Entreveo

4 de abril, 2017 - 8:00 am
Soc. Enrique Parra / [email protected]

Soc. Enrique Parra

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La participación política y la participación electoral, son conceptos que toman cuerpo y se desarrollan desde su esencia en los sistemas políticos democráticos, en consecuencia, son estudiados y evaluados a partir de su contexto sociopolítico, sobre la base de las condiciones históricas, políticas y sociales que tales constructos exigen para su eficacia político-institucional.

Las sociedades que instauran autentica democracia impulsan su desempeño político e institucional, promoviendo la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones orientadas en el manejo de lo público, estableciendo concepciones jurídicas-políticas dinamizadoras de la participación política, como por ejemplo, la democracia participativa y protagónica.

De allí que, la vitalidad del orden político democrático reside en la capacidad de la institucionalidad jurídico-política para promover, activar y garantizar la participación política organizada de todos los ciudadanos, que al fin y al cabo son víctimas o beneficiarios de la gestión pública de los gobiernos que ellos mismos se proveen, desde la participación electoral. La participación electoral en la modalidad mas dinamizada, de participación política.

En razón de lo señalado es imprescindible, ineludible que una sociedad tipificada como: pacifista, cohesionada, participativa, protagónica, progresista y democrática garantice y privilegie la organización de elecciones libres, secretas y universales, la conformación de sindicatos, de gremios, de partidos políticos, estructuración del poder popular y otras organizaciones de la sociedad civil ajustadas y regidas por el ordenamiento jurídico vigente y dentro del legitimo ejercicio político democrático. En la sociedad democrática, están los ciudadanos en el deber de participar todos protagónicamente, provistos de la insoslayable eticidad en el debate de lo público, que es donde se origina el acontecer democrático respecto del poder, orientado por la universalidad del pensamiento humano.

Esta perspectiva teórica, sugiere que existen nuevas formas de concebir y hacer política, las cuales propugnan cuestionamiento, negación y cambio de la política democrática tradicional (monopolizadora, excluyente, elitesca, tutelada, representativa y políticamente degradada); es así como a finales del siglo XX, se manifiestan importantes cambios y transformaciones en organizaciones con fines políticos, destacando el surgimiento, desarrollo y avances de diversos movimientos sociales, culturales y políticos como alternativas concretas de lucha democrática y participación política, frente a desgastados partidos políticos tradicionales, viejos paladines de la desvirtuada, agotada e ineficiente representación popular.

 

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