Las protestas en Cuba iniciaron el pasado 11 de julio, donde tuvo lugar la protesta más fuerte que la isla haya visto en décadas, incluso mayores que el llamado «maleconazo» de agosto de 1994
Miles de cubanos se lanzaron a las calles en más de 60 localidades, en medio de una grave crisis económica y sanitaria, con una fuerte escasez de alimentos, medicinas y otros insumos básicos, largos apagones eléctricos y la pandemia de coronavirus fuera de control.
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El Gobierno cubano habla de «disturbios a escala muy limitada, desórdenes y vandalismo». Niega que se trate de un estallido social. Y responsabiliza a Estados Unidos tanto del descontento popular que mueve a la protesta, como de la protesta misma. Para el presidente Miguel Díaz-Canel o su canciller, Bruno Rodríguez, todo es obra del “bloqueo” económico, comercial y financiero impuesto a la isla y de una «operación comunicacional de alta envergadura» de su enemigo histórico para conseguir un cambio de gobierno.
Pero quien atribuye esta crisis a una sola causa o a un solo actor “está influido por razones ideológicas”, dice a DW el reconocido economista cubano Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh. “Este estallido social ocurrido en Cuba no está solo motivado por razones económicas, aunque estas ocupan un lugar muy importante”, coincide su colega y compatriota Mauricio De Miranda, profesor en la Universidad Javeriana en Cali. Y, como Mesa-Lago, suma a la ecuación tanto razones políticas, como factores internos.
“El Gobierno cubano ejerce el poder de una forma autoritaria y totalitaria. Y si se equivoca en sus medidas económicas, si no tiene éxito en crear las condiciones para la prosperidad y el bienestar de la población, es lógico y humano que tenga que enfrentar una respuesta contestataria de la parte de la sociedad que cuestiona su legitimidad”, advierte.
¿Qué es culpa del embargo o bloqueo?
El embargo estadounidense –sobre el que académicos y políticos cubanos discuten si es más apropiado llamar “bloqueo” o “sanciones”- tiene obvios efectos nocivos sobre la economía cubana y es otro factor de agravamiento de la crisis, reconoce el total de cuatro economistas cubanos consultados por DW. Sobre todo a partir de su endurecimiento bajo el Gobierno de Donald Trump.
Sin embargo, ninguno concuerda con que esta sea “la causa principal de la crisis”. No existen muchos datos oficiales recientes de la economía cubana. Pero el más importante indica una contracción del PIB en 11,3% en 2020. Mientras The Economist Intelligence Unit ha estimado una contracción de la industria en 11,2% y de la agricultura en 12%, cita De Miranda.
Las sanciones limitan los vuelos y remesas Cuba, las inversiones, las transacciones financieras y el acceso a créditos, presionan a los bancos que actúan como corresponsales de bancos cubanos, dificultan el acceso a tecnología para la producción biofarmacéutica, y más. Pero “no son responsables de que Cuba tenga que importar pollo de los propios EE. UU. y no los produzca, ni de la debacle de la industria azucarera”, matiza este experto.
¿Qué fue de las reformas iniciadas por Raúl Castro?
Las sanciones solo puede quitarlas EE. UU. Cuba no las controla, como no controla elementos coyunturales como una pandemia mundial. Pero “es mucho lo que el Gobierno cubano ha podido hacer para favorecer el emprendimiento productivo y para dinamizar la producción agraria e industrial. Y no lo ha hecho, o lo ha hecho tarde, o mal”, señala De Miranda. En lugar de adoptar una reforma estructural sistémica, ha ido “apagando fuegos”, lamenta.
En el ya lejano 2008, el ahora expresidente Raúl Castro emprendió un proceso de reformas que ha llevado títulos largos como el de “actualización de la conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista”. O cortos, como la más reciente “Tarea Ordenamiento”.
Se empezó por reconocer “que Cuba importaba mucho alimento y que había muchas tierras que no se usaban para producir”. Y quedaron claras dos cosas: “que había (y aún hay) una situación y un modelo económico con graves debilidades” y “que hay algo que se puede hacer desde dentro”, recuerda a DW, desde la isla, otro economista que pide no ser identificado por temor a represalias estatales.
En los documentos de dos congresos del gobernante Partido Comunista (único legal en la isla) aparece delineada parte importante de esas reformas: “cooperativas, sector privado, empresa estatal, mecanismos indirectos de regulación”, entre otras áreas, enumera el analista, que se comunicó desde la isla gracias a una VPN, pese al bloqueo de internet y especialmente de redes sociales impuesto por el Gobierno hasta más de 48 horas después de iniciadas las protestas.
Pero estas reformas se detienen en el segundo período de gobierno de Raúl Castro, precisa por su parte Pavel Vidal, otro reconocido economista cubano de la Javeriana de Cali. Y esta es, junto con las sanciones estadounidenses y el impacto de la crisis venezolana, una de las razones por las que la economía isleña llega en recesión a la pandemia, señala el experto en políticas macroeconómicas.
“El Gobierno cubano tuvo la posibilidad de adelantar una reforma desde sus propias convicciones y análisis de la realidad nacional. Así lo reconoció y ha fracasado”, afirma su colega en la isla. Ha habido “una gran falta de voluntad política” de personas que llevan décadas en diferentes cargos públicos y temen a “todo lo que no sea el modelo que han conocido”. Así como “una debilidad e incapacidad institucional muy clara” para diseñar e implementar aspectos prácticos de esa reforma. Sin embargo, “hoy, uno no escucha al Gobierno aceptar eso”, reclama, audiblemente irritado.
Muchos economistas, sociólogos, emprendedores y campesinos cubanos han reclamado repetidamente “la adopción de medidas que destraben las restricciones al despliegue de las fuerzas productivas”, coincide De Miranda. Pero “pareciera que el Gobierno cubano solo se concibe controlando absolutamente todo. Y la historia demuestra que cuando se prioriza el control por encima de las posibilidades de despliegue del emprendimiento, el resultado es la parálisis y la crisis económica. La experiencia histórica de los países que adoptaron como modelo un sistema de planificación centralizada y control excesivo sobre la economía demuestra su inviabilidad”, recuerda el experto. Algo en lo que insiste su colega Mesa-Lago.
¿Por qué tanta inversión en turismo?
Adicionalmente, están las inversiones en turismo, que han crecido muy por encima del promedio de la economía cubana desde 2015, de acuerdo con el Anuario Estadístico oficial, cuyos datos más recientes son de 2019, así como con reportes adelantados para 2020 y el primer trimestre de 2021, que sirven de fuente a todos los entrevistados.
Esto, en principio, sería positivo, si no fuera por dos datos reveladores, que ponen en duda la justificación económica de estas inversiones: más de la mitad de ellas ocurren en La Habana y están ligadas al sector inmobiliario del turismo, a “hoteles monstruosos, de lujo, que no se usan y que no se van a usar a corto plazo”, porque el turismo se ha desplomado y demorará en levantar en todo el Caribe y en el mundo, critica el economista de la isla.
La cadena india 🇮🇳 MGM Muthu Hotels ratifica su interés por el destino #Cuba 🇨🇺 con la apertura de su séptima instalación en el país y la construcción de dos nuevos hoteles 🏨🏝️
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“Entre enero y marzo de 2021, en medio de la pandemia y con hoteles prácticamente vacíos, el 50,3% de las inversiones se hicieron en el sector inmobiliario, mientras que en innovación tecnológica se invirtió el 0,6%, en la agricultura el 2,6% y en la industria el 9,5%”, ilustra De Miranda. Ello, pese a que datos oficiales de 2019 muestran una ocupación hotelera del 48%, que se ha reducido aún más drásticamente con la pandemia, precisa Mesa-Lago.
“La única explicación que yo he leído de por qué Cuba continúa invirtiendo en esto, es que los militares, que están a cargo de los hoteles, se están enriqueciendo con la construcción, cobrando comisiones muy sustanciales. Pero eso no me consta. Yo no puedo confirmar eso”, reconoce el economista cubano desde Pittsburgh. Y asegura que esas cifras “no son transparentes, solo las conocen ellos”; algo que confirma su colega en la isla.
Por su lado, el Gobierno cubano destaca su acertada apuesta por la biotecnología, que llevó a Cuba a desarrollar cinco candidatos vacunales contra COVID-19, de los cuales ya uno ha sido aprobado por el ente regulador nacional para su uso emergencial. Al mismo tiempo que se dice sin recursos para reparar plantas eléctricas, importar alimentos, adquirir medicamentos o invertir en la industria o en la agricultura.
La peor crisis” en décadas, sin válvula de escape
Sin el “liderazgo carismático” de Fidel Castro, o la “legitimidad histórica” de Raúl, el Gobierno de Diaz-Canel “tenía que buscar la legitimidad a partir de resultados, y resultados es lo menos que ha tenido”, reconoce Vidal, exinvestigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana y exfuncionario del Banco Central de Cuba. Aunque se haya apurado una muy reciente apertura a la pequeña y mediana empresa, y algunos cambios en la agricultura.
Así que Cuba vive “la peor crisis” desde el cénit del llamado Período Especial, entre 1993 y 1994, y ni siquiera tiene las válvulas de escape que tuvo entonces, advierten los expertos. “No existe, como en los noventa, la opción del turismo para reinsertar al país en la economía mundial tras la debacle del campo socialista”, ilustra De Miranda. Ni tampoco, agrega Mesa-Lago, aquella «política de pies secos / pies mojados», derogada por el expresidente estadounidense Barack Obama, que permitió al Gobierno cubano de entonces abrir las puertas a la migración ilegal, desatando la llamada “crisis de los balseros”.
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