Bajo el anonimato, quienes atestiguaron su niñez, aseguraron que «no siempre quiso ser un criminal»

«Canaguaro»: un joven marcado por el crimen y la sed de comandar

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28 de abril, 2017 - 2:41 pm
Mayerlin Barboza / [email protected]

El ministro de Interior, Justicia y Paz, Néstor Reverol, manifestó que «a punta de tiros y cobro de vacunas «Canaguaro» sembró el terror y la muerte en Los Puertos de Altagracia»

Foto: Mayerlin Barboza

Maracaibo — Hace ya casi 26 años, David José Nava Silva llegó al mundo. Su nacimiento tuvo lugar en el sector El Guárico, de Los Puertos del Altagracia, municipio Miranda, en la Costa Oriental del Lago, zona en la que de acuerdo a lo informado bajo el anonimato, por parte de quienes atestiguaron su niñez, lo vieron crecer como un niño cualquiera, que juagaba trompo, perinola y demás juegos tradicionales, que cursó la educación básica y parte del bachillerato, pero jamás imaginaron que con el pasar de los años, ese joven se convertiría en uno de los mayores y más peligrosos azotes de la costa que acobijó gran parte de su vida.

Como «Canaguaro», lo empezaron a llamar una vez inició su vida delincuencial, con muy poco tiempo en el mundo hamponil, su habilidad para asesinar, robar y extorsionar hizo que su reputación llegara a oídos de Tirso Meleán, dirigente de la banda delictiva más peligrosa de la COL, y éste no lo pensó mucho y lo «reclutó», convirtiéndolo en uno de sus más preciados tiradores, al igual que el «Puchungo» y el «Munrra», quienes hoy al igual que «Canaguaro», se han convertido en cadáveres.

Con tan solo 23 años, en el año 2014 su alias comenzó a propagarse como un sinónimo del peligro, traspasando las fronteras de la costa y expandiendo su sombra homicida a lo largo de toda la entidad zuliana. Para cuando eso sucedió ya contaba con una solicitud ante la ley por el delito de homicidio calificado, con data desde el 30 de marzo del 2013.

En abril de 2014 ya era activa y enfáticamente buscado por las autoridades, quienes lo involucraban en al menos 15 asesinatos.

Y es que tal parece, que fue ese año, el cual escogió para posicionarse en la cúspide de la pirámide jerárquica de la banda de Los Meleán, ya que en el mes de julio, atentó contra el jefe de investigaciones del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), base Ciudad Ojeda, Juan Carlos Burgos, y contra el subdirector del mismo organismo, Danilo Colmenares.

A partir de ese hecho, marcó aún más su presencio ante la lupa justiciera no solo del CICPC, sino ante todos los cuerpos de seguridad del Zulia.

Dio el ejemplo

Sus hermanos, Bily Jack Nava Silva (23) y Daniel Nava Silva (19), lo vieron crecer y siguieron sus pasos. Sin dudarlo se convirtieron en asesinos y trabajaban con miras a alcanzar el «respeto» que obtuvo su consanguinero tras acabar con la vida de más de 50 personas.

Este par de jóvenes disfrutó menos tiempo de la vida hamponil, ya que el pasado 24 de marzo, en medio de un operativo, funcionarios del CICPC les dieron de baja luego de que éstos se enfrentaran a disparos.

Estaban implicados en el homicidio contra tres sujetos en una licorería de Los Puertos de Altagracia, ocurrido el 17 de marzo, en donde Javier Mavárez, Ángel Javier y José Geizeles, perdieron la vida ante sus gatillos.

No daba tregua

«Cuando una víctima se le metía «entre ceja y ceja», no había poder alguno que lo hiciera cambiar de idea», así lo manifestó una fuente policial anónima.

El 7 de marzo de 2016, ordenó el asesinato de Moisés David Lugo Vílchez (34), mientras jugaba softbol, dentro del estadio de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Zulia (LUZ), hecho que ocurrió delante de todos los espectadores del juego, con total sangre fría como quien asesina una mosca. Este crimen se perpetró debido a una presunta negación a pagar una extorsión.

A Edwin Matos (63) y a Reinaldo Huertas (48), los asesinó con total alevosía en hechos distintos, ocurridos el mismo día —14 de julio de 2016— con seis horas de diferencia.

Matos recibió ocho balazos de parte de «Canaguaro» para cobrar una venganza, aún y cuando estaba en compañía de su hija menor y de su nieta, mientras que a Huertas lo atrapó al tapárselo de frente en el sector El Guárico, y sin motivos aparentes, «para desahogar su maldad un poco» lo baleó dejándolo muerto en el sitio.

Sus últimas balas

La última vez que accionó su pistola, tipo Glock, modelo 19, con selector de tiros, fue la tarde del pasado miércoles, cuando se enfrentó a funcionarios del Eje de Vehículos y la brigada contra bandas del CICPC, en el edificio en el que se «enconchaba» en el sector Paraíso, de Maracaibo y cayó fulminado en compañía de uno de sus lugartenientes.

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