El nuevo Parlamento

25 de mayo, 2015 - 2:49 pm
Redacción Diario Qué Pasa

La imagen que a la sociedad proyecta el Parlamento dentro de los regímenes democráticos, no siempre está de acuerdo con el importante papel que la institución tiene. Esto no es una situación reciente, ni una particularidad de las nóveles democracias como la nuestra.

En los sistemas democráticos las competencias de los parlamentos se encuentran limitadas por el precepto constitucional. Si nos guiamos por el clásico sistema de división de poderes, la función legislativa parece ser la específica de los órganos parlamentarios, siendo más claro el panorama en el caso de los sistemas presidencialistas donde esta división es más nítida.  Sin embargo esta función no es única ni excluyente, y a los cuerpos deliberativos hoy se les reconoce múltiples roles, tales como: investigar, regular, controlar, inspeccionar, vetar y fiscalizar.

El Parlamento también funge como caja de resonancia de la opinión pública, ya no solamente como controlador del Gobierno, sino cualquier circunstancia que conmueva la muy sensible opinión pública de una sociedad libre tiene su manifestación en las asambleas, que por la forma de elección de sus miembros, por el contacto permanente que ellos tienen con sus electores y por el carácter político que por antonomasia tienen, deben manifestar en su seno los espasmos que se dan en el interior de las sociedades que representan.

En los primeros años del siglo XXI se pone de manifiesto una marcada paradoja. Por una parte, la democracia se impone en la mayoría de los países del mundo; empero, se ha observado una fuerte desilusión de cara a los resultados de la democracia en la práctica, tanto entre los ciudadanos de las viejas democracias como entre los de las democracias nuevas y emergentes. Quizá esta desilusión haya sido siempre un aspecto inherente al proyecto democrático y a lo que el ensayista político italiano Norberto Bobbio llama sus promesas incumplidas, el contraste entre lo prometido y los resultados reales.

Este año seleccionaremos a los integrantes del nuevo Parlamento nacional, la asamblea de los ciudadanos y ciudadanas que representarán a las entidades federales de nuestra República en la gran plenaria que representa el centro de los debates de los grandes temas de relevancia nacional e internacional. Comporta una colosal oportunidad para decidir los destinos de la nación, entre quienes desean aventurarse a cambiar las políticas públicas instauradas y los que desafiamos  los protervos pronósticos y soñamos con una sociedad justa e igualitaria corrigiendo errores y distorsiones que resultan necesarios enmendar.

Así, el Parlamento aporta una contribución vital a la democracia, a diversos niveles y en forma simultánea. En el marco de las instituciones gubernamentales, es el órgano representativo a través del cual se expresa la voluntad popular, se manifiesta su diversidad, y donde se debaten y zanjan las diferencias. Luego, el nuevo parlamento debe representar una fotografía del pensamiento histórico genético de la sociedad venezolana actual, con hombres y mujeres acoplados con la concepción del Estado democrático, de derecho y de Justicia, convirtiéndose en el motor proyectivo de la sociedad para convertir los derechos económicos y sociales en participación efectiva y justa de los ciudadanos en la riqueza social, manteniendo el decurso de la colectividad dentro de las exigencias de seguridad que conforman el Estado de derecho.

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