Fiallo indicó que cuando tuvo que abandonar Cuba con su esposo y sus cinco hijos viajó a Miami desde donde escribió para Venezuela durante 18 años
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La escritora cubana Delia Fiallo dijo en entrevista con que el género de la telenovela, del que ella fue precursora en Cuba y en Venezuela, ha sido «destruido» al enfatizar ahora en la acción, la violencia y el narcotráfico, olvidándose de los sentimientos.
La escritora, quien estudió Filosofía y Letras en la isla, está ahora empeñada en convertir los libretos de sus exitosas novelas en libros, entre ellas Esmeralda, la primera telenovela que escribió para Venezuela.
Fiallo indicó que cuando tuvo que abandonar Cuba con su esposo y sus cinco hijos viajó a Miami desde donde escribió para Venezuela durante 18 años.
«Venezuela me ayudó a triunfar», recalcó.
La escritora cubana lamentó la suerte de Venezuela, que considera su segunda patria. «Es un dolor muy grande que se repitiera en Venezuela lo que pasó en Cuba», aseguró.
A pocos días de cumplir 94 años, el próximo 4 de julio, y dedicada a transformar los libretos de sus telenovelas en libros, Fiallo se mostró crítica con las nuevas producciones.
«El contenido de la novela no es ni la droga, ni el sexo, ni la violencia, ni el espectáculo, son los sentimientos. Las telenovelas se han olvidado de los sentimientos», se quejó.
La prolífica escritora de telenovelas que dieron la vuelta al mundo como Esmeralda, Cristal y Leonela calificó de negativo que los narcotraficantes prácticamente están siendo convertidos en «héroes» en producciones que llegan «a las familias, a los hogares».
«Tratando de ganarse al hombre con esa temática, perdieron a la mujer, que era el sujeto idóneo de la telenovela, que tenía derecho a soñar un poco, a tener ilusiones, a ver algo dulce, romántico», agregó.
Fiallo, quien recibirá el próximo sábado un homenaje de la organización Herencia Cultural Cubana, en Miami, ciudad donde reside, dijo que los productores «no se dan cuenta o no quieren ver que están produciendo para una minoría que le gusta la violencia, la morbosidad».
La autora confesó a Efe que se «sentía un poquito olvidada», pero se mostró entusiasmada de recibir el premio y de que reconozcan su arduo trabajo, al recordar los tiempos en los que tenía que escribir 35 páginas diarias de la telenovela de turno.
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«Fueron muchos años entregados a esa tarea, escribiendo un capítulo diario yo sola, con la telenovela al aire. No podía enfermarme, no podía descansar; a veces terminaba una novela hoy y arrancaba con otra al día siguiente», recordó.
La escritora se burla de las «feministas» que trataron de «escapistas» sus folletines y defiende convencida la búsqueda por parte de la mujer «del hombre de su vida, por muy realizada que esté profesionalmente».
«Eso que se considera la trama más frívola de una telenovela es la búsqueda de tu pareja, que es muy importante para la felicidad porque de ello depende que seas dichosa o no en tu vida», manifestó.
Expresó que «no hay reglas establecidas para comunicar las emociones, para contar historias que lleguen al corazón» y que su secreto fue haber nacido con esa vocación.
La escritora relató su salida de Cuba en 1966, donde empezó haciendo radionovelas, y su trabajo para la televisión venezolana, donde se encontró con la oposición de «intelectuales de izquierda» que quisieron eliminar un género que los asaltó y que «no dominaban».
Recordó que la «estricta» entidad reguladora venezolana de la industria en un principio sólo permitía hacer adaptaciones de obras ya escritas y también limitó a tres meses la duración de las telenovelas.
Contó también que a esa autoridad le dio por censurar temas como la infidelidad, el divorcio y la drogadicción, entre otros, tanto que tuvo que matar en un día de una sobredosis al personaje que interpretaba la actriz Jeanette Rodríguez en Leonela para evitar que le suspendieran la telenovela.
«Me da mucha risa (recordarlo), viendo lo que está pasando ahora en las pantallas», señaló.
Fiallo explicó que en el caso de la drogadicta que interpretaba Rodríguez se sentía con una gran responsabilidad de alertar a las madres sobre los síntomas de la adicción en sus hijos al ser consciente del medio «tan poderoso» que eran las telenovelas.
Contó que finalmente, cuando se relajaron las normas aprovechó para tratar asuntos que «reflejaban mucho la realidad de la vida» como el alcoholismo, las madres solteras, la delincuencia juvenil y el trasplante de órganos.
«La historia central de la pareja que se ama y que se enfrenta a muchas dificultades que tienen que resolver para ser feliz era importante, pero aparte de eso habían otro contenidos sociales muy importantes», aclaró.
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