Como cada último sábado de octubre, el próximo 26 de octubre se llevará a cabo el acto que da inicio a las fiestas patronales de Nuestra Señora de Chiquinquirá, la Bajada de la Chinita, como llaman los marabinos a la Virgen María, será celebrada por todos los creyentes marianos entre el canto de gaiteros y lluvia de flores.
Tradicionalmente la Bajada es vista como el acercamiento de la Virgen de Chiquinquirá con sus feligreses, pero en tiempos de antaño no era un acto público y más bien en privado se ejecutaba el descenso de la reliquia al altar de la Basílica de San Juan de Dios de Nuestra Señora de Chiquinquirá.
No sería hasta el año 1970, gracias a monseñor Lückert León, que bajar a la Virgen del camarín donde reposa, dejó de ser una experiencia peligrosa, pues el párroco en cada época subía a una escalera por la parte de atrás del altar y sacaba la reliquia que pesa al menos 10 kilos arriesgándose a caer. «Cosa que nunca ocurrió», expresó Lino Antonio Perozo, quien es servidor de María desde hace doce años y además es el encargado de limpiar la tablita donde apareció la Reina Morena.
Cuidados de la reliquia
El equipo encargado de dejar reluciente cada año el cetro, corona, relicario, portacorona y todas las piezas que conforman la reliquia, está conformado además por Ángel Fuentes, quien realiza la limpieza de la corona; Leandro Loiacono, a cargo del relicario y la química para limpiar los metales.
Para Perozo cada trabajo tiene su complejidad y todos lo hacen como acto de fe hacia la Chinita, «por razones fortuitas, vine a la Basílica a preguntar cómo hacía para ser servidor de la Virgen y vine un domingo a ofrecerme».
Justo un día antes del descenso de la Virgen de Chiquinquirá, la reliquia es cuidadosamente limpiada por este conjunto de hombres.
Los cuidados a la reliquia son mayúsculos. Para los encargados de esta labor, es necesario evaluar su contextura y qué tanto se ha debilitado entre limpieza y limpieza. Su transportación se efectúa en una pequeña almohada blanca y solo se toca con una sutil brocha de maquillaje.
«Me había mantenido a un lado de la reliquia para no tener ningún tipo de protagonismo. De repente, llegó mi momento. Me acerqué lentamente a la tablita y la besé por un costado, como lo venía haciendo el resto. Fue un segundo que se hizo eterno. Y en ese instante comprendí al párroco que hablaba con la Virgen, pues sentí que de esa reliquia, alguien me abrazaba», expresó Lino Perozo.
El encuentro con los Chiquinquireños hoy
Actualmente una rampa de 67 metros de longitud, hecha por José Ramón Olivares, experto en obras civiles, permitirá que la Chinita se reencuentre con su pueblo el próximo sábado 26 de octubre.
Luego como se ha hecho tradición será llevada en procesión al sitio de la aparición, hoy señalado por el Monumento a la Chinita.
La Chinita retorna a su nicho en su templo el primer domingo de diciembre, con el inicio del tiempo de adviento. La festividad dura entre 35 y 40 días, una de las más largas del calendario litúrgico venezolano.
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