Tal día como hoy murió José Gregorio Hernández

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29 de junio, 2018 - 11:16 am
Con Información de Agencias

Sus buenas obras, junto con sus cualidades humanitarias y solidarias, son la razón por la que miles de personas alrededor de toda América Latina lo consideran santo, a pesar de que, hasta la fecha, la Iglesia Católica no lo ha beatificado.

Foto: Agencias

José Gregorio Hernández nació en Isnotú, en el estado Trujillo, el 26 de octubre de 1864, lugar en que qué vivió toda su infancia. Más adelante se trasladó a la capital para realizar sus estudios de medicina.

Estudió en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y obtuvo su título el 28 de junio de 1888.

Viajó al extranjero en busca de nuevos conocimientos y se especializó en el área de Microbiología, Patología, Bacteriología, Fisiología, entre otras.

Luego de formarse como profesional, volvió a Venezuela con la intención de impartir clases en la UCV y transmitir a los alumnos los conocimientos adquiridos fuera del país. Trajo consigo importantes equipos médicos como el microscopio, que aún no existían en el país.

Interrumpió su labor como docente en 1908 para unirse al monasterio de la orden de San Bruno y comenzar su experiencia religiosa. Después de un año reanudó sus clases en la UCV.

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Hernández fue un profesor bien preparado en todos los ámbitos. Además de su amplio conocimiento en las cátedras anteriormente mencionadas, dominaba los idiomas español, inglés, portugués, italiano y alemán. También sabía de matemáticas, física, química y biología.

Decidió dedicarse a la vida religiosa y en al año 1908 fue admitido en el monasterio de San Bruno, bajo el nombre de Hermano Marcelo. Una enfermedad lo obligó a volver a Venezuela nueve meses después de su ingreso.

Perteneció durante tres años al Seminario Santa Rosa de Lima. Posteriormente, intentó cursar estudios de Teología en Roma, sin embargo, nuevamente una enfermedad frustró su intento.

José Gregorio Hernández murió en Caracas el 29 de junio de 1919, cuando fue impactado por un automóvil en la esquina de amadores de La Pastora.

Sus buenas obras, junto con sus cualidades humanitarias y solidarias, son la razón por la que miles de personas alrededor de toda América Latina lo consideran santo, a pesar de que, hasta la fecha, la Iglesia Católica no lo ha beatificado.

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