Al menos 52 personas han muerto y, entre ellas, 16 fueron decapitadas, en un motín en una cárcel de Altamira, en el estado de Pará, situado en el norte de Brasil, informa la prensa local.
Según la Superintendencia del Sistema Penitenciario de Pará (Susipe), dos agentes del centro de reclusión fueron tomados como rehenes, pero ya han sido liberados. La rebelión, que se desató a las 7.00 hora local, duró cerca de cinco horas.
Al parecer, el motín se desencadenó tras una pelea entre organizaciones criminales. Según Susipe, un grupo de presos invadió el anexo donde se encontraba una facción rival. El recinto se cerró con llave y se prendió fuego, por lo que la mayoría de las muertes fueron por asfixia. Las únicas armas encontradas hasta el momento han sido unos cuchillos.
La Policía Militar y Civil ya se encuentra en el lugar y se está negociando la liberación de rehenes.
«La unidad es vieja y alberga a dos facciones criminales. No teníamos un informe de nuestra inteligencia que proporcionara un posible ataque de esta magnitud», reconoció el secretario de Susipe, Jarbas Vasconcelos, quien añadió que «fue un ataque localizado dirigido a exterminar integrantes de la facción rival».
«Pésimas condiciones»
Según un informe del Consejo Nacional de Justicia (CNJ), recogido por el diario O Estadão, la prisión, denominada Centro de Recuperación de Altamira (CRRALT), tiene unas condiciones «pésimas». Además del hacinamiento, también hay un número muy bajo de agente penitenciarios para garantizar la seguridad.
Los datos del CNJ indican que en la unidad hay 343 presos de sexo masculino, cuando el centro tiene una capacidad para 163, y 33 son los agentes penitenciarios que vigilan el lugar.
«El número de agente en el CRRALT es reducido frente al número de internos custodiados», apunta el CNJ.
Se trata de la segunda masacre este año en una prisión en Brasil, tras la ocurrida el pasado mes de mayo cuando 55 presos murieron en un centro penitenciario en el estado del Amazonas.
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