Para el pueblo el regreso de Lula significa que finalmente hay una esperanza de cambio

La conspiración contra Lula quedó develada y puede ser candidato

lula
23 de marzo, 2021 - 4:46 pm
Redacción Qué Pasa

Lo más importante del vuelco legal es que restaura los derechos políticos de Lula, permitiéndole postularse en las elecciones presidenciales del próximo año

Luego del fallo que declaró a Lula elegible para las elecciones presidenciales del 2022, la clase dominante de Brasil ha entrado en pánico. No así los trabajadores brasileños que luchan contra la profunda crisis económica, contra un troglodita que está atrincherado en Planalto y contra la pandemia exacerbada por la ineficiencia de un gobierno altamente criminal.

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Para el pueblo el regreso de Lula significa que finalmente hay una esperanza de cambio. La Corte Suprema de Brasil anuló todas las condenas y sentó que el juez Moro que juzgó sesgadamente a Lula en Curitiba, no tenía la autoridad legal para condenarlo y como tal, de ser procedente, debería ser juzgado por un tribunal federal de Brasilia.

Pero, lo más importante del vuelco legal es que restaura los derechos políticos de Lula, permitiéndole postularse en las elecciones presidenciales del próximo año.

El caso contra Lula siempre fue débil, pero no impidió que lo condenaran debido a que Sergio Moro, el juez que conocía el juicio, estaba en connivencia ilegal con los fiscales y con la ultraderecha pentecostal para presentar un caso contra el exlíder sindical y lograr tres objetivos: destituir a Dilma, destruir a Lula, y elevar a un loco a la presidencia de Brasil.

La condena del expresidente fue el logro culminante de la histórica investigación de la Operação Lava Jato que ahora ofrece pruebas claras de la conspiración de fiscales y jueces para encarcelarlo y explícitamente sacarlo de la competencia electoral de 2018.

El regreso de Lula ya ha causado conmoción y a juzgar por las últimas encuestas, continúa siendo el político más popular de Brasil, incluso tras la cárcel, y años de calumnia mediática. Y aunque no tenga los históricos altos índices de aprobación que disfrutó, su Partido de los Trabajadores (PT) sigue siendo el partido más grande del país.

Una encuesta reciente, publicada en el diario Estado de Sao Paulo, encontró que el 50% de los encuestados concluyentemente votaría por Lula da Silva en contraposición al 38% que lo haría por Bolsonaro.

La tasa de desaprobación de Lula, 44por ciento, también es más baja que la de los otros posibles candidatos, como el gobernador de derecha de São Paulo, João Doria, y del vacuo personaje de TV Luciano Huck. De hecho, Lula fue el único de los diez candidatos encuestados que superó a Jair Bolsonaro.

La centro-derecha brasileña también está en «modo pánico total», porque sus propias posibilidades electorales se hunden. A pesar de su oposición oficial a Jair Bolsonaro, muchos prefiren un segundo mandato de la extrema derecha versus un gobierno del PT. Algunos «moderados» continúan buscando –en vano– a un Macron brasileño, que pueda pasar por líder de un frente amplio contra Bolsonaro, aunque persiga la misma agenda económica neoliberal. Y es poco probable que respalden a la izquierda en una segunda vuelta. Estos centristas no solo destituyeron a Dilma en 2016, sino que ayudaron a elegir a Bolsonaro. Algunos de los nombres que se presentan como potenciales candidatos, el exministro de Salud Luiz Mandetta, por ejemplo, sirvieron en el gabinete de Bolsonaro y otros como Doria y Huck apoyaron a Bolsonaro en 2018.

Es revelador que el mercado de valores de Brasil cayera un 4 por ciento y que el real se desplomara a mínimos históricos frente al dólar tras el veredicto de Lula. Los llamados inversores no se preocuparon por las cifras casi apocalípticas de la pandemia sino por el regreso de Lula, que les provocó un pánico total.

Conclusión

A pesar de la posición asesina de Bolsonaro frente al Covid-19, y el hecho de que Lula haya presidido el mayor auge económico de Brasil en la historia, el gran capital, los principales medios de comunicación y los centristas brasileños, siguen presentando a Lula y a Bolsonaro como dos males.

Este tipo de política mendaz es producto de la hostilidad hacia la izquierda del capital financiero, el evangelismo y la logia fascista del ejército. En un reciente libro, el exjefe de las FF. AA. Eduardo Villas, admitió que él y otros generales ejercieron presión sobre la Corte la noche anterior al fallo de encarcelamiento de Lula que lideraba todas las encuestas.

Lava Jato es un comodín de EE. UU. para atacar a la izquierda, y el exjuez Moro aún debe enfrentar las consecuencias legales de convertir la supuesta anticorrupción, en una cruzada política. El veredicto no lo responsabiliza por sus fechorías pero, casi seguro, debe enfrentar un ajuste de cuentas. Para colmo, Moro ahora trabaja como abogado de Odebrecht, en un bufete que asesora a dicha empresa.

Esta es la clase de moral de la ultraderecha entrenada en EE. UU. De allí que el gobierno Biden tenga en mente el modelo Lava Jato para atacar a gobiernos independientes que incluyen a México, Argentina y Venezuela (cuando no).

Las elecciones de 2022 en Brasil están a un año y medio de distancia, pero el campo de juego está despejado: el PT sigue siendo la fuerza electoral más grande y, a menos de que otros artilugios legales lo mantengan fuera del poder, Lula tendrá la oportunidad de reunir las fuerzas necesarias para liberar al Brasil de la plaga de Bolsonaro, y del fascismo que propaga junto al sionismo pentecostal.

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