Editorial

En Las Pulgas: O nos amarramos los calzones, o nos los terminan de quitar

12 de junio, 2020 - 10:12 am
Gastón Guisandes López

Gastón Guisandes López

Las Pulgas, fue construida, junto con la Avenida Libertador, en el primer ejercicio presidencial de Rafael Caldera y siendo gobernador del Estado Zulia, Hilarión Cardozo.

El Mercado Principal, hoy Palacio de Eventos, era un lugar inapropiado, pequeño y disfuncional: De allí partía―por los años 30― el tranvía que llegaba hasta lo que hoy sería la intersección de Bella Vista y Cinco de Julio.

Las avenidas, Principal y La Marina, así como la Calle Comercio, eran un reflejo de lo que, para aquel momento, conocíamos como el mayor desorden urbano: ¡Que valga la contradicción, muy bien organizado!

Las piraguas llegaban al malecón, en el Centro de la Ciudad y en torno a ellas se movían los productos y pasajeros que viajaban, hacia y desde el Sur del Lago, mientras los verduleros, carniceros, minoristas y cuanto Dios Creó, se daban cita, desde muy temprano en la madrugada, en torno a los tres mercados del centro (Principal, Comercio, La Marina) y a la cantidad de tarantines que se inundaban de borrachines, rateros, prostitutas, homosexuales y delincuentes de toda calaña.

Caldera, en señal de agradecimiento con el Zulia, que había sido determinante en su victoria por la Presidencia de la República, se volcó en tan magna obra de transformación del centro de Maracaibo y de ese sentimiento de agradecimiento, nacieron, además de Las Pulgas, la nueva Plaza Baralt y la estratégica vialidad del centro, engrandecida con muchas construcciones, así como una red, de calles y avenidas, que hizo posible el desarrollo del centro, incluidas entre ellas y con el paso del tiempo, las Torres Petroleras y tantos centros comerciales que acogieron importantes edificios.

Pero, y siempre aparece un pero, todo se fue viniendo abajo: principalmente el Marcado de Las Pulgas, del cual se fueron adueñando los tracaleros, los indocumentados, los traficantes de drogas, las prostitutas, los portadores de enfermedades venéreas, los ladrones, los rateros y demás escorias sociales, a quienes, aun siendo minorías destructoras, los ciudadanos de bien no paramos a tiempo y les permitimos que se apropiaran de lo que podríamos calificar como una entre las más importantes obras públicas construidas en el Estado y particularmente de gran beneficio para Maracaibo.

Los ciudadanos de bien ―porque no hacíamos, ni hacemos el mal―, dejamos que los malos, los perversos, se adueñaran de Las Pulgas y que, poco a poco, la fueron convirtiendo en el cuartel donde se han ido acantonando los malvados: Trafican con el dinero a título de librecambistas, a la vez que explotan los dólares que traen de Maicao, junto con todo la malo que desde esa fronteriza ciudad colombiana se puede traer, usualmente drogas; Hemos sido excelentes contrabandistas de bienes pasados por la frontera, comenzando por la gasolina, pero pésimos ciudadanos, cómplices con el silencio y el consentimiento que damos a los delincuentes que se dan cita en el centro de Maracaibo.

En honor a la verdad y a los hechos ciertos, reconozco que tanto Omar Prieto, Gobernador del Zulia, así como Willy Casanova, Alcalde de Maracaibo, se restearon y comenzaron con Las Pulgas a sanear los ambientes y apresar los bandidos: Actualmente ambos, Gobernador y Alcalde, van por todo el centro de la ciudad, dedicando atención fogosa al Mercado de Santa Rosalía y sus espacios aledaños, que nada tienen que pedir a lo pésimo y nefasto de los contribuyentes con los ambientes vecinos y el resto de los espacios donde se concentran los malandros: El Corazón de Maracaibo.

Lea también: Juan Guaidó mil veces traidor

La colectividad toda, como siempre ocurre entre nosotros los venezolanos, se esconde, como vecinos atorrantes, para no dar la cara, ni asumir riesgos, pero siempre con la boca floja para, hablando hasta por los codos, excusar la cobardía, más de las veces, “encompinchada” con los bandoleros.

Gobernador Omar Prieto; Alcalde Willy Casanova: La gente de bien, los decentes, los honrados y los enamorados de la ciudad los respaldan, no cedan y persigan, hasta acabarlos, a los traficantes de drogas, a los comercializadores de dinero, a los ladrones de cuanto se puedan robar, a los violadores de niñas o jovencitas, a los que defecan u orinan en cualquier lugar de las calles de centro, a los que escupen en calles y aceras y, además botan la basura en la vía pública y en fin, a los insolentes y arbitrarios: Vale decir, a los que no aman a Maracaibo y especialmente, los que además de delincuentes son, muchos de ellos, extranjeros enemigos de Venezuela

Gastón Guisandes López
Edito

 

 

NOTICIAS SUGERIDAS

Comentarios cerrados