Supresión de la barbarie en Irak y Siria

14 de septiembre, 2014 - 1:35 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Ante la gravedad de lo que ocurre en Irak y Siria por la irrupción de la barbarie extremista del Estado Islámico, se está gestando una insólita alianza a nivel de las grandes potencias y los países de la región amenazadas por el terror del grupo Isis: Irán dialoga con Irak y Washington, mientras que Israel y Arabia Saudita, hacen lo propio, cruzando informaciones de inteligencia militar. ¿Con qué propósito? Para suprimir la mayor de todas las amenazas surgidas en la región.

El brote del Estado Islámico atenta contra diversos intereses estratégicos: 1) Pone en tela de juicio y bajo crítica universal al mismísimo Islam como religión, que nada tiene que ver ni está de acuerdo con el cercenamiento de gargantas de periodistas extranjeros capturados por los fanáticos extremistas; 2) Pone en grave peligro de extinción a los musulmanes chiitas en Irak, Líbano y desde luego, Teherán; 3) Amenaza seriamente la existencia misma del Estado de Israel; y 4) Constituye de hecho una nueva desmembración o la balcanización geopolítica del Medio Oriente.

Debe quedar bien claro que el propósito que motiva a los extremistas sunnitas, es opuesto a lo que dice el Corán, y en modo alguno su implementación, tal como los bárbaros alegan. De hecho, los radicales fundamentalistas son todo lo contrario a lo que el Islam verdadero pregona: paz, orden y sumisión a la Voluntad de Dios. Mahoma se inspiró en el patriarca Abraham y también —según la tradición—, en el Arcángel Gabriel con un único propósito: Perfeccionar el contenido del monoteísmo judáico y cristiano y así alcanzar una genuina sumisión a Aláh.

No es verdad que la llamada Yihad se proclamó para llevar a cabo o legitimar acciones tan bárbaras e inhumanas como matar a mansalva con disparos en la nuca de decenas y centenas de jóvenes de otras fe, a quienes capturan y acuestan boca abajo para dispararles por detrás; tampoco la Yihad fue instituida para atentados terroristas, secuestros de aviones y degüellos de «infieles», ni nada que se le parezca. La palabra Islam significa «sumisión a la voluntad de Aláh —Dios—, en el idioma árabe, cuya virtud central es la misericordia y la compasión».
Existe desde la década de los años 70 a raíz de la guerra del Yom Kippur entre árabes e israelíes, una desvirtualización del término Yihad y aquello que se proclamó como deber interno de lucha de todo musulmán contra su naturaleza baja y pecaminosa (Yihad mayor) y/o contra los enemigos de la religión que ofenden al Profeta (Yihad menor), terminó por convertirse en un arma política para justificar la barbarie y el asesinato. Ese no es el Islám ni mucho menos el contenido del Corán, el sagrado Libro de los musulmanes.

Tal desnaturalización es producto del islamismo, no del Islam, así como la palabra egoísmo es la desnaturalización del ego y el nacionalismo de nacionalidad, militarismo de la institución militar y así por el estilo. Lo que llegó a Irak y Siria tiene que ser radicalmente suprimido o extirpado de raíz, no solo en el plano físico, sino también en el ideológico. Esto último es algo extremadamente importante y todos las partes en la región deben plantearse y analizar sesudamente las razones y los motivos reales por los cuales un nutrido grupo de jóvenes ingleses, alemanes, franceses, belgas, americanos musulmanes, se hayan dejado llenar la cabeza de tanta ideología fundamentalista, odio a la cultura de Occidente y de inaceptable fanatismo, llegando al extremo, en medio de su locura, a malponer a su misma religión.

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