Editorial: Equidad: Dar a cada quien cuanto en justicia le corresponde

29 de julio, 2014 - 2:12 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Señor Gobernador: Me permito escribirle esta nota porque es urgente su intervención para corregir un proceso continuado de especulación mediante el cual, los supermercados De Candido, Centro 99 y Enne, entre los más grandes, pero secundados por los medianos y hasta por los pequeños mercados, abastos y comercios en general, quienes vienen obteniendo un desvergonzado enriquecimiento sin causa, explotando para ello a los consumidores con la perversa medida que obliga a comprar, al menos trescientos (300,00) bolívares en productos no regulados para poder adquirir los artículos regulados.

Créame que lamento tener que involucrar su atención en este asunto, pues me consta su atención constante al impulso que da a los programas de acción que adelanta la Gobernación y, a su vez, tengo a la vista su preocupación por resolver los problemas que se presentan en el diario hacer, pero es imperioso que en vista de la voraz, ilegal y grosera conducta seguida por estos empresarios que suplantan, con su proceder inmoral, a los agiotistas que en el centro de la ciudad le arrancan la cartera, la chequera y los bienes a los comerciantes que caen en manos de estos miserables.

Bien sabemos que la Ley de Protección al Consumidor prohíbe, expresamente, condicionar la venta de un producto a la adquisición de otros y esto lo hacen esos agiotistas, sin vergüenza y sin misericordia, con el público consumidor.

Primero: Nunca tienen todos los productos regulados disponibles para que el consumidor pueda, con una sola compra de productos no regulados, adquirir todo cuanto necesita y entonces —bajo coacción, descarada y abusadora— amenazando al comprador con el empleo de la policía, a veces con la Guardia Nacional, le impiden comprar los regulados.

Segundo: Como en cuanto a los productos no regulados ninguna autoridad controla, eficiente, eficaz y severamente, que los precios no sean especulativos, estos bárbaros, bochorno del comerciante honorable, se afincan sin taza ni media para arrancarle al comprador el dinero del bolsillo.

Tercero: En el colmo de la truhanería, cuando tienen varios tipos de productos regulados, sacan a la venta los menos posibles de cada tipo o escamotean la oferta y solo venden uno o dos de los tipos en existencia para, con ello, garantizarse muchas ventas por montos de bolívares trescientos (300,00) por cada cliente y mientras el cliente almacena productos, ellos atesoran sin piedad, las riquezas fraudulentamente obtenidas.

Cuarto: Las compras por Bs. 300,00, han contribuido al almacenamiento de productos innecesarios y con ello, al desabastecimiento y, de hecho, los adquirientes se han convertido en acaparadores que compran los de mayor uso y los guardan, en perjuicio de quien los necesita, pero no los encuentra.

Quinto: Muchos de cuantos compran los productos no regulados, terminan vendiéndolos a precios por encima de su valor real a quienes los compran porque hay escasez, esa escasez artificial que presiona los precios hacia arriba.

La perversión del mercado, descrita sin entrar a otras observaciones de fondo, se producen porque perversos son los promotores que las propician y desgraciadamente frente a un público consumidor maniatado y resignado, pero enfurecido.

Gobernador: Ordene a quien corresponde acabar con la compra mínima de Bs. 300,00 para poder comprar productos regulados, aunque manteniendo las cantidades límites por consumidor y por compra, pero no se puede sacrificar a las personas de buena fe por culpa de terceros que al final se convierten en enemigos, porque como enemigos se sienten tratados.      

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