados de sus padres. Nunca tuvo un camino de rosas y de eso habló tiempo atrás, cuando decidió abrir su corazón para contarle al mundo de lo que significa la familia para ella.

En Instagram le hablaron de la vida de ensueños de la gran mayoría de los actores. Los que logran trascender tienen una vida medianamente acomodada y con todo al alcance de la mano. Algo de esto le comentaron a ella y, al leerlo, la actriz no dudó en relatar su historia de sacrificio.

Sobre sus inicios, cuando todo era apenas un proyecto y no sabía que le iba a deparar el futuro, contó: “Vivíamos a 62 kilómetros de Barcelona y mi madre no tenía coche ni carné (de conducir), hacíamos autoestop en el pueblo para que nos llevaran al pueblo de al lado y allí cogíamos un tren que nos dejaba en Barcelona. Después, metro. Las colas de los castings de publicidad eran infernales y durante un año no me cogieron para ningún anuncio, pero quien la sigue la consigue”.

Vida de Úrsula Corberó

Corberó es oriunda de San Pedro de Vilamajor, un pueblito de Barcelona de poco más de 4 mil habitantes. Allí se conocen todos y, como suele decirse de los pueblos chicos, el infierno es grande. Por mandato familiar, ella vivió eso en carne propia, pero siempre hizo oídos sordos. Tal vez sin darse cuenta en sus primeros años de vida, pero si entendiéndolo cuando fue creciendo.

A los Corberó nunca les sobró nada. Su padre, Pedro, toda su vida se dedicó a vender muebles fabricados y restaurados por sus propias manos. Tenía su pequeño taller donde trabajaba y lo que iba armando lo distribuía para vender. El dinero que ingresaba no alcanzaba, y esto hizo que, Esther Delgado, su madre, saliera a trabajar para poder tener otra fuente de ingreso.

La necesidad de Úrsula de poder estudiar actuación llevó a que sus padres sacaran dinero de cualquier lado para poder cumplirle el sueño. La única meta era que fuera sea feliz, que pudiera tener la posibilidad de estudiar y no salir a trabajar desde temprano como lo hizo todo el núcleo familiar para cambiar su suerte sin la posibilidad de elegir.

En aquel entonces, su mamá salió a recorrer las calles, a buscar trabajo de lo que fuera. Esto generó que llevara adelante varias labores, como de corsetera, florista; también vendió colchones y hasta trabajó en la pesca y limpió casas. Hizo de todo, y más para la felicidad de sus hijas.

Sus papás trabajaban todo el día, pero cuando ella les comentó de sus ganas de dedicarse a la actuación, su madre se tuvo que desdoblar, sin decirle nada para que no perdiera su alegría: “Cuando le dije con seis años que quería ser actriz le suplicaba a su jefe que le diera la tarde libre y le decía que se lo descontara del sueldo para llevarme a los castings”.

Úrsula tiene una hermana mayor. Se llama Mónica Delgado. Son hijas del mismo padre, pero tiene el apellido de la madre porque cuando nació, Esther era menor de edad, con todo lo que eso significaba en el pueblo. “Mi madre se quedó embarazada de mi hermana con 17 años. Cuando le empezó a asomar la barriguita pasó a ser la peste del barrio, se quedó sin amigas y aún siendo una estudiante brillante la echaron del colegio porque era un mal ejemplo para las demás niñas”.

En ese momento, la pareja fue separada. Cómo si fuera un guion de novela, a Pedro y Esther nos les permitieron verse más. Las familias rompieron con la relación, pero no con la historia de amor. Años después, cuando yo pudieron elegir, se volvieron a frecuentarse. Él le propuso a ella irse de viaje los tres, con la pequeña Mónica. Reunieron euro por euro y, bajo el mismo techo, le dieron vida a una romántica historia, pese a las necesidades por el escaso dinero.

Más allá de todo, la familia salió adelante, luchando contra la corriente para sobreponerse. El esfuerzo de Pedro y Esther hace que hoy Úrsula esté orgullosa de lo que le brindaron para que pudiera, al fin y al cabo, ser una de las estrellas mundial, más allá de que en aquel entonces podría haber salido mal.

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