«Estamos ante el fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad que dice que donde hay una necesidad hay un derecho, pero se olvida de que ese derecho alguien lo tiene que pagar», dijo Javier Milei
Más que una elección fue un terremoto. La sorpresa que incubaba una sociedad hastiada se encarnó en Javier Milei, impensable ganador de las PASO presidenciales (elecciones primarias). Patricia Bullrich derrotó por casi 6 puntos a Horacio Rodríguez Larreta en la batalla de Juntos por el Cambio y el peronismo se hundió en un famélico tercer lugar que deja malherido al ministro de Economía, Sergio Massa, para enfrentar la digestión de los mercados de este viaje a lo desconocido.
Nadie lo vio venir. La Libertad Avanza, el partido fundado por Milei, sacó 30,1% de los votos, ganó en 16 provincias y se impuso tanto en barrios populares como en los pueblos prósperos de la Argentina productiva.
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La suma de Bullrich y Larreta apenas rozó el 28% en el país, una regresión incluso respecto del fiasco de Mauricio Macri en las primarias de 2019. Unión por la Patria arañó un 27,2%, el peor registro histórico del peronismo. Massa juntó 21,3 puntos y Juan Grabois, 5,8. Un número basta para mensurar la sangría: en las PASO de 2019 la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner sacó 12,2 millones de votos; esta vez con sus dos postulantes merodeaba la mitad.
Es un escenario de tercios casi perfecto, pero solo uno pudo festejar genuinamente. Todo está abierto de cara a octubre. Solo 2,8 puntos separan al primero del tercero.
El salvavidas que mantiene a flote al peronismo fue Buenos Aires, donde quedó primero y Axel Kicillof lideró el tramo de gobernador con 3 puntos de diferencia sobre Juntos por el Cambio (Néstor Grindetti superaba por un suspiro a Diego Santilli con 9% de las mesas por contar).
En la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri derrotó por 1,5 puntos al radical Martín Lousteau y será el candidato oficialista para la sucesión de Larreta, sin grandes amenazas a la vista. Entre los dos sacaron 55,9%.
El auge de Milei y la victoria de Bullrich en JxC configuran un duelo por el poder entre dos candidatos de identidad muy definida y que han mostrado afinidades ideológicas en tiempos recientes. Ambos fueron blanco del discurso del miedo que empleó Massa en su campaña. Al ministro le urge encontrar un mensaje que lo reponga en el ring.
«¡Viva la libertad, carajo!», fue el estallido con el que eligió presentarse Milei en el comando que montó en un hotel del centro de Buenos Aires. Eran las 11:43 pm y sus seguidores gritaban: «¡Se siente, se siente, Milei presidente!». Y pasaban al «que se vayan todos», con ecos de principios de siglo. La magnitud sísmica de su hazaña es indiscutible: su partido se estrenó a nivel nacional con triunfos en Santa Fe, Córdoba, Mendoza y provincias tan ajenas a las sorpresas electorales como Misiones, La Rioja o Tucumán.
El economista no tenía competencia interna, pero celebró haber derrotado al enemigo –real o imaginario– sobre el que construyó su utopía libertaria: el sistema político. Prometió que su fuerza «no solo dará fin al kirchnerismo sino también a la casta parasitaria, chorra e inútil que hunde a este país». Se arrogó ser «la única oposición».
Risas y llanto
En Juntos por el Cambio ensayaban risas y escondían el llanto. Bullrich le ganó a Larreta pero no vio venir el sorpaso por el flanco derecho. Un aire de desconcierto hermanaba a vencedores y vencidos. Soñaban con el fin del kirchnerismo, sin dimensionar que el verdugo podría ser otro.
Bullrich dio la cara a las 11:28 am con un discurso triunfalista, en abierto desafío al tablero del escrutinio: «Hoy tenemos motivos para celebrar juntos –dijo–. Y es la oportunidad que nos han dado de conducir y liderar un cambio profundo para la Argentina. Quiero ratificar que Juntos por el Cambio ha hecho una gran elección en todo el país». Felicitó a Milei y le hizo un guiño, como si ella hubiera sido la ganadora y no al revés.
A Larreta lo invitó a subir al escenario, junto al candidato a vice, Gerardo Morales. «Hoy estamos más juntos que nunca», concedió el derrotado. Bullrich le agradeció especialmente a Mauricio Macri, que también pasó al frente. «Se viene un cambio de era», auguró, con dificultades para transmitir entusiasmo. El expresidente tuvo el consuelo de que su primo quedó posicionado para ganar en la Ciudad. Sufrió demasiado, pero emergió de las PASO como el casi seguro sucesor de Larreta. El kirchnerista Leandro Santoro se quedó en 22% y el candidato libertario Ramiro Marra, tocó el 13%, afectado por el síndrome de los aliados distritales de Milei que no consiguen contagiarse del jefe.
El derrumbe de Massa tuvo un costado emocional, íntimo y dramático, con la derrota de su esposa, Malena Galmarini, en las primarias del peronismo para la intendencia de Tigre. Le ganó el actual alcalde, Julio Zamora, gracias a un fenomenal corte de boleta suficiente para esquivar las piedras que le puso en el camino el ministro-candidato.
La abstención fue la más alta desde que existen las primarias presidenciales: 30%, seis puntos más que en 2019. Otro ángulo del retrato de la desilusión social.
Desencanto
Massa fue la imagen del desencanto oficialista. Cristina Kirchner no se sumó. Se quedó en Santa Cruz, donde el kirchnerismo finalmente perdió la gobernación de la provincia después de 32 años de reinado. Alberto Fernández asistió el desastre desde su burbuja privada de Olivos, después de ofrecer una postal de desolación a la hora de votar en Puerto Madero.
El escrutinio era un bombardeo de malas noticias que cristalizó la profecía de la vicepresidenta en los albores de la campaña, cuando dijo que veía un escenario de tercios y que el objetivo del oficialismo era entrar en el ballottage. Temía el tercer lugar. Y ocurrió. Acaso su olfato le aconsejó retirarse de la escena en las últimas semanas, en las que dejó a Massa a cargo de su propio destino.
Se vienen semanas turbulentas en el camino a la primera vuelta del 22 de octubre. Massa deberá disociarse entre la búsqueda de una hazaña electoral y la gestión de una economía en terapia intensiva. Un aura de debilidad lo cubrirá cuando retome el contacto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para conseguir el giro de los vitales 7500 millones de dólares prometidos por el staff y que debe ser aprobado por el directorio del organismo. Ya desde el viernes estaba en guardia con su equipo en previsión de un shock en el mercado cambiario si el resultado lo exponía a la intemperie política.
Justo a la medianoche salió a escena, convertido en calabaza. Se presentó como la contracara ideológica de Bullrich y Milei. Una suerte de paladín del concepto de Estado: «Empieza una discusión central en la Argentina. Empieza a definirse si en nuestro país va a haber trabajadores o vamos a condenar a nuestro pueblo a ser esclavo. Nos queda el segundo tiempo, el alargue y los penales y vamos a pelear hasta el último minuto», arengó. Su cosecha de votos era apenas superior a la que sacó en 2015, cuando compitió en contra del kirchnerismo.
Grabois había tomado el micrófono primero para agradecerle a Cristina y después para pedir una ruptura con el FMI y la estatización de empresas como Edenor y Edesur. Eso sí, se alineó con Massa para buscar la remontada.
El escenario que ninguna encuestadora alcanzó a pronosticar –otra vez– obliga a repasar las propuestas del candidato mejor posicionado. Milei escaló con la promesa de dolarizar la economía, de «dinamitar» el Banco Central y recortar de manera drástica los gastos del Estado. Las denuncias de venta de candidaturas que amargaron el inicio de su campaña parecieron rebortarle. También, los paupérrimos resultados de sus candidatos provinciales de abril hasta acá. Era él y solo él.
«Estamos ante el fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad que dice que donde hay una necesidad hay un derecho, pero se olvida de que ese derecho alguien lo tiene que pagar», dijo Milei, después de dedicar el triunfo a sus cuatro perros.
De repetir el resultado en octubre se aseguraría 8 bancas en el Senado y 35 diputados. No tiene un solo gobernador, aunque dijo que se ilusiona con «echar a Kicillof» con su candidata en la Provincia, Carolina Píparo. Salió tercera, con el 24%.
Milei-Victoria Villarruel, Bullrich-Luis Petri y Massa-Agustín Rossi competirán por la presidencia junto con otras dos fórmulas que pasaron el corte del 1,5% que impone la ley de primarias: Juan Schiaretti-Florencio Randazzo (3,9%) y Miryam Bregman-Nicolás del Caño (2,6%).
La sospecha de que se gestaba un cambio de época en la Argentina circulaba desde temprano. Los datos llegaban como un goteo de versiones. Se convirtieron en reportes inorgánicos del escrutinio y se tradujeron finalmente en el humor reinante en los distintos búnkeres.
A las 10.10 pm, Larreta llamó a Bullrich para felicitarla. No había margen para especulaciones: la coalición opositores quedó condenada unirse, aturdidos por el efecto de su interna fratricida.
La Justicia Electoral liberó las cifras oficiales a las 22.35, como quien arroja una bomba en campo abierto. El primer corte dio 32,6% para Milei, 27,6% para JxC y 25,5% para el peronismo. Lo anunció un demudado secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello. El paso de las horas apenas maquilló la conmoción: la nueva realidad estaba grabada en la piedra.
Quién es Javier Milei y cuáles son las radicales propuestas con las que ganó las primarias en Argentina
«No vine a guiar corderos, vine a despertar leones».
Con esta frase, el candidato a la presidencia de Argentina Javier Milei, representante del partido La Libertad Avanza, definió su desembarco en la política y su sorpresivo triunfo, este domingo, en las elecciones primarias del país.
Con un 30% de los votos, Milei, de 52 años, se convierte así en favorito para ganar las elecciones presidenciales, que se realizarán el próximo 22 de octubre.
El candidato, que se define como de orientación libertaria, sobrepasó a las dos fuerzas que han gobernado durante las últimas dos décadas: el macrismo (Juntos por el Cambio), que obtuvo el 28% de los votos, y la coalición oficialista peronista-kirchnerista, Unión por la Patria, que sacó el 27%.
Pero aunque el resultado sea sorpresivo -las encuestas apenas le daban un 20% de los votos-, lo cierto es que Javier Milei se ha convertido en un polémico fenómeno político en Argentina en los últimos años.
Economista y amante de los perros, Milei ha sacudido los debates polìticos de los últimos años con propuestas como dolarizar la economía, privatizar las empresas públicas del Estado y cerrar («dinamitar», en sus propias palabras) el Banco Central.
También ha lanzado ideas como la de permitir la compraventa de armas en la Argentina y la venta de órganos.
A esto se suma su oposición a la legalización del aborto y la educación en temas de género e identidad en las escuelas públicas.
Pero tal vez su crítica directa a los sectores tradicionales de la política argentina, a quienes llama de forma despectiva la «casta», ha sido lo que lo ha llevado a conectar con los electores más jóvenes, descontentos con el actual estado de cosas en el país.
Milei ha sido comparado con otros políticos de extrema derecha como el expresidente de Estados Unidos Donald Trump y el de Brasil, Jair Bolsonaro.
«Hemos logrado construir esta alternativa competitiva que no solo dará fin al kirchnerismo sino que además dará fin a la casta política parasitaria chorra (ladrona) e inútil que hay en este país», aseguró una vez se hicieron oficiales los resultados.
Pero, ¿cuáles son sus propuestas, que muchos analistas han calificado algunas de ellas como «radicales y excéntricas»?
Negacionismo y venta de órganos
Pero más allá de sus radicales propuestas económicas, es en el ámbito social donde sus ideas han causado mayor revuelo.
En varias ocasiones, especialmente durante la campaña presidencial, Milei sostuvo que estaba a favor de que los argentinos pudieran comprar armas libremente, a raíz del incremento de los casos de inseguridad que se registran en algunas zonas del país.
Tal vez la propuesta más polémica ha sido la de legalizar el mercado de venta de órganos, una actividad prohibida por la ley del país.
«Hay 7.500 personas sufriendo, esperando los trasplantes, hay algo que no está funcionando bien. Lo que propongo es buscar mecanismos de mercado para resolver este problema», dijo el candidato en el canal de televisión TN.
Esta afirmación fue rechazada categóricamente por Carlos Soratti, director del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), que regula las donaciones de órganos en el país.
«Estas propuestas exóticas, que ya se dieron hace un siglo, hoy son absurdas. Este tema atrasa un siglo, desde el debate bioético que desarrolló la historia del trasplante de órganos a comienzos del siglo XX», señaló en un comunicado.
Además de estas declaraciones polémicas, otro punto que ha generado debate en la opinión pública es su segunda en la boleta presidencial: la candidata a la vicepresidencia, Victoria Villarruel.
Villarruel, quien es hija de militares, se ha destacado por poner en duda los delitos cometidos durante el régimen militar que gobernó Argentina desde 1976 hasta 1983.
Entre ellos, la tortura y desaparición de miles de personas por parte de las fuerzas de seguridad.
«Hay que denunciar a los terroristas que hicieron atentados en los setenta, tomaron el poder, reescribieron la historia y se garantizaron la impunidad”, dijo durante una reunión política.
Es ella la que lidera las propuestas de desregulación de la venta de armas y una reforma a la Justicia que podría concederle la libertad de decenas de militares y policías condenados por crímenes de lesa humanidad.
«Estamos en una situación de amenaza al consenso mínimo, que es el rechazo al terrorismo de Estado», señaló en rechazo a estas posturas Verónica Torrás, directora del instituto Memoria Abierta, al diario español La Verdad.
Pero estos no han sido los únicos aspectos polémicos de su campaña. A Milei se le ha acusado de tener comportamientos misóginos en distintos ámbitos políticos.
Varios medios han reseñado el maltrato que recibieron mujeres periodistas en el momento de entrevistarlo y analistas políticos indican que su programa se opone a casi todos los planes dedicados a los temas de género.
«En mi Gobierno no va a haber marxismo cultural y no voy a estar pidiendo perdón por tener pene. Si de mi dependiera cerraría el ministerio de la Mujer», dijo Milei en una entrevista.
Educación y salud fusionados
Por supuesto, dentro de las propuestas de reducción del gasto público Milei ha sido claro que habrán recortes los principales temas sociales: salud, educación y desarrollo social.
Y la propuesta es directa: fusionar los tres ministerios que manejan estos temas en uno solo, al que llamaría de «Capital Humano».
En el tema de salud se propone la creación de un llamado «seguro universal», en el que usuarios y médicos pacten los honorarios a pagar por servicios médicos.
En el campo de la educación, Milei propone un método de «vouchers», en el que la asistencia a los colegios no será obligatoria ni gratuita.
«El sistema de la obligación no funciona. Si querés estudiar, vas a tener un voucher y vas a poder estudiar. Se toma el dinero que recauda el Estado para esto y la divide entre los niños en edad escolar y se le da un voucher a los padres, para que ellos escojan el colegio que desean para sus hijos», señaló.
Esto fue ampliamente rechazado en varios círculos.
«La obligatoriedad educativa no es un arma que se le pone en la cabeza a la sociedad, sino un estímulo indispensable para la supervivencia. Me preocupa siempre la mirada violenta de las cosas que tiene», dijo la diputada de Juntos por el Cambio, Victoria Morales Gorleri, a la agencia de noticias Telam.
Sumada a las críticas por los puntos de sus propuestas, actualmente la Justicia argentina está investigando a Milei por varios delitos.
Uno de ellos es por la presunta venta del apoyo a candidaturas a gobiernos regionales en la Argentina. Empresarios y políticos han denunciado al candidato ultra liberal de exigir cerca de US$10.000 a cambio del respaldo de su partido para las elecciones provinciales que se desarrollan de forma paralela a la presidencial.
«Dinamitar el Banco Central»
Actualmente Argentina vive una situación crítica debido a la alta inflación que el año anterior alcanzó el 100% anual.
Y de hecho, el fenómeno de Milei comenzó con él, que es economista de la Universidad de Belgrano, participando en programas de televisión como analista económico.
En estos programas fue armando lo que es la base de su propuesta económica: primero, la dolarización de la economía, imitando el modelo de otros países de la región como Ecuador.
«Los ecuatorianos están muchísimo mejor que los argentinos. Los números de Ecuador son impresionantes. Se multiplicó por diez el ingreso y se pulverizó la inflación», le dijo Milei al diario español El País.
Segundo, el cierre del Banco Central. Milei ha sostenido en varias entrevistas que la creación de esta entidad -ocurrida en 1935- fue el inicio de todos los problemas del país.
Tercero: una drástica reducción en el gasto público. Entre sus propuestas se incluye la reducción de ministerios presidenciales a solo ocho (actualmente hay 18 ministerios, sin contar otras agencias del Estado).
«Estamos dedicados a analizar una reforma del Estado donde pueda lograrse más eficiencia y menores costos. El gasto público total tiene que reducirse, pero no por cortes abruptos, ni mucho menos por licuación con la inflación, sino dando prioridad a ciertos gastos», le dijo al diario argentino La Nación Diana Mondino, economista de Ucema y miembro del equipo de gobierno de Milei.
El candidato de La Libertad Avanza propuso la reducción de subsidios a las empresas que prestan servicios y que el valor de la tarifa real sea transferido a los usuarios.
Otra propuesta que está en la carpeta es retirar el cepo al dólar, que es una medida actual que limita la cantidad de dólares que un ciudadano argentino puede adquirir por mes.
Estas propuestas, especialmente la de dolarización del país y la del cierre del Banco Central, han recibido fuerte críticas de otros expertos económicos.
«La propuesta de cerrar el Banco Central significa retroceder a una discusión ya saldada dos siglos atrás», señaló el economista Guido Agostinelli al diario Página 12.
El economista argumenta que el Estado necesita una regulación del mercado financiero para resguardar los ahorros de los ciudadanos y agrega que ningún país desarrollado existe sin un banco central
«La experiencia más reciente donde no se pudo garantizar los depósitos de los ahorristas fue con el «corralito» de Domingo Felipe Cavallo al frente del Ministerio de Economía, que justamente hoy es reivindicado por toda el ala libertaria», añadió.
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