Mientras los llantos impregnaban el salón Santiago de la funeraria Mansión Apostólica, unas risas y anécdotas trasladaban a los presentes a otro mundo imaginario que recreaba las travesuras del joven Sergio
Foto: Wilmer Cubillán
Maracaibo — Dolor, llanto y frustración reinó la mañana de ayer en el funeral de Sergio Bell Smith (20), quien fue asesinado la tarde del pasado domingo.
Su cuerpo reposaba dentro de un ataúd, escoltado por dos lámparas que alumbraban su última presencia física en la tierra, al mismo tiempo que las flores se codeaban entre los presentes que lloraban sin consuelo la lamentable tragedia.
Su madre con una mirada perdida entre los presentes se aferraba el féretro. Su cara rozaba el vidrio en reiteradas ocasiones mientras una fotografía de su «pequeño» la apretaba junto a su pecho.
Mientras los llantos impregnaban el salón Santiago de la funeraria Mansión Apostólica, unas risas y anécdotas trasladaban a los presentes a otro mundo imaginario que recreaba las travesuras del joven Sergio.
Allí, sus compañeros de estudios y amigos de la infancia lo recordaban con todas sus ocurrencias. «Era un muchacho muy alegre, buen amigo, es decir, un perrito faldero, no desamparaba a sus panas», recordó Carlos Páez, amigo de Sergio.
A las 12:00 del día la salida de unos ramos, anunciaba la partida al cementerio Jardines La Chinita, donde fue despedido por cientos de amigos y familiares.
Recordemos que Sergio y su hermano Diego (18) fueron víctimas de un loco al volante quien les disparó sin compasión. Sergio murió a su ingreso a un centro asistencial, mientras Diego sigue batallando por su vida.
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