Niña de 10 años se ahorca accidentalmente

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15 de febrero, 2014 - 1:46 pm
Redacción Diario Qué Pasa

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Un juego de niños culminó en tragedia en el barrio San Sebastián, donde dos hermanitos jugaban en un columpio improvisado con un mecate. La pequeña Amelia resultó ahorcada al girar en el árbol frente a los ojos de su hermanita de cuatro años.

Maracaibo — Mientras sus padres iban a buscar yuca para el desayuno, tres niños decidieron jugar en un árbol al columpio. Un mecate sirvió como entretenimiento para los pequeños, hasta que uno de ellos desgraciadamente se ahorcó ante la mirada inocente de sus dos hermanitos.

A las 8:00 de la mañana de este jueves, Amelia Josefina Urdaneta Epinayú, de 10 años de edad, perdió la vida en la humilde vivienda 142-469 del barrio San Sebastián, parroquia San Isidro.

Hermanitos intentaron reanimarla

En la casita improvisada dispuesta de solo cuatro latas de zinc, el mayor de sus hermanos, Segundo Urdaneta, de 12 años, dormía, fue alertado por la menor de 4 añitos, «¡Despertate!, que Amelia quedó como un chivito en la mata, y no se mueve», fueron las inocentes palabras de la criatura.

Segundo se despabiló de inmediato y al salir hasta el patio logró quitarle la cuerda del cuello a su hermana, la cargó hasta un chinchorro que estaba adentro, «¡Amelia hablame!», y ella siguió sin moverse. El niño decidió salir en busca de ayuda, encontrando a pocos metros a su tío José Manuel, que venía por el camino polvoriento que conduce hacia la casita, pero ya no había esperanzas de vida, Amelia había muerto.

No pasó ni una hora cuando Anisis Epinayú y David Urdaneta, los padres de los niños, regresaron de buscar el alimento para la familia, encontrando la peor de las escenas. Consternados los dos, no encontraban consuelo.

Entre la miseria y la desgracia

Los esfuerzos para salvar a la niña fueron en vano, la preocupación de los progenitores se redirigió a cómo sepultar a la niña. Una  vida llena de carencias, donde el trabajo como vigilante de David alcanza solo para las tres comidas, a veces dos, no había dinero para despedir de manera digna a Amelia.

Rápidamente la voz se regó entre los habitantes de la zona, la solidaridad se hizo presente, y el consejo comunal Teiruma Bolivariana, diligentemente consiguió el ataúd, donado por la Gobernación del estado para velar los restos de Amelia.

Ahí mismo, en la sala del ranchito, en el más humilde escenario que cualquiera pueda imaginarse, con el féretro de fondo, su madre y hermanos relataron —en un castellano precario— lo sucedido.

Los actos de inhumación de la infante se realizarán en el camposanto San Sebastián, a las 11:00 de la mañana de este sábado.

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Fotos: Alfredo Chinaleong

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