Primavera marchita

KaledYorde g
20 de marzo, 2017 - 9:58 am
Kaled Yorde

Aleppo, la segunda ciudad siria en tamaño e importancia, con sus barrios y edificios derrumbados y miles de civiles muertos, evidencia una primavera árabe marchita.  ¿Acaso estamos en presencia del final de aquel movimiento cívico de protestas contra la tiranía en Tunisia, Libia, Egipto, Yemen y ahora Siria?  Así lo parece.

En efecto, dada la compleja red de intereses geopolíticos y religiosos en Siria que produjo enfrentamientos y una cruentísima guerra civil, ya el resultado está a la vista: Los rebeldes que combaten al régimen de Bashar Al Asad  están virtualmente derrotados.

Como es común y frecuente  en toda guerra civil, en Aleppo se han cometido toda suerte de violaciones de los Derechos Humanos, crímenes de guerra, tortura y ejecuciones sumarias de parte del ejército sirio y su aliado ruso, así como del bombardeo indiscriminado de la aviación militar sobre hospitales y  escuelas de niños.

La escena de múltiples edificios venidos al suelo y la labor de rescate de cadáveres y de mucha gente sepultada bajo los escombros que frecuentemente muestra la televisión, nos recuerdan lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial en San Petesburgo (Rusia), Berlin y Dresden (Alemania) y Londres (Gran Bretaña).

¿Qué lecciones podemos aprender con esta nueva tragedia que afecta al pueblo sirio? Muchas indudablemente. Toda Guerra es una negación  del amor al prójimo. Si de lo que se trata es de una guerra civil, el crimen es peor aún, puesto que es un enfrentamiento entre hermanos del mismo país que sacan a relucir la bestialidad que llevan dentro de sí.

¿Valió la pena tanta masacre y destrucción? De ninguna manera. Bashar Al Asad sigue en el poder ; Isis continua atrincherada  detrás de escudos humanos; el problema de los kurdos y la rivalidad irreconciliable entre sunnitas y chiitas , no han sido resueltos y como si todo no fuera suficiente, hay ahora millones de refugiados a la intemperie y en extremado clima invernal huyendo de la  guerra.  Que terco e ignorante de las leyes de Dios es el ser humano!.

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