En los municipios surlaguenses, los procedimientos están encabezados por el hallazgo de droga y gasolina
Foto: Referencial
Sur del Lago — Luego que el presidente Nicolás Maduro decretara el Estado de Excepción en tres de los siete municipios fronterizos del Zulia con la República de Colombia, el Sur del Lago sigue siendo otro de los puntos donde se decretaría la medida por parte del Estado. Así lo asoman.
Cuatro zonas más para la lucha contra el paramilitarismo anunció el primer mandatario, y la proximidad que en su discurso asoma el Gobernador Francisco Arias Cárdenas, suponen el inminente hecho de que los municipios Jesús María Semprún y Catatumbo, sean los más proclives a ser cerrados, evitando la fuga hacia Colombia de más alimentos, litros de combustible y que sea el caldo de cultivo para el narcotráfico.
Zona «en hervor»
Jesús María Semprún es la zona más caliente, dado que por sus trochas han sido innumerables los decomisos de gasolina almacenadas en «pimpinas» por la Guardia Nacional. Más recientemente, el 4 de septiembre fue cuna del hallazgo de un laboratorio clandestino para el procesamiento de cocaína en el sector Caño Negro, por parte del Ejército, lo que hace entrever escenarios donde el paramilitarismo y las mafias de la droga tienen un bastión.
Dominados
Pero más allá de ser zona líder en «bachaqueo» de alimentos o artículos de higiene personal, dado que los cancelan «más caros» en suelo neogranadino, en Casigua El Cubo o El Cruce, sus habitantes han debido vivir bajo una suerte de dominación. Conviven con los «paras», tanto venezolanos como extranjeros. Aunque las personas experimentan en carne propia las irregulares acciones, prefieren callar antes que pagar con sus vidas, por delatar los ilícitos.
Los campesinos o residentes no expresan lo que ven. Debe dormir siempre a tempranas horas, mientras las cargas de combustible pasan por sus frentes. Incluso, quienes se niegan son influenciados.
No ha habido denuncias formales de amenazas, pues temen que atenten contra familiares. De hecho, hay ganaderos que «por el cuido de su ganado o cosechas», pagan vacunas. Si se resisten, son abordados con secuestros exprés. Todo ocurre bajo el silencio sepulcral.
Los grupos al margen de la Ley «garantizan tranquilidad» a la población, pues éstos «garantizan» que no se cometan delitos. En cambio, la colectividad paga dicha tranquilidad con silencio y a la vez complicidad.
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