Ucrania: el neonazismo se apoderó del poder con el apoyo de EE.UU. y Europa

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10 de marzo, 2014 - 12:51 pm
Redacción Diario Qué Pasa

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Foto: Agencias

La reacción del pueblo contra el fascismo era la esperada

Londres y Washington están haciendo una virulenta campaña, utilizando el golpe en Ucrania para presionar y aislar a Rusia. El imperio británico quiere utilizar a Ucrania para desatar una guerra creyendo que el presidente Vladimir Putin es estúpido. Nadie como él conoce el juego que, con trampas, quieren imponerle.

Ejemplo: el subdirector del diario inglés (GB) Daily Telegraph, Jeremy Warner escribió el 24 de febrero pasado, que Rusia podría ser el siguiente en la lista de países desestabilizados: «Primero Ucrania, luego Rusia; Ucrania no es más que el espejo de la misma forma de capitalismo hamponil, corrupto y semitotalitario de Rusia». Warner despectivamente dice que «no sabemos cómo va a reaccionar el señor Putin», pero luego agrega burlón: «Si la esfera de influencia de Rusia no se defiende en Ucrania, puede ser solo una cuestión de tiempo antes de que los lobos estén en las mismas puertas del señor Putin… Ucrania debe elegir, y si elige «mal», habrá consecuencias. No se puede descartar una intervención militar o la secesión».

The Economist le echa gasolina al fuego de la guerra: «Es hora de que Occidente le haga frente a este gangsterismo (se refiere a Rusia). Confrontar a un país que tiene el poder de obstrucción que da un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, con grandes reservas de hidrocarburos y un montón de armas nucleares es difícil, pero se tiene que hacer. Como mínimo, debería terminar la pretensión diplomática de que a Rusia se le considere una democracia. Debería expulsarse del G8».

No obstante, las mentes frías en ambos lados del Atlántico son menos impulsivas. Hace tres semanas, Henry Kissinger, conectado a Londres, le dijo a Fareed Zakaria, de CNN, que no sería buena idea presionar a Rusia hasta el límite. Le preguntaron si creía que Putin veía los acontecimientos en Ucrania como «una manera de rodear a Rusia», y Kissinger respondió: «Yo creo que él piensa que esto es un ensayo de lo que nos gustaría hacerle… Una cuestión de cambio de régimen…».

Pero… ¿Por qué Ucrania?

Ucrania, tradicional y culturalmente partida entre «occidentalistas» y «eslavófilos» (ucranoparlantes y rusófonos) por el río Dnieper, desempeña un papel crucial en el «gran juego» norteamericano de aislar y fragmentar a Rusia. Esa es la razón por la que el «sistema» busca la integración de Ucrania al bando occidental a toda costa; mejor dicho, a la maquinaria denominada Unión Europea (UE).

Y en consecuencia, tanto EE.UU. como la UE quieren evitar la integración de Ucrania a la Unión Euroasiática, porque pretenden que este sea el nuevo Estado paria de la UE y la Otan. La UE necesitaba de un grado de violencia que disuadiera a Ucrania de un mayor acercamiento a Rusia.

Ucrania no es Rusia (ni Rusia pretende que lo sea), pero parte de su territorio, Crimea, por una de esas locuras que se estilaban en la Urss, solo pertenece a Ucrania desde hace 50 años. Asimismo, su estrecha relación se ha mantenido desde el Tratado de Pereyaslav en 1654, y ha llegado hasta nuestros días con una realidad demográfica innegable: existe una amplia presencia rusoparlante (60% de la población). De hecho, el 40,2% de la población ucraniana es «étnicamente» rusa, producto de la repoblación de los territorios reconquistados a turcos y tártaros siglos atrás.

Un empeoramiento de la situación política en Ucrania, podría conllevar la partición del país en dos entidades diferentes. Los rusos y los rusófonos son mayoritarios en las regiones del este y el sur del país, las zonas mineras y costeras del Mar Negro (la parte más rica y de mayor importancia estratégica).

Ucrania del Sur

Dentro de este contexto, la posible creación de una Ucrania del Sur, aumentaría la influencia rusa sobre otros territorios rusoparlantes que están a las puertas de la UE, como son Transnistria y Gagauzia (territorios pertenecientes hoy en día a Moldavia). Sin duda, un peligro para la Otan.

Para EE.UU. y la UE la situación deseada sería la de un Gobierno en manos de la «oposición oficial», acompañado del fin de la violencia en las calles. Una estabilización del país que garantizará la integridad territorial de Ucrania, pero dentro de una reorientación pro unión europea de esta nación.

Para realizar lo anterior, como lo recuerda, sería necesario contar con una oposición unida a cualquier precio, aunque para ello se tuviera que recurrir a operaciones de guerra psicológica (que incluiría crímenes seleccionados y terror).

Ucrania se encuentra al borde de una guerra civil por culpa de la injerencia. Es cierto que este país no ha contado con unos grandes políticos desde su nacimiento como nación independiente, siendo sus índices de corrupción escandalosos. Pero Ucrania tenía un gobierno oficial, legitimado en unas elecciones democráticas. Ucrania por diseño ha debido ser un país multiparlante y pluricultural, independiente, que fuera un punto de unión y entendimiento entre Rusia y el resto de Europa, principalmente con Alemania, pero la mentalidad geopolítica imperialista, más la mediocridad instalada en Bruselas y Washington, han preferido la violencia y la guerra.

Los neonazis gobiernan en Kiev

Según el NYT, «tanto EE.UU. como la UE han adoptado el golpe de Ucrania como otro resurgir de la democracia, un golpe al autoritarismo y a la cleptocracia en el antiguo espacio soviético», pero la sombría realidad dice lo contrario. Es un golpe de Estado que viola todas las leyes internacionales, por la participación extranjera, solícitamente dirigida por Occidente y apoyada por los grupos nazistas y fascistas de Ucrania.

Organizaciones clave en Ucrania, incluyendo el partido neonazi Svoboda, fueron apoyadas por Washington: «Hemos invertido más de 5 mil millones de dólares para ayudar a Ucrania a alcanzar estos y otros objetivos… vamos a seguir promoviendo el futuro que se merece Ucrania», dijo sin inmutarse V. Nuland.

La prensa occidental ha evitado analizar la composición y fundamentos ideológicos de la coalición del gobierno de Kiev. La palabra «neonazi» es un tabú, en las redacciones de los informativos se ha excluido de la corriente principal de comentarios de los medios de Occidente. No aparecerá en las páginas del NYT, ni del Washington Post, ni de The Independent. Los periodistas han recibido instrucciones de no utilizar el término «neonazi» para designar Svoboda y al sector de derecha. Es decir, manipulación mediática para ocultar la realidad.

¿La verdad?

Rusia está más que dispuesta a luchar en una guerra por Crimea. Rusia nunca se dejará quitar Crimea, sin pelear. Cualquiera que piense lo contrario está delirando. La principal base rusa de la flota del Mar Negro está en Sebastopol y es de tanta importancia estratégica para Moscú, que es imposible que la pierda. Además, los rusos étnicos constituyen aproximadamente el 65% de la población de Crimea y la inmensa mayoría de la población es furiosamente pro-rusa. Muchos políticos prominentes de Crimea quieren independencia de Ucrania y están llamando a un referendo.

Y teniendo en cuenta el hecho de que las tuberías de vital importancia que bombean gas natural al resto de Europa pasan por Ucrania, no es probable que Rusia acabe de entregar voluntariamente el resto de Ucrania a EE.UU. y la UE. Si estos dos últimos presionan demasiado duro, una gran guerra regional podría entrar en erupción, que en última instancia podría llevar a algo mucho peor.

¿Cómo se sentiría un estadounidense si otra potencia financia y organiza el derrocamiento violento del gobierno de Canadá, elegido democráticamente y lo reemplaza con un gobierno virulentamente antinorteamericano? Pues los nazis de Ucrania, apoyados, incomprensiblemente, por EE.UU. y la UE, están pinchando con un alfiler el ojo de Moscú. Huelga decir que Rusia está enojada y que está preparada para la guerra. No hay manera racional de que Putin vaya a abandonar el control de la península de Crimea y sus bases militares en el Mar Negro. Esta fortaleza militar es clave en la política de Medio Oriente de Rusia. Si ella se pone en peligro, también lo estará la postura militar de Rusia en Siria y sus lazos estratégicos con Irán. Además, que los habitantes de Crimea no quieren que Rusia los deje solos, abrumadoramente quieren que Rusia los ayude a defenderse de los extremistas nazis del nuevo gobierno en Kiev.

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