«La insaciable sed de lucro de las grandes compañías farmacéuticas, como Pfizer, está alimentando una crisis de derechos humanos sin precedentes que afecta el derecho a la vida y la salud de miles de millones de personas», denuncia Amnistía Internacional (AI) en un informe publicado el 11 de noviembre.
Entrevistada por Radio Francia Internacional, Nuria Berro, portavoz de esta ONG internacional, explica cómo la empresa Pfizer ha recurrido a argumentos engañosos para ocultar que la mayoría de sus vacunas contra el coronavirus, exactamente nueve de cada 10 dosis ha sido distribuida en países de ingresos altos contribuyendo así a «una desigualdad de las vacunas inaceptable. Hemos alcanzado el hito del 50% de la población mundial vacunada, pero solo un 3,7% de los países de ingresos bajos ha recibido la primera dosis», afirma Berro.
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Según investigaciones de AI, el laboratorio Pfizer -cuya ganancia anual por ventas de la vacuna COVID-19 es de 31.000 millones de dólares- ha mentido en tres puntos principales respecto a su compromiso con la equidad de sus vacunas.
La distribución, primera gran falacia de Pfizer
La multinacional basada en Estados Unidos afirma haber suministrado al menos mil millones de dosis a países de ingresos medios y bajos. Pero el discurso de Pfizer es engañoso, explica Berro: “cuando la empresa habla de ingresos medios incluye a los países de ingresos medios altos”.
Amnistía Internacional precisa que la trampa de esta amalgama tan amplia que incluye al 84% de la población mundial es que disimula que la mayoría de dosis de Pfizer ha ido a parar a países de ingresos medios, pero de la franja superior (según las categorías del Banco Mundial) como Tailandia, México o Malasia.
A finales de septiembre, la empresa afirmó que había enviado un total de 2.000 mil millones de dosis. En una carta enviada a Amnistía Internacional en noviembre, tuvo que reconocer que, de esos 2.000 millones, solo 154 millones de dosis, menos del 8% del total, habían llegado a 42 países de ingresos bajos y medios bajos.
Conocimiento y tecnología compartidos, segunda gran falacia de Pfizer
Pfizer asegura comprometerse a compartir su conocimiento científico y herramientas. Sin embargo, explica la portavoz de Amnistía Internacional, «estas declaraciones contrastan radicalmente con la realidad de Pfizer que o bien está ausente de las iniciativas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para compartir este conocimiento o está directamente en contra y las bloquea».
En el primer caso, Berro se refiere a la negativa de la empresa a unirse al Grupo de Acceso a Tecnología COVID-19, implementado para agrupar datos y conocimientos, así como a participar en el Centro de Transferencia de Tecnología de Vacunas de ARNm de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Sudáfrica, retrasando severamente el desarrollo de la producción en África.
En el tema del bloqueo a las iniciativas, Berro cita la presión activa de Pfizer contra la exención provisional de los derechos de propiedad intelectual que permitiría ampliar a gran escala la capacidad de producción de vacunas contra la COVID-19 y hacerlas accesibles a todo el mundo.
Autofinanciamiento, tercera gran falacia de Pfizer
El último argumento engañoso de Pfizer citado por Amnistía es que la empresa garantiza que los costos de desarrollo y fabricación relacionados con la vacuna COVID-19 son totalmente autofinanciados, “cuando en realidad la compañía se ha beneficiado de los pedidos anticipados de algunos de los países más ricos del planeta y de una importante financiación pública a través de su socio alemán BioNTech.”
50 días, 50 % de dosis
Faltan 50 días para que las farmacéuticas cumplan con sus compromisos respecto a garantizar una distribución equitativa de sus dosis a la que exhorta la OMS, recuerda Amnistía Internacional.
En ese sentido, la ONG llama a las multinacionales productoras de las vacunas a que antes del 31 de diciembre cumplan con el compromiso de dedicar el 50% de sus dosis a países de ingresos medios y medios bajos. Y a los Estados a que redistribuyan los cientos de millones de vacunas que tienen almacenadas. «De cumplirse estas metas trazadas por la OMS, 1.200 millones de personas serían vacunadas en estos países y se salvarían 2 millones de vidas» precisa la portavoz de Amnistía Internacional, Nuria Berro.
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