Lula afirma que a los 75 años se siente «joven» para contribuir a una alternativa superadora del actual Gobierno de ultraderecha
«Me convirtieron en una especie de virus», dijo este miércoles el expresidente de Brasil, Luiz Inacio ‘Lula’ da Silva, sobre los cinco años que fue «víctima de la mayor mentira jurídica contada en 500 años de historia». La reciente anulación del juicio en su contra no le deja rencores.
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«El sufrimiento del pueblo es infinitamente mayor que cualquier crimen cometido en contra mía», señaló durante su primera rueda de prensa tras conocer el fallo del Tribunal Supremo. A los 75 años, Lula aseguró sentirse joven y con la fuerza necesaria para contribuir a ponerle freno en 2022 al experimento de la ultraderecha. Y aunque evitó hablar sobre una eventual candidatura en las presidenciales del año venidero, se postuló en los hechos como una alternativa a Jair Bolsonaro. «No tengan miedo de mí, no soy radical, quiero ayudar a construir un mundo justo, más humano».
Lula volvió a la sede del sindicato de los trabajadores metalúrgicos, en la periferia paulista. De allí se lo llevaron a una prisión de la ciudad de Curitiba, en 2017. Y allí, tras 580 días de cárcel y años de libertad vigilada, hizo su primer intento de constituirse, una vez más, en un factor determinante de gravitación política. «Este país no tiene Gobierno. No tiene ministro de Salud. Solo un fanfarrón que no sabe de nada». Los estragos de la pandemia, con casi 270.000 muertos, le arrancaron lágrimas. «Estamos viviendo un momento delicado con este presidente que solo habla estupideces e incentiva la compra de armas».
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) pidió en ese sentido a los brasileños no seguir «ninguna decisión imbécil» de su mandatario sobre el tema de las vacunas. «Aplíquense la vacuna y sigan cuidándose, por el amor de Dios. Las muertes están siendo naturalizadas. Muchas podrían haber sido evitadas si un Gobierno hubiera hecho lo elemental: tomar decisiones. Pero tenemos un presidente que habla de que el que tiene miedo al covid-19 es un marica, que era una gripecita».
Lula puso en el centro del debate la necesidad de un cambio. «Quiero dedicar el resto de mi vida, que espero que sea mucha, a recorrer el país y conversar con el pueblo. Vamos a tener que hacer algo para recuperar nuestros sueños». El expresidente expresó su deseo de volver a hablar con sectores del centro y los empresarios, a los que les reclamó no ser «rehenes» de los mercados. «No se necesita apreciar a Lula para entender la diferencia entre él y Bolsonaro», dijo el expresidente de la Cámara de diputados Rodrigo Maia, tras la rueda de prensa.
Contra Moro
Pero, como era de esperar, Lula también se refirió a sus cinco años de persecución. «En 2017 sabía que estaban arrestando a un inocente, muchos querían que no me entregara, pero pensé que no debía aparecer como un fugitivo. Siempre creí que la verdad vencería, y ese día llegó». Lula agradeció la solidaridad del «querido» papa Francisco, el senador estadounidense Bernie Sanders y el expresidente uruguayo José Mujica, así como del español José Luis Zapatero, y los mandatarios Alberto Fernández y Nicolás Maduro, de Argentina y Venezuela. Lula espera ahora tener un juicio justo, en el que pueda presentar pruebas y desenmascarar al exjuez Sergio Moro. «El mayor mentiroso de la historia de Brasil no puede ser considerado un héroe».
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