Máscaras, mentiras, autoengaños del sexo

El sexo y sus mentiras

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23 de mayo, 2019 - 1:31 pm
Carol Morán/ Agencias

Una compañera de nocturnidades acabó una noche renunciando a un posible amante con un soberbio «no, gracias, no sé en qué momento has pensado que me gustabas». Pero ese «no, gracias» cuajadito de altivez que le salió era mentira. Sí quería, el problema era que estaba sin depilar y no concebía desnudarse por primera vez delante de alguien con los diminutos seis pelos que habían empezado a asomarle a mitad de la pantorrilla. Esa excusa, aparentemente inofensiva, encerraba algo no tan inofensivo: una autoexigencia que la mantiene siempre alerta y una autocensura que provoca a menudo la negación de sus propios deseos, que la pone a la defensiva y la convierte en un ser orgulloso que asoma como un monstruo. Eso sí, solo es un disfraz.

Máscaras, mentiras, autoengaños y cinismo que Adriana Royo analiza y descuartiza en Falos y falacias (Arpa, 2018), un libro sobre cómo los seres humanos se engañan y engañan al otro, sobre cómo se relacionan partiendo de la estafa. «¿Cómo van a ser, entonces, nuestras relaciones con los demás? ¿Cómo va a ser el sexo que tengamos?», pregunta esta sexóloga y terapeuta en la introducción. Y contesta: «Pues impactantemente mentira». En la investigación de campo que hizo —entrevistas a 100 hombres y 100 mujeres de entre 15 y 70 años— encontró a un 81% de mujeres que afirmaron haber fingido la excitación y el orgasmo en varias ocasiones y con la mayoría de sus parejas y amantes; y a un 71% de hombres que afirmaba que nunca les habían fingido un orgasmo. Ella apunta: «Estamos hablando de muchas mujeres insatisfechas y muchos hombres engañados». Para cortar con eso escribió este libro, que empieza con un consejo: desaprender.

Pregunta. ¿Desaprender para vivir una sexualidad que no sea de mentira?

Respuesta. Observo que nos vivimos a nosotros mismos disociados de nuestras emociones, construyendo esta fachada narcisista, esta imagen ideal que nos separa de nuestros miedos. Por lo tanto, la sexualidad que tendremos estará desconectada de nuestra propia intimidad. Más que mentira lo llamaría desconexión.

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