Francis Juzga

1387 Columna 01 02
26 de septiembre, 2014 - 9:35 pm
Redacción Diario Qué Pasa

*** Me alegra profundamente que se haya rescatado, el Alma Llanera, la canción venezolana —unos dicen que es una zarzuela— que a más personas ha hecho llorar en el mundo, y me refiero a los venezolanos que la escuchan estando lejos de la patria. Esta canción se utilizó, y eso está aún vigente, para correr a los invitados de las fiestas y bonches. Dejarla oír significa «que se vaya todo el mundo, se acabó la fiesta» y en fin, escuchar el Alma Llanera era la señal que todo había acabado. Deberían en consecuencia ampliar una ley que prohíba que se siga utilizando de esa manera, siendo como que está considerada como el segundo himno nacional de los venezolanos.

*** La «Beba» Bravo, la dilecta hija de «Chucho» Bravo González y Deyanira Enmanuels, amigos hasta el carreto, dio un sensacional giro de 180 grados y está cantando la gaita como debe ser. Esto nos alegra porque fui crítico de los anteriores temas que interpretó porque adornaba la voz y se salía de la gaita. Me emocioné cuando escuché Mi Gaitón, su primer tema de temporada y pude reconocer que la chica tiene una voz prodigiosa, que alguien no supo decírselo antes. Creo que a partir de este momento a esta chica no la detiene nadie. La «Beba» canta la gaita ahora como la cantaron «Chucho» y Deyanira. Ese es el mejor homenaje que le puede brindar a ambos.

Danielita Palma levantó vuelo de Las Sensacionales, disgustada por compartir un tema con otra solista. No comparto su tesis, pero se la respeto, ella ya demostró que es de primera y que no la deben utilizar de trampolín para que otra escale. Le respetamos su decisión aunque otros no la compartan. Le cuento a Danielita: Ricardo Aguirre compartió con «Chucho» Villalobos. Sin comentarios …Adafel Uzcátegui está en el tope, estaba en la cima de la gaita, pero recibió una oferta del Súper Combo y no vaciló. El cambio significa un ascenso y nadie puede refutarle su decisión, simplemente porque no se trata de otro grupo gaitero.

*** La reflexión de la semana pasada me produjo una increíble sensación de bienestar moral. A una compañera de trabajo le brindé un abrazo de lo más emotivo, de esos que reconcilian con la vida, lo hice en agradecimiento a Jennifer Borrego Mujica, jefe de Información de QUÉ PASA, por esas sus lágrimas llenas de sinceridad, porque presiento que le brotaron de su corazón. Tras este reconocimiento va la reflexión de esta semana se llama El Perrito:

El dueño de una tienda colocó en el exterior un anuncio en la puerta que decía: «Cachorritos en venta». Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando: «¿Cuál es el precio de los perritos?». El dueño contestó: «Entre $300 y 500». El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas: «Solo tengo 106 pesos que he ahorrado… ¿Puedo verlos?». El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos se quedó considerablemente atrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba. «¿Qué le pasa a ese perrito?», preguntó. El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía la cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida. El niñito se emocionó mucho y exclamó: «¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!». Y el hombre replicó: «No, ese cachorro no puedo venderlo, si realmente lo quieres, te lo regalo». El niñito se disgustó, y mirando directo a los ojos del hombre le dijo: «Yo no quiero que usted me lo regale. Él vale tanto  como los otros perritos y  yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis 106 pesos ahora y 40 pesos cada mes hasta que lo haya pagado completo». El hombre contestó: «Ese perrito realmente no te gustará, hijo. El nunca  será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos». El niñito se agachó y se subió el  pantalón a la altura de la rodilla para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo: «Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda». El hombre se mordió los labios, sonrió y dijo: «Hijo, solo espero y rezaré para que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú». En la vida no importa quién eres, sino que alguien te aprecie por lo que eres, y te acepte y te ame incondicionalmente.

*** Mi más profundo agradecimiento a una persona llamada Antonio Guzmán, a quien no conozco en persona, pero no obstante me dijo cosas infinitamente agradables. Dijo ser admirador de mi hermano Luis desde cuando contaba tan solo con 10 años de edad y un señor amigo lo llevó al Estadio Olímpico, hoy Alejandro Borges, para ver lanzar a Luis con Gavilanes, con quien estuvo a punto de tomarse una foto que le prometió al salir del juego, pero se le olvidó. Vive en La Nueva Cabimas y me habló también de Israel Vicuña, quien dirige el Centro Histórico de Cabimas y quien desea conocerme. En cualquier momento nos encontraremos en el búnker de Enrique Salazar y la señora Irma, su esposa.

Me enteró también de los problemas de salud de Rafael «Che» Vicuña, gardeliano cien por ciento, recordamos Ramón Matos, Pedro Cañizález, Gerso Zambrano, Carlitos Fuenmayor y de Ramón Rodríguez, quien por cierto será exaltado al Salón de la Fama del Atletismo el próximo mes de diciembre. Gracias por todo a mi desconocido amigo.

*** La Fundación de la Gaita se abrió y hizo publicó las bases para otorgar el premio a la que será la Gaita del Año 2014. Con esa decisión retoman lo que tantos dolores de cabeza trajo a la organización, que a Dios gracias recupera los espacios perdidos. No me voy a adelantar a los acontecimientos porque están involucradas personas de reconocida solvencia moral como los hermanos «Rafito» y Heriberto Molina. Creo en ambos, sé que no habrá dobleces en la elección.

Lo que sí me preocupa en cierto modo, es establecer si este premio difiere del que está anunciando el Consejo Legislativo, cuyo premio es más alto que el de la Academia. Lo cierto es que habrán dos gaitas del año, que no es nada nuevo, pues en cada premio resulta que se da un ganador diferente. Escoger una gaita entre 20 mil no es fácil. Miren que puede resultar que una gaita que no concurse, sea mejor en todos los sentidos que la que resulte ganadora, pero hay que estimular a los compositores y allí están las dos ofertas. Espero que este espejismo se aclare pronto. Con esa cantidad de dinero se podría pagar las prestaciones a los que retiraron de la Fundación. Pasarían unas navidades espectaculares al poder resolver muchos problemas.

*** Hay personas que no saben guardar secretos. Se tiene la falsa creencia de que se debe divulgar en algún momento cosas en aras de la verdad, pero eso no es así. Hay un código de ética que en ocasiones te obliga a no divulgar lo que sabes. Para quienes no estén de acuerdo con esta mi posición va esta otra reflexión: El Silencio de Dios

Cuenta una antigua leyenda noruega, acerca de un hombre llamado Haakon, quien siempre miraba una imagen de Cristo crucificado. Esta cruz era muy antigua y a ella acudía la gente a orar con mucha devoción. Muchos acudían ahí para pedirle a Cristo algún milagro.

Un día Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso, se arrodilló ante la cruz y dijo: «Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz». Y se quedó fijo con la mirada puesta en ella, como esperando la respuesta. El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras: «Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición». «Cuál, Señor?», preguntó con acento suplicante Haakon. «¿Es una condición difícil?».  «Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor», respondió el viejo.

«Escucha… suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardar silencio siempre». Haakon contestó: «¡Os lo prometo, Señor!» Y se efectuó el cambio. Nadie advirtió el trueque. Nadie reconoció a Haakon, colgado de los clavos en la cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y este por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada. Pero un día llegó un rico y después de haber orado, dejó allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje. Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho se la había apropiado.

El rico se volvió al joven y le dijo iracundo: – «¡Dame la bolsa que me has robado!» El joven sorprendido, replicó: «¡No he robado ninguna bolsa!». «¡No mientas, devuélvemela enseguida!». «¡Le repito que no he cogido ninguna bolsa!», afirmaba el muchacho. Y el rico arremetió furioso contra el joven. Sonó entonces una voz fuerte: «¡Detente!». El rico miró hacia arriba y vio que la imagen le hablaba. Haakon que no pudo permanecer en silencio, gritó defendiendo al joven, e increpando al rico por la falsa acusación. Este quedó anonadado, y salió de la ermita. El joven salió también porque tenía prisa para emprender su viaje. Cuando la cruz quedó a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo: «Baja de la cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio». Pero Señor… —dijo Haakon— ¿Cómo iba a permitir esa injusticia?».  Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la cruz de nuevo y el ermitaño se quedó ante la cruz.

El Señor, siguió hablando: «Tu no sabías que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer. El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo… En cuanto al muchacho que iba a ser golpeado… Sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para el resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos, acaba de zozobrar el barco en el que ha perdido la vida. Tu no sabías nada. Yo sí. Por eso callo». Y el Señor nuevamente guardó silencio.

Muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué razón Dios no nos contesta… por qué razón se queda callado? Muchos de nosotros quisiéramos que Él nos respondiera lo que deseamos oír, pero Dios no es así. ¡Dios nos responde aún con el silencio! Aprende a escucharlo. Su Divino Silencio, son palabras destinadas a convencernos de que Él sabe lo que está haciendo… En su silencio nos dice con amor: Confíen en mi…, ¡Sé bien lo que debo hacer!…Buen provecho a todos los lectores.

¡Quedó escrito. Epa, ya está. Nos vamos!

Foto: Archivo/ Luis Rivas, mi apreciado gaitero viejo, nos hizo pasar un susto a todos sus amigos, pero a Dios gracias los médicos actuaron a tiempo. Hermano nada más propicio que las oraciones en momentos tan difíciles como este por el que pasas.

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