Francisco creó la mayoría de los cardenales que votan ahora a su sucesor, muchos vienen la «periferia» del mundo, lejos de Europa e históricamente marginada por la Iglesia en Roma
El futuro de la Iglesia católica reposa en las manos de los 133 cardenales que elegirán desde el próximo miércoles al sucesor del papa Francisco en un cónclave abierto, incierto y sin claros favoritos.
Progresista, conservador, dogmático… El perfil del próximo pontífice está en elaboración, aunque expertos y cardenales coinciden en que no será un revolucionario como el argentino Jorge Bergoglio, que planteó un pontificado de reformas, enfocado en los pobres y en las periferias del mundo.
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El primer pontífice latinoamericano fue muy popular, pero al mismo tiempo enfrentó resistencias dentro de la Iglesia.
Los 133 cardenales menores de 80 años que pueden votar por su sucesor se encerrarán desde el 7 de mayo en la Capilla Sixtina, sin contacto con el mundo exterior hasta elegir al nuevo Papa: sin teléfonos, Internet, televisión, prensa.
Y decenas de miles de personas en la plaza San Pedro y millones por televisión mantendrán la mirada fija en la pequeña chimenea instalada en el techo del majestuoso edificio a la espera de noticias.
Humo negro, sin consenso, habrá otra votación; humo blanco, «Habemus papam».
«Espero que sea alguien con el espíritu de Francisco en derechos humanos, minorías, LGBT, medio ambiente», dijo a la AFP Valeria Sereni, italiana de 30 años en San Pedro.
«Rezo porque el nuevo Papa sea fuente de unidad en la Iglesia y calme las aguas después de una docena de años de desestabilización y ambigüedad», señaló por su parte el sacerdote canadiense Justin Pulikunnel.
El Vaticano finiquita los detalles de esta elección, que se remonta a la Edad Media, en la que los llamados «príncipes de la Iglesia» celebrarán cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde, salvo el primer día que solo se hace una.
Las papeletas, actas y notas se queman en una estufa para anunciar al mundo el resultado.
Punto medio
Benedicto XVI fue electo en cuatro votaciones en 2005; Francisco en 2013, en cinco.
Los cardenales dicen en los medios que esta votación se extenderá por dos, máximo tres días.
Algunos, no obstante, creen que necesitarán más tiempo para negociar, encontrar un punto medio que una a «bergoglistas» y conservadores, y permita que un nombre obtenga los dos tercios -89 votos- necesarios para elegir al titular del trono de San Pedro.
De los italianos Pietro Parolin y Pierbattista Pizzaballa al maltés Mario Grech, del arzobispo de Marsella Jean-Marc Aveline al filipino Luis Antonio Tagle, varios nombres emergen como papables, aunque famoso es el dicho en Roma de que «quien entra Papa al cónclave sale cardenal».
No hay candidatos oficiales, aunque sí millones de euros apostados en casas de apuestas.
El vaticanista italiano Marco Politi estimó que el próximo Papa estará entre uno «que frene y uno que avance lentamente» a través del consenso. «No habrá un Francisco II», indicó, aunque nunca se puede descartar alguna sorpresa.
El cardenal sueco Anders Arborelius estimó que frente a una Europa «vieja y cansada», sería «natural» que el nuevo Papa fuera de «África o de Asia».
El cónclave más internacional
Francisco creó la mayoría de los cardenales que votan ahora a su sucesor, muchos vienen la «periferia» del mundo, lejos de Europa e históricamente marginada por la Iglesia en Roma.
Este cónclave será el más internacional de la historia, con representantes de 70 países de los cinco continentes.
Muchos apenas comienzan a conocerse ahora en las llamadas congregaciones generales que se celebran desde la muerte del pontífice.
Son reuniones a puerta cerrada en las que los cardenales comparten puntos de vista sobre las prioridades de la Iglesia y permiten al mismo tiempo a los electores formarse una idea de posibles nombres.
Se abordaron temas complicados como la pederastia en la Iglesia, la crisis en las vocaciones y el papel de las mujeres, todos desafíos que heredará el 267º Papa en medio de conflictos mundiales, el auge de gobiernos populistas y la crisis climática.
Pero «nadie está en campaña», aclaró el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York. «Nos hablamos, hablamos de las personas que consideramos prometedoras, pero es diferente del politiqueo».
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