Madre soltera de ocho hijos solicita ayuda al Gobierno

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29 de marzo, 2014 - 3:41 pm
Redacción Diario Qué Pasa

Foto: Diego Graterol

Maracaibo.– Decir que Karelis Añez, de 40 de edad, ha tenido una vida complicada es un resumen que se queda corto para explicar el rosario de problemas que esta mujer debe llevar consigo, desde una infancia perturbada por el abandono de su madre, quien a sus ochos años la regaló, a unos padres que más que golpearla la torturaban, hasta la complicación de criar sola a ocho hijos, sin un trabajo fijo, ni la ayuda del padre de sus muchachos.

A su niñez llegó fulminante el consumo de alcohol, vicio que adquirió en su afán de olvidar su perturbadora vida, «yo bebía porque me dolía que mi mamá que tuvo 14 hijos me regaló a mí, yo tengo ocho y a todos los sacaré adelante como pueda para que sean hombre y mujeres de bien», dijo convencida de que ninguno de sus hijos por más arduo que sea el camino para criarlos correría con su misma mala suerte.

Sin hermanos, ni tíos, ni algún familiar con quien contar moral y monetariamente para sacar adelante a sus ocho hijos, a pesar de las circunstancias Añez se ha trazado una meta en la vida, para quitarse la carga emocional de no haber tenido nunca estabilidad: sus hijos serán todos profesionales.

La suerte nunca ha estado de su lado, esta realidad se ratificó cuando a una de sus hijas de nombre Franciely Lugo, quien apenas tiene 15 años de edad, y que empezó a caminar a los dos años por problemas en su cadera, le detectaron pérdida de audición en su oído derecho, mientras que el izquierdo funciona solo en un 50 %, «a ella le han hecho cuatro operaciones para corregirle un problema en sus caderas, aun le faltan más pero yo no que querido que la operen porque en su última operación casi se me muere mi muchachita, que sea lo que Dios quiera, yo se la encomendé a José Gregorio Hernández», reafirmó consciente de su fe.

Por si fuera poco una extraña aparición invadía la piel de su sexta hija Fabiola Lugo, que actualmente tiene 10 años, el diagnóstico fue seborrea y para combatirla debe seguir un tratamiento costosísimo que no puede darse «el lujo» de parar.

Cuando la lluvia de problemas parecía tener fin un doctor le afirmó que a su séptima hija Verónica Lugo, de nueve años, no le funciona uno de sus riñones.

Angustiada ante tanta adversidades decidió ponerse al frente de un volante para trabajar como conductora de carrito por puesto en la línea 18 de Octubre en un carro de su propiedad, un Maverick marca Ford del año 1977, que logró adquirir con la venta de yogures.

Pero este comercio debió suspenderlo por no tener cómo refrigerarlos ya que en su humilde vivienda una nevera, aires acondicionados, o una cocina son simplemente objetos que ella ve en sus sueños, «mis hijos ni siquiera tienen cama para dormir, sus colchones están sobre unos bloques. Ahora el motor del carro está dañado y no tengo dinero para repararlo», aseveró Añez.

Ayuda familiar

Ante esta situación, desesperada por conseguir ayuda –más para beneficiar a sus hijos que a ella misma- se inscribió en dos programas sociales del Gobierno nacional para recibir ayuda económica, Misión Hijos de Venezuela y Misión Madres del Barrio, respectivamente pero hasta la fecha no ha recibido un solo bolívar.

Por ello, emprendió una cruzada para contactar al gobernador del estado Zulia, Francisco Arias Cárdenas, a quien logró entregarle una carta explicativa de su precaria vida familiar en la que le solicitaba la entrega de una nevera y una cocina para darle de comer a sus hijos, «lo encontré en una caminata durante la campaña de Pérez Pirela, le di un beso en la frente y le dije ‘Gobernador yo se que usted sí me va a ayudar’, pero él no leyó mi carta porque nunca me llamaron», explicó triste frente a seis de sus hijos que la acompañaron hasta este rotativo donde resumió la ardua batalla que ha tenido que librar para que mantener a sus pequeños.

En este sentido, por enésima vez hace un llamado a las autoridades competentes para que la ayuden económicamente, «yo solo quiero que me ayuden a reparar mi vehículo para poder alimentar a mis hijos, yo soy una mujer trabajadora, anquen Dios me la ha puesto difícil él sabe porqué hace las cosas», enunció con voz quebrantada mientras miraba al menor de sus hijos, de dos años de edad, quien inocente de la triste realidad que vive su familia jugueteaba sin parar.

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