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¿Qué pasaría si EE. UU. da el paso y declara la guerra a Rusia?

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9 de febrero, 2022 - 10:25 am
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Dicen los expertos, los contingentes militares de EE. UU. en Europa están mal equipados, sin personal y organizados inadecuadamente para enfrentar a Rusia

 

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El peligrosísimo clamor de los principales medios occidentales, promoviendo una guerra en el Este de Europa, se estrella con una realidad irrebatible: la OTAN quiere imponer sus criterios, pero no está dispuesta a pelear.

Inclusive los EE. UU. bajo ninguna circunstancia lucharían contra una superpotencia nuclear arriesgando una respuesta espantosa. Lo de Biden es retórica. La necesidad de influir en la opinión pública tiene relevancia y satisface a los políticos globalistas, pero solo alimenta la ilusión o masajea el ego de los mercaderes de armas, porque la otra parte está ganando dicha guerra, sin pelear.

Las fuerzas de la OTAN, incluyendo las británicas, que instigan a Zelensky a la guerra contra Rusia, desgraciadamente para Kiev, son eminentemente hipotéticas, no reales. Y aunque parezca que las agencias de noticias occidentales vocean que están ganando la guerra de la información, hay otra persona que ha demostrado con hechos reales que sí lo está haciendo: Vladinir Putin. Éste, uno de los mejores estrategas de la disuasión en el mundo, sembró el pánico al otro lado de la mesa al demostrar que tiene los cuatro ases de la baraja en sus manos.

El quid del asunto

La OTAN prefirió adherirse a narrativas políticas «abstractas» para justificar las nuevas membrecías (expansión hacia el este acercándose a la frontera rusa). En los primeros diez años luego de la caída de la URSS y la destrucción de su aparato económico, Rusia era un país muy débil y dependía de sus socios extranjeros que incluso creían que Moscú podría ser neutralizado por medios no militares. Después de todo, reconstruir a Rusia, decían, hasta el punto de la autosuficiencia de la Urss, llevaría varias décadas.

Pero, Rusia aceleró su desarrollo y su unidad interna, y la mentalidad occidental se quedó en el pasado, no ha cambiado un ápice. EE. UU.sigue creyendo que está lidiando con el mismo país debilitado de 1990. Bajo esa perspectiva, cualquier intento de negociar garantías de seguridad por parte de Rusia, solo podría tener un éxito muy limitado.

Esta reciente escalada de la OTAN hacia Europa del Este muestra que los viejos principios de seguridad ya no funcionan. La expansión de la Alianza ha creado un nuevo panorama militar y político, sin duda. Mantener el estatus actual conducirá a nuevos conflictos, porque la OTAN aún cree que tiene todas las decisiones. Esto requerirá una revisión drástica.

Moscú, por su parte, deberá obligar a Occidente a cambiar el sistema actual de seguridad y tendrá que trazar nuevas «líneas rojas», como la «finlandización», según la cual los países mantienen su soberanía al tiempo que se apartan de la disputa geopolítica.

En una conferencia de prensa en Moscú con motivo de la visita del primer ministro húngaro, Viktor Orban, Putin disertó acerca de la expansión de la OTAN y de las consecuencias si Ucrania se unía a la OTAN, dijo:

«La tarea principal de la Alianza es contener el desarrollo de Rusia; Ucrania es solo una herramienta para lograr ese objetivo, y arrastrarnos a algún tipo de conflicto armado, obligar a sus aliados de Europa a imponer durísimas sanciones, o incluir a Ucrania en la OTAN, establecer sistemas de armas de ataque allí y alentar a Kiev a resolver el problema de Donbass o Crimea por la fuerza. Así, nos empujarían al conflicto armado».

Estas reflexiones, como muchas otras, fueron desestimadas por la Casa Blanca. Su portavoz, Jen Psaki, las comparó con un zorro «gritando desde lo alto del gallinero por miedo a las gallinas», y agregó que «cualquier expresión rusa de temor sobre Ucrania no debería ser reportada como una declaración seria». Estos comentarios, además de excepcionalistas y alejados de la realidad, están divorciados de toda racionalidad.

La idea de que Rusia se quedará inmóvil, «subida al gallinero» mientras Ucrania, ya miembro de la OTAN, implementa una guerra de guerrillas en Crimea, es ridícula; Rusia usará sus propias capacidades no convencionales en represalia. ¿La Alianza se enfrentaría a su obligación de defender a Kiev y sus neonazis, según el Artículo 5, como lo dijo Joe Biden? De ser así es inevitable el conflicto armado.

EE. UU. ¿puede?

Dicen los propios expertos estadounidense que, una guerra con Rusia sería diferente a todo lo que EE. UU. ha experimentado hasta ahora. El ejército estadounidense no está organizado, entrenado, ni equipado para luchar contra Rusia; no posee una doctrina capaz de sustentar conflictos de armas combinadas a gran escala, y se enfrentaría a una derrota, sin precedentes en su historia militar.

Los rusos tienen una potencia de fuego de artillería superior, mejores vehículos de combate y han aprendido el uso sofisticado de los drones (UAV) para efectos tácticos.

Las desventuras de EE. UU., durante 20 años, en el Medio Oriente (Afganistán, Irak y Siria) produjo un ejército que ya no es capaz de derrotar a un oponente de su mismo nivel.

Por otro lado, dicen los expertos, los contingentes militares de EE. UU. en Europa están mal equipados, sin personal y organizados inadecuadamente para enfrentar a Rusia.

La falta de capacidad viable en defensa aérea y guerra electrónica, cuando se concierta con una dependencia excesiva de las comunicaciones por satélite y los sistemas de navegación GPS, dará como resultado la destrucción gradual del Ejército de EU/OTAN.

Pero, el problema no es solo cualitativo. Si el ejército de EE. UU. se enfrentara cara a cara con el ruso, simplemente carecería del tamaño para sobrevivir en cualquier campaña sostenida.

El conflicto de baja intensidad que EE. UU. libró en Irak y Afganistán creó una ética organizacional basada en la idea de que cada vida estadounidense es demasiado valiosa y que se hará todo lo posible para evacuar a los heridos en el menor tiempo posible.

Esto, sería ficción en una guerra de armas combinadas a gran escala. Porque no habría helicópteros de evacuación; incluso si se lanzaran, serían derribados. No habrá ambulancias de campo, ni hospitales de campaña. Lo que habrá es muerte y destrucción. Mucha.

La superioridad de Rusia en el fuego de artillería es abrumadora, tanto en el número de sistemas desplegados como en la letalidad de las municiones.

Si bien la Fuerza Aérea de EE. UU pudiera montar una pelea, no será como la que disfrutaba en Irak y Afganistán donde la supremacía era total. El espacio aéreo será disputado por una fuerza aérea rusa muy capaz, con tropas terrestres que operarán bajo un paraguas de defensa aérea que ni EE. UU. ni la OTAN han enfrentado jamás.

No habrá caballería de apoyo aéreo cercano que rescate las tropas estadounidenses asediadas, que estarán solas sobre el terreno. Esta sensación de aislamiento será refrendada por la realidad, debido a la gigantesca superioridad rusa en la guerra electrónica; las fuerzas estadounidenses en el terreno serán sordas, mudas y ciegas, a lo que suceda a su alrededor, incapaces de comunicarse y recibir inteligencia.

Lo más grave: Estados Unidos perderá la mayoría de sus fuerzas antes de que pueda acercarse a cualquier adversario ruso, debido a los profundos fuegos de artillería. La ventaja que disfrutó contra los insurgentes iraquíes y talibanes, es cosa del pasado.

Sería muy extraño, pero si EE. UU. lograra ganar el enfrentamiento táctico contra la infantería rusa, no tendrá nada que hacer frente a la formidable cantidad de tanques y blindados que Rusia llevará al campo de batalla. Si las armas antitanque de EE. UU.fueran efectivas contra los tanques rusos modernos (y la experiencia sugiere que no lo son), las tropas simplemente se verán agobiadas por la masa de combate rusa.

Estamos convencidos de que no habrá guerra si el alfil Ucrania no ataca territorio ruso; en Crimea, por ejemplo, Putin, como buen manejador de los preceptos de Sun Tzu, ya ganó este conflicto, antes de empezar. Y EE.UU/OTAN están presos del pánico. Pero… no falta quien le eche gasolina a la candela bajo una falsa bandera.

Una guerra con Rusia no se limitaría a Ucrania, sino que ésta se extendería a los estados bálticos, Polonia, Rumania y otros lugares, lo que implicaría ataques contra aeropuertos, terminales navales, depósitos y puertos comerciales de toda Europa.

Esto ocurrirá en caso de que Biden y la OTAN vinculen la «obligación sagrada» del Artículo 5, una vez que aprueben el ingreso de Ucrania a la OTAN. Es, un paso y un pacto suicida. No creemos que lo tomen… y menos que ataquen a Rusia.

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