Padres y representantes pilas con los más pequeños

Descuidos cobran la vida de inocentes (I)

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1 de marzo, 2017 - 8:51 am
Mayerlin Barboza / [email protected]

«El niño no es un organismo capaz de vida independiente y por eso necesita la constante supervisión de padres y representantes, el niño es imperativo y desconocedor total del peligro»

Fotos: Archivo

Maracaibo — La muerte no aplica criterios de selección. La vida de pequeños inocentes ha sido opacada en circunstancias atroces. Sonrisas se han borrado, ojos han dejado de brillar, inocencias han sido cercenadas y cortas existencias han sido arrebatadas.

Los padres siempre sueñan con criar a sus hijos y llevarlos a la adultez con los mejores valores, y sobre todo esperan que, aunque tristes, sean ellos quienes les vean partir de este mundo terrenal. Sin embargo, muchas veces su imprudencia en cuanto al debido cuidado que amerita un pequeño, hace que la orden de la vida dé un giro total y muestra una realidad totalmente ajena a la felicidad: cortas vidas inocentes sorprendidas por la muerte.

Dieciséis es la cifra aproximada de los niños que murieron en el estado Zulia en el 2016 a causa de un denominador común: el descuido. Fallecimientos que no solo significan el fin de la vida de las víctimas, sino también el calvario en el porvenir de sus familiares y amigos.

En este trabajo investigativo serán mencionados los casos que más alarmaron a las comunidades zulianas.

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El llanto de su madre desgarró a los presentes en la morgue

«Gatillos» apaga sueños

Las frías, oscuras y penetrantes balas provenientes de las armas de fuego, que en manos equivocadas, disparan a diestra y siniestra, acabaron con la vida de Ismael Alejandro Aguirre, un pequeño de 9 años, quien en medio de su inocencia y aprovechando la ausencia de sus padres, se asomó a la ventana de su casa para curiosear una disputa entre bandas y fue sorprendido por el disparo de una pistola que le apagó la existencia. Ese 25 agosto el vecindario del callejón San Jaime, en el sector Valle Frío, apagó su voz producto de la mezcla de asombro y tristeza que produjo el asesinato del niño que horas más tarde cumpliría 10 años de vida.

Por si fuese poco, en hechos aislados pero en similares circunstancias, cuatro días más tarde, el 29 de agosto Sinaí de Los Ángeles Reverol, con tan solo 11 años, se convirtió en la siguiente víctima de las balas perdidas en el barrio San Crispo de Los Puertos de Altagracia, municipio Miranda. La niña caminaba por la referida zona, tomada de la mano de su madrastra, cuando una lluvia de balas, producto de una disputa entre bandas, las sorprendió. La descuidada mujer, sin premeditar las consecuencias, echó a correr a Sinaí para que se resguardara dentro de su vivienda, sin contar que sus pequeñas, delgadas y temblorosas piernas no serían tan veloces como los disparos, que tras impactar en su intercostal izquierdo y pierna derecha, le arrebatarían la vida. La menor quedó tendida sobre el pavimento y su madrastra resultó ilesa.

Otro hecho que estremeció al Zulia fue el suceso ocurrido el 19 de noviembre, día en el que un bebé de 18 meses de nacido murió luego de que un grupo de vándalos ingresara a su casa a robar y lo baleara. Una de las hipótesis que se maneja es que al llegar los ladrones a la vivienda el padre de la víctima, identificado como Toncel Palomino, tomó al niño en sus brazos para escudarse de los balazos.

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La familia de Isamel lloró su partida

¿Por qué los niños no están al cuidado de un adulto?

Quizá la respuesta alude a obligaciones laborales, tareas domésticas o sencillamente a la irresponsabilidad de algunos adultos, que a fin de satisfacer necesidades propias —de la índole que sean— se olvidan de la supervisión a los niños.

Carmen Leticia Quintanar Gamboa, licenciada en Psicología, egresada de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, especializada además en Sociología Familiar, define el descuido de los padres como «negligencia infantil», afirma que tratándose de niños o adolescentes, el protagonismo de los adultos responsables es fundamental tanto para proteger como para supervisar su conducta y prever posibles peligros. Gamboa cita en su trabajo investigativo, La Conducta Familiar y sus etapas. «El niño no es un organismo capaz de vida independiente y por eso necesita la constante supervisión de padres y representantes, el niño es imperativo y desconocedor total del peligro».

Los primeros dos meses del año en curso, no han sido ajenos a la desgracia que atañe a los menores de edad. Cuando apenas transcurrieron 20 días del mes de enero, un adolescente de 15 años perdió la vida en un hecho que enlutó al barrio Libertador, avenida 93A, calle 79K, casa número 79K-76, de la parroquia Antonio Borjas Romero, al oeste de la ciudad de Maracaibo. El joven se encontraba en la casa de un compañero de clases contemporáneo con él, lugar en el que el irresponsable padre del amigo de la víctima dejó su arma de fuego totalmente a la vista de los ojos curiosos de los adolescentes. El par de estudiantes estaban solos y a manera de «guachafa» manipularon el arma, y cuando el hoy occiso intentaba tomarse una selfie (autofotografiarse) se le escapó un balazo, que tras impactar en su cabeza, le robó la vida.

niña quemada. Wilson Alvarado

La dolida madre de la pequeña abrazó su cobijita

Llamas homicidas

Otro factor letal que arropó la vida de criaturas en el año que recién finalizó, fue el fuego inclemente, que sin dar tregua alguna incineró a quienes encontró a su paso.

La tarde del 12 de diciembre una explosión cobró la vida de Alis Sofía Veliz Chirinos, quien sin haber alcanzado los 4 años de vida, cumplió con la orden de una irresponsable mujer, quien en medio de su haraganería le encomendó que buscara un envase contendiente de gasolina y le entregó una vela para que alumbrara el lugar —que para el momento se encontraba sin servicio eléctrico— la menor dejó caer la vela y su llama rozó los envases de combustible. La inocencia de la pequeña no le permitió analizar que el hecho de cumplir con una petición de su vecina acabaría con su vida. Las graves quemaduras que sufrió dejaron al barrio Calendario, de la parroquia Antonio Borjas Romero, sin las ocurrencias de la nena.

Otro día de luto fue el 15 de diciembre, cuando la idea de un par de adultos de encender una fogata con gasolina se convirtió en una tragedia. La hoguera fue encendida al lado del pequeño Franck Cooper, de 4 años, quien fue rociado con el combustible usado y luego sorprendido por las llamas que quemaron el 70% de su cuerpo y le apagaron la vida.

Solo con 23 meses de nacida, una bebita fue visitada por la parca el pasado 8 de diciembre. Para definir al culpable habría que estudiar dos posibilidades: el fuego despiadado y la irresponsabilidad de su madre, quien para salir a buscar el alimento, la dejó sola dentro de la vivienda durmiendo en una «hamaca». Para desgracia de la niña las luces del arbolito de Navidad generaron un cortocircuito en el humilde inmueble y fue consumida la vivienda con la pequeña adentro.

En otro hecho, un pequeño de 11 años pereció quemado luego de que su madre le pidiera que bajara de la estufa una olla a presión. El obediente niño se dispuso a cumplir con la orden y recibió como recompensa toda el agua contendiente de la olla, que hirviendo le produjo quemaduras de segundo y tercer grado en el 70% de su cuerpo.

La especialista Quintanar también afirma, en su citado trabajo investigativo, que «para un niño pequeño los descuidos de los mayores son como un arma cargada. Quemaduras, cortes, caídas, asfixias, ingesta de productos tóxicos, descargas eléctricas, atropellos y accidentes de tráfico, pueden y deben ser evitados si los padres y cuidadores actúan adecuadamente. Ésta asegura que a los pequeños hay que enseñarles el sentido del peligro y tratar de evitar que los juegos se conviertan en «mortales», asevera además que «todo es poco para el cuidado de los pequeños».

 

 

 

 

 

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