Francis Juzga

14 de marzo, 2014 - 2:02 pm
Redacción Diario Qué Pasa

La conversación vía telefónica con Jesús Ángel Urribarrí «Chichilo», se dio más pronto de lo esperado. El viernes por la tarde, enterado de lo que juzgué al respecto en la columna anterior, llamó a Enrique Charles. Estábamos reunidos cuando la llamada se produjo. El saludo fue cordial. Le repetí lo que siempre he dicho, que no le irrespeté en ningún momento, que juzgaba en el marco de la decencia y que lo que sorprendió a los lectores fue el haber contado el susto en el restaurante de la CI, una noche de viernes popular. Ese susto no lo puedo olvidar así tan fácil.

Cuando un hombre jura por su madre moribunda, son palabras supra. Admito que acusé el impacto de ese juramento y me arropó el asombro. Esta acción tiene un valor incalculable por las consecuencias morales que implica. Un hombre debe estar muy seguro de lo que dice cuando jura así.

Le dije que esos que pregonan ser sus amigos no han sido honestos, sobre todo aquellos que me contaban algunas cosas y me pedían que no diera sus nombre porque se comprometían. Esos son quienes enredaron todo cuando pregonaban «Cardenales no es de Chichilo» una y otra vez. Más claro no le pude haber hablado a Jesús Ángel.

Le recordé que fui el único del ambiente gaitero que estuvo en su matrimonio en el Pub Club, esquina de Bella Vista con Doctor Portillo, un domingo por la mañana, invitado con la respectiva tarjeta por su cuñado Irán Paz, mi compadre de sacramento pues es padrino de Francis Jr.

Al final me invitó a reunirnos en su próxima visita a esta ciudad, asegurando que visita Caracas, pero sin tiempo de acercarse. Ese día llegará, las cartas serán echadas sobre la mesa y la verdad aflorará. Dijo de los documentos en su poder y yo le hice saber de los míos. Le hablé claro, le manifesté mi posición al respecto, admitiendo que hubo una mala política de las personas a quienes confió el grupo y que lamentablemente lo han dañado mucho.

Seguimos de frente. Dios quiera que Jesús Ángel Urribarrí pueda estar aquí en Maracaibo en breve. Hay un juramento de por medio entretanto el pleito judicial continúa.

*** La muerte de Alí Carrasquero se produce el mismo día en que se marchó Humberto «Mamaota» Rodríguez.

El me honró al grabar lo que llamé mi travesura gaitera, el tema Vamos a Jugar Softbol, poca dadas a conocer en la radio, pero que está allí gracias a su dedicación con El Gran Chiquinquirá, de allí que por ese gesto lo sembré en mi corazón. De hecho, su partida entristece porque duele ver cómo se nos va gente buena como él, de amplio corazón. Amigos en todo el sentido de la palabra. Creo que Alí amó más la gaita que a su propia vida, de otra manera se hubiera cuidado un poco más. No hay palabras amigo, se acabaron la pulida de calzados antes de ingresar a la Basílica. 

*** Quiero mencionar a dos personas que me ayudaron a enfrentar a la ley de las dificultades, de lo que juzgué la semana pasada. Ellos conforman una pareja de lo más felices, el se llama Tairo Fuenmayor, nuestra amistad data de muchos en el taller Don Pepe. Ella se llama Norma Apalma, una doña que me abrió las puertas de su hogar y se dio paso a una conversación de lo más sublime. Le agradecí el que me permitiera ser su amigo, y por haberse aparecido en la vida de Tairo cuando él más requería de alguien con su calidad humana. Esas son las cosas que uno le agradece a Dios hasta el infinito.

*** Cumpleañero de la semana: Julio César el nieto travieso, las bendiciones sean para él y su mamá Kathynel, su hermana Wanda y su papá Wanger, otros: Madre e hija, Gina y Valentina González Rodríguez, por esos designios de Dios y de las loterías de la vida, celebran el suyo el mismo día. Sus abuelos Eddy Rodríguez y Tahís lucen más felices que nunca.

Cosas que probablemente lamentarás cuando llegues a los sesenta:

1. No haber viajado cuando tuviste la oportunidad. Viajar es cada vez más difícil a medida que envejeces, pues tener una familia de 3 o más personas resulta más complicado que sostenerte a ti solo.

2. No haber aprendido otro lenguaje. Te arrepentirás cuando recuerdes que pasaste más de 4 años aprendiendo inglés en la escuela y no recuerdas nada.

3. Permanecer en una mala relación. Recuerda que «si decides estar en una relación infeliz, has decidido ser infeliz». Créeme, nadie que haya salido de una mala relación en el pasado, ha volteado sin decir que hubieran deseado salirse antes.

4. Olvidar ponerte bloqueador solar. Arrugas, lunares, cáncer de piel son algunos de los padecimientos que pueden ser evitados si te cuidas.

5. Perderte la oportunidad de ir a conciertos de tus cantantes favoritos. «Nah!, ni me preocupo, al fin que Olga Tañón volverá a venir el año que viene», oooops!

6. Tener miedo a hacer cosas. Siempre que mires al pasado te dirás: «¿Por qué le tenía tanto miedo a eso?

7. No poner «hacer ejercicio» como una prioridad. Muchísimas personas alcanzarán la plenitud física de su vida acostados en un sillón. Cuando llegues a los 40, 50 y más, lamentarás haberte quedado sin hacer nada en lugar de haberte cuidado un poquito.

8. Dejarte definir por roles de género. No hay nada más triste que escucharte decir: «Es que en ese entonces esas cosas no se hacían así». Atrévete a cambiar los paradigmas.

9. No renunciar al trabajo que odias. Ok, entendemos que hay que pagar los recibos, pero si no tienes un plan para mejorar, podrías despertar 40 años después viviendo en un infierno laboral.

10. No haberte esforzado más en la escuela. No es que las calificaciones te hagan más valioso, pero algún día por alguna circunstancia te dirás que habrías deseado poner más atención en clases.

11. No darte cuenta lo guapo/guapa que eres. Muchos de nosotros pasamos mucho tiempo lamentándonos por no ser tan guapos y gastamos fortunas en mejorar algo que no nos parece. En realidad, somos bellos todo el tiempo.

12. Tener miedo de decir «te amo». Cuando seas grande, verás que aunque tu amor no fue correspondido, siempre habrás querido expresar tus sentimientos.

13. No escuchar los consejos de tus padres. Lo sabemos, cuando eres joven no los quieres ni escuchar, pero créenos, cuando envejezcas, desearás tan siquiera poder escuchar su voz, más aún un consejo. Y lo mejor es que todo lo que te dijeron era cierto.

14. Darle mucha importancia a lo que la gente piensa de ti. Te lo juro que en 20 años ni te acordarás de lo que aquella gente decía sobre ti y que tanto te importaba.

15. Apoyar el sueño de otras personas por encima de los tuyos. Sí, ayudar a otros es bueno, siempre y cuando te des también el tiempo y espacio para brillar por ti mismo/a y realizar tus propios sueños.

16. Guardar rencor o resentimiento por alguien. Eso significa dejar que alguien viva en tu cabeza sin pagar alquiler. No vale la pena. ¿Cuál es el punto de recordar y recordar el daño que te han hecho? Déjalo ir.

17. No defenderte. La gente grande no deja que nadie les haga algo que no quieren, tú tampoco deberías.

18. No haber hecho una actividad como voluntario. Créeme, ayudar a alguien voluntariamente a hacer su vida más placentera, es algo que jamás lamentarás. Se siente increíble.

19. No cuidar tus dientes. Cepíllate, usa hilo dental, consulta a tu dentista regularmente. Cuando seas mayor y te falten 3, 4 o más dientes, habrás deseado cuidarlos más.

20. No preguntarles cosas de la vida a tus abuelos antes de perderlos. Ellos ya han pasado por donde tú vas caminando y son una fuente inmensa de sabiduría. No pierdas la oportunidad de quererlos antes de que se vayan.

21. Trabajar en demasía. Nadie que vaya a morir ha deseado haber trabajado más o haber pasado más tiempo en la oficina. Por el contrario, desearon haber pasado más tiempo con su familia, amigos y pasatiempos.

22. No saber cocinar por lo menos un platillo que te guste. Siempre serás recordado por hacer «huevos a lo Enrique Charles» o «enchiladas de María Andara» o «pollo a la Ana Colmenares». Aprende a cocinar, tú mismo te lo agradecerás.

23. No detenerte para apreciar el momento. Sí, lo sabemos, los jóvenes siempre son muy activos, pero detenerte y admirar a tu alrededor es algo bueno, hazlo.

24. No terminar lo que empiezas. «Me molesta mucho cuando las personas no terminan correctamente los enuncia…».

25. Dejar definirte a ti mismo por expectativas culturales. Nunca dejes que te digan: «Nosotros no hacemos eso».

26. No dejar a tus amigos que hagan su propia vida. Las amistades crecen por separado. Cada quien tiene su vida y debe hacer lo que considere mejor para ellos. No dejarlos realizarse es causa de problemas y tristeza. No quieres eso.

27. No jugar más con tus hijos. Cuando seas mayor, verás cómo tu hijo pasó de «papi porfa vamos a jugar» al «vete de mi cuarto papá».

28. No tomar riesgos, especialmente en el amor. Saber que te atreviste a declarar tu amor a alguien, incluso si fue el más grande fiasco de tu vida, será bien visto por ti mismo cuando eres viejo. Aplica para las cosas de la vida cotidiana. Al final lo recordarás con una risa.

29. No darte el tiempo para hacer contactos. Siempre los vas a necesitar, siempre. Así que mejor comienza a hacerlos.

30. Preocuparte demasiado por todo. Si las cosas tienen solución ¿para qué te preocupas?, y si no tienen solución, ¿para qué te preocupas?

31. Hacer más drama del necesario. ¿Para qué? Nadie lo necesita. ¡Relájate man!

32. No pasar más tiempo con tus seres queridos. El tiempo que pasamos con las personas que amamos es limitado y pronto se acabará. Hazlo valer y aprovéchalo al máximo.

33. Nunca haber cantado o hablado frente a una audiencia. Sí, es muy difícil, suena descabellado. Pero atreverte te dará un soporte de autoestima increíble. Tú puedes hacerlo, aunque creas lo contrario. Te llevarás una grata sorpresa.

34. No haber hecho el amor más veces con tu pareja. El sexo es el acto supremo de felicidad y éxtasis. Más cuando se hace con la pareja que amas. Desafortunadamente tiene una fecha de expiración. Lamentarás no haberlo hecho más seguido.

35. No haber sido agradecido a tiempo. Es difícil verlo al inicio, pero eventualmente es más claro que cada momento en este mundo, desde el más mundano hasta el más increíble, es un regalo que se nos ha dado y somos increíblemente suertudos de haberlo recibido. ¿Qué te pareció?

Quedó escrito. Epa, ya está. Nos vamos.

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