Su vida cambió cuando se tocó el tumor

Conozca el testimonio de una sobreviviente de cáncer

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10 de octubre, 2016 - 9:16 am
Andrea Galindo / [email protected]

 Vera refirió que sus generaciones pasadas han padecido esta enfermedad, pero aseguró que ella rompió con esa cadena

Foto: Alfredo Chinaleong

Diseño: Guillermo Mugica

Maracaibo — Thailis Vera, compartió su historia con nosotros, mientras lo hacía en su rostro se notaba la actitud de una triunfadora, sus ojos estaban llenos de 1esperanza que solo la vida es capaz de dar.

«Era el mes de julio del 2013, yo padecía mucho de bronquitis y estaba esperando mi consulta con el neumonólogo que sería en los próximos días, al estar enferma, al estar aburrida en mi casa sin nada que hacer, decidí tocarme el seno, pues tenía sin autoexaminarme un  tiempo considerable, al hacerlo sentí una pelotica, me asusté y se lo dije a mi núcleo familiar, al llegar la consulta, del neumólogo, mi doctora palpó mi seno, al sentir la extraña formación me remitió con un mastólogo».

Mientras el especialista en mastología Linicio Vílchez le dio cita para octubre; a Thailis Vera la consumieron  las ansias y desesperación y a mediados de septiembre decidió realizarse una mamografía, el resultado después de dos semanas arrojó que tenía neoplasia, la radióloga le dijo que en las imágenes salió una mancha blanca, y que lo que decían los resultados era prácticamente cáncer, pero debía esperar la consulta con el especialista.

Al salir de la consulta, el sol candente de la ciudad, un cielo azul claro y una banqueta a las afueras del consultorio, fueron el cobijo de esta joven mujer, «lloré y grité en ese desolado lugar, pataleé y hasta cuestioné a Dios por esta dura prueba,  apenas comenzaría al tranquilizarme después de un rato, cogí el teléfono y con lágrimas en los ojos y el corazón arrugado llamé a mi esposo para darle tan terrible noticia, él tampoco podía creer lo que me sucedía», Vera colgó la llamada y armada de valor, echo camino andar a su casa.

Al llegar a casa más desesperada que nunca, Thailis se vio encerrada en cuatro paredes pensando en lo que le informó  la radióloga, con un poco de duda y esperanzada en que todo lo que le dijeron había sido una equivocación se puso a  investigar en internet, entendió en ese momento que el resultado del estudio significaba que tenía un cáncer, «¿pero qué tipo de cáncer?, ¿será curable?, ¿Qué significará esta mancha blanca, que sale en las radiografías? ¿Será un tumor en mi seno?» se cuestionó una y mil veces la infortunada. «Pasé mi noche en vela, pensando en todo lo que me podía pasar, llorando desconsolada al lado de mi esposo, me venció el sueño ya a punto de amanecer, una vez desperté me dije ¡Hasta aquí!, yo puedo con esta enfermedad, no me vencerá», fustigó Vera.

Pasaron esos desinformados días de octubre, hasta llegar el día de la consulta Thailis se dirigió con el mastólogo, en la sala de espera ella oraba y ponía toda su fe en Dios, para salir adelante, al ingresar al cubículo de Vílchez, «temblorosa y con voz entrecortada, le entregue la mamografía, el me examinó y cuando alcé los brazos el tejido de mi seno se retrajo, tenía como un ‹huequito›, en ese momento me informó que tenía una lesión importante, y debía realizarme muchos exámenes, pero sin confirmarme si era o no cáncer».

Entre mamografías y ecomamarios, pasó todo el mes de octubre, «la espera me mataba, y solo les pedía a mis familiares más cercanos una y otra vez que no divulgarán mi estado de salud, pues lo menos que necesitaba en ese momento era que me miraran con lastima; yo me decaía esperando un resultado», dijo.

2Con el informe en mano volvió a ir a consulta con el especialista, y el doctor solo dijo «es cáncer… debo realizarte una punción en tu seno izquierdo para analizarlo y proceder a operarte».  Al oir esas palabras las lágrimas corrieron por su rostro, una mezcla de sentimientos se apoderó de ella, salió del consultorio desconcertada y sin poderse contenerse, su hija Paula Guanipa se acercó, la abrazó y le susurró al oido «mami te amo, juntas venceros cualquier obstáculo».

A los pocos días se realizó la biopsia y su mastólogo fue el encargado de darle una buena noticia, entre tanta amargura su tumor era operable, Vera sintió una paz interior que hacía dos meses que no encontraba, la operación fue planeada para el 12 de diciembre del 2013, mientras llegaba el día, el doctor le aconsejó que fuera asimilando los cambios que tendría su aspecto físico y su cuerpo, con el tratamiento que continuaría luego de la cirugía.

Thailis no hizo caso omiso a las palabras del especialista y decidió cortar el pelo paulatinamente, comenzó dejándolo por los hombros, llegó a cortárselo más arriba de las orejas, al ser una mujer muy coqueta esto se le dificultaba, pero trataba de adornarlo con bandanas, apliques, zarcillos largos y coloridos para sentirse siempre femenina.

Vílchez, el también jefe de la unidad mamaria del Hospital Chiquinquirá, operó a Vera el 12 de diciembre de ese año.  Al  reaccionar rodeada de sus familiares, el mastólogo le informó que tenía un tumor cancerígeno encapsulado, sin ramificaciones, esto era un alivio para todos pues significaba que el cáncer no atacó otro lugar de su, para ese entonces, frágil cuerpo, «lo que me sacaron fue enviado para evaluar qué tipo de tratamiento debía seguir (…) en mi caso fue quimioterapia adyuvante y radioterapia», refirió.

Tratamiento

En febrero, la sobreviviente comenzó el proceso de prevención con 16 quimioterapias y 30 radioterapias, ella entró mes a mes a cada tratamiento sola porque era un lugar que debía permanecer estéril, sus familiares la esperaban con los brazos abiertos al salir de ese cuarto.

«Mis cambios de humor eran tan repentinos como notorios, durante la aplicación de la quimioterapia llegaba al lugar y saludaba y hablaba con los demás pacientes, pero hubo días donde llegaba ponía mi música y me aislaba de todo, hice muchos y buenos amigos en ese lugar, más que simple compañeros de terapias, todavía hablo con ellos y nos ayudamos en lo que podemos», aseveró.

Como efecto secundario, ya antes anunciado, comenzó la pérdida de cabello, su almohada, el baño, la cama y hasta la comida llegaron a ser testigos y cómplices, a la vez, de este proceso. «Tuve que usar tapabocas, esto fue un duro golpe para mi pues ya el mundo sabía que tenía cáncer, y como me lo imaginé se me quedaban viendo indiscretamente, como si yo los fuera a contaminar, lo que ellos no van a entender que los usaba para protegerme a mí misma de los gérmenes que ellos me podían transmitir, mientras estuviera inmunosuprimida».

Al terminar sus quimios victoriosamente, debió empezar sus radioterapias para lo cual el doctor Vílchez le recetó esteroides para combatir o suprimir algunos de los efectos que este  método generaría.

A pesar de que su familia le prestó el apoyo que requirió en todo el proceso. Parte del tratamiento era asistir a terapia con un psicólogo, para poder terminar de asimilar lo que le sucedía en ese momento. Thailis afirmó que «como terapia antistress viajaba cada vez que podía, para liberar mis emociones».

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