EE UU extrema su amenaza

18 de abril, 2016 - 12:29 pm
Redacción Diario Qué Pasa

 

Foto: Cortesía

Reconociendo    las verdades que en su contenido se encierran, rechazo, con toda la fuerza de mi ser, el ladino editorial del periódico, The Washington Post, titulado: VENEZUELA REQUIERE DESESPERADAMENTE UNA INTERVENCIÓN POLÍTICA.

Requerir, v.tr., significa, según el DRAE, «intimar, avisar o hacer saber algo con autoridad pública» y según el Pequeño Larousse: «Intimar a alguien a hacer algo o persuadirle para que lo haga» y tal como se define la palabra intencionalmente empleada en el título, esta expresa en forma imperativa, un mandato dirigido al único país que puede ejecutarlo: Estados Unidos de Norteamérica, cuyo gobierno, en el colmo de la agitación, pretende mover, al menos, los dos tercios de los 34 países que integran la Organización de Estados Americanos, para aplicar a Venezuela la Carta Democrática Interamericana del organismo.

Venezuela cuenta dentro de su acervo político, con una Constitución formada por un Poder Constituyente, integrado por ciudadanos elegidos, democráticamente, por el pueblo; fue discutida y sancionado su texto por todas la fuerzas representadas en su seno, para finalmente ser aprobada, abrumadoramente, por el pueblo especialmente convocado a refrendar la Carta Magna de la República.

Tenemos cinco poderes,  autónomos, que entran en la configuración del Estado: La fuente primaria de los poderes la encontramos en el artículo 5 de la Constitución que reza: «La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo…», y en el último párrafo del citado artículo leemos: «Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos». Como vemos, en este artículo encontramos la existencia constitucional del Poder Popular: El pueblo gobernando.

¡Hasta esto señores gringos! Nuestra Constitución contempla el Referéndum Revocatorio del mandato de los funcionarios de elección popular, transcurrida como fuere la mitad o más tiempo de su período constitucional, pero ustedes son perversos y por el poder ejercen actos crueles e inmorales que la historia registra y la humanidad conoce y se les tolera por el poder de los cañones.

¿Por qué incitar al choque frontal de unos contra otros? ¿Buscan una matazón para justificar su intervención militar en Venezuela? Algún día serán juzgados y sus ciudadanos pagarán la condena que la historia les impondrá.

Los venezolanos, los que vivimos en nuestra patria y asumimos las responsabilidades ciudadanas, dando la cara y enfrentando el reto de encontrar solución a los problemas que nos afectan, sabemos que la confrontación entre oficialistas y oposicionistas se ha endurecido y los espacios se estrecharon, pero queremos resolver las discrepancias entre nosotros.

Vivimos, día a día, la menesterosa situación alimentaria y tenemos conocimiento de cuanto necesitamos para salir adelante aprovisionándonos con los bienes materiales propios de los tiempos de hoy.

Tenemos claro que la autoridad nos ha conducido al terreno de la anarquía y bien sabemos que buena parte de la administración pública se ha corrompido, robándose los dineros que, recuperándolos, solventaríamos los tiempos difíciles que nos agobian; el endeudamiento público es de magnitudes apabullantes y muchos sacrificios tendremos que hacer para cancelar nuestras obligaciones; también sabemos que no pocos industriales, comerciantes, banqueros y profesionales de las más distintas profesiones, desde el ámbito privado, son cómplices indispensable para el robo de los dineros públicos.

Sabidos estamos que los ladrones encontraron facilidades y protección de los EE UU, de la Unión Europea, de los mercados asiáticos, árabes y del Continente Americano, para amparar y usufructuar las fortunas que nuestros compatriotas ladrones asaltaron de las inmensas riquezas del país. ¿Cuántos cientos o miles de millones de dólares, propiedad de los venezolanos y robados al Tesoro Nacional, se encuentran en bancos o invertidos en Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, España, Portugal, Alemania, Francia, Italia, los Paraísos Fiscales, los países árabes, etc.?

Padecemos la condición legal, moral y ética propia a una pervertida, equivocada e incompetente Administración de Justicia: El Poder Judicial habrá de reformarse y nuevos jueces tendrán que elegirse, porque el problema no es de leyes, sino de principios, convicciones y  decencia.

Sufrimos la acción de una policía ―la Científica, la Nacional, la Regional, la de Inteligencia Nacional y la Militar―, que tendrán que reconstruirse, llueva, truene o relampaguee, comenzando por la «a y terminando con la z», para velar con éxito por el bien público y el interés social.

Hemos «administrado nuestra riqueza con escasez de criterio» al enfrentar al empresariado como si fueran reales enemigos (no pocos lo han sido y mucho, aunque los decentes han callado) y no supimos entender, transcurridos tantos años, la importancia de una sabia integración entre el sector público y el privado, especialmente en lo que atañe al manejo de la fuerza laboral y los cuidados atinentes que se debe a las empresas, dentro de las cuales la mentalidad marca la diferencia que debe haber entre la pasión política y la sabiduría de la gerencia.

El golpe contra el Estado, así como el paro general del comercio, la industria y los servicios, al igual que la huelga total petrolera, acontecimientos sucedidos en el año 2002 y buena parte del 2003, apoyados estratégicamente por la Embajada de los EE UU y financiadas en gran medida con dinero del gobierno gringo, fueron causa suficiente para haber ordenado el cierra de la Embajada en Caracas y cerrar la venezolana en Washington.

Con acierto hemos invertido cuantiosas sumas de dinero en la redención del pueblo, siempre irredento, especialmente en salud, teniendo como norte corregir las infrahumanas injusticias sociales que se viven en las barriadas populares, entre ellas el analfabetismo, la educación a todos los niveles, la construcción de más de un millón de viviendas, la estructura sanitaria en las comunidades más deprimidas y con relevancia especialísima, en la asignación de pensiones para las personas de la tercera edad, atendiendo con ello a más de tres (3) millones de pensionados. Las misiones sociales pasaron a ser el manto protector del pueblo que, por representar las grandes mayorías, más dueñas son de la patria.

Déjennos en paz, no provoquen la confrontación entre venezolanos, porque ustedes todo lo hacen animados por el afán de alzarse con el santo y la limosna y en su maldad, en su ansia siempre insatisfecha de poder, no son los que ponen los muertos.

Gastón Guisandes López
Editor

NOTICIAS SUGERIDAS

Comente