La «Guerra Fría antichina» ya toca a la puerta.

El mundo multipolar se impone ante el declive de EE. UU.

Democracia vs. liberales e1634737484120
20 de octubre, 2021 - 9:50 am
Contrainformación

CONTRAINFORMACIÓN

 

Desde la creación del orden global unipolar, EE. UU ha disfrutado de los beneficios de la hegemonía junto a sus aliados (Unión Europea (UE)-Gran Bretaña (GB)-Canadá-Japón-Israel-Corea del Sur) que conforman lo que se llama Occidente.

No obstante, el surgimiento de otras potencias no occidentales, Rusia, China e Irán en un orden global multipolar –en formación acelerada– ha provocado que Washington, desesperadamente, intente limitar las fortalezas y oportunidades de esas potencias y por lo tanto, trate de retener un poder relativo, cercano a su vieja influencia, para autoengañarse.

Tres razones para la caída del tiempo unipolar

1)        No solo por la serie de grandes errores cometidos por todos sus gobiernos de manera consecutiva (la alienación de Rusia, las guerras de Afganistán, Irak, Libia, el estímulo y apoyo a los golpes de color, etc.), sino, lo más importante, porque nunca antes en la historia había existido una «hiperpotencia» que dominara al mundo entero. Ni siquiera el Imperio mongol de Genghis Khan y el Imperio británico lo fueron, porque sólo controlaban partes del mundo.

Así, la década de 1990 fue un «período de absurdo histórico» en los asuntos internacionales (la ONU y muchos tratados fueron pisoteados) y nacionales de algunos países, especialmente de la Rusia postsoviética. Es difícil esperar que el derecho internacional funcione de nuevo hasta que no se asiente el polvo turbulento de la instauración multipolar, y surja una nueva «normalidad» acompañada de una nueva «normatividad».

2)        La segunda situación que marca el descenso hegemónico de EE. UU., es la crisis de la democracia liberal que debía mantenerse sólida tras el fiasco de su principal rival ideológico, la URSS.

En la década de 1990, muchos de los que estaban en desacuerdo con la teoría de «Francis Fukuyama» sobre el «fin de la historia», o menospreciaban algunas de sus premisas y conclusiones eran, empero, cripto-fukuyamistas (encubiertos). La promoción (propaganda) e imposición de las ideas y prácticas del modelo de democracia liberal en el mundo, fue uno de los componentes importantes de la política exterior de Occidente, y de las organizaciones internacionales que avasallaba en un 100%, incluida la ONU.

Sin embargo, la desaparición de la URSS reveló, aunque no de inmediato, las contradicciones entre liberalismo y democracia. Porque la democracia, venida de la antigua Grecia o la del Occidente «posmoderno», acentúa el lado social de la humanidad, mientras el liberalismo/neoliberalismo enfatizan y exageran las características individualistas, constriñendo al individuo a abandonar sus vínculos sociales, y oprimiendo a las sociedades para conseguirlos (neofascismo), ejemplo: la eliminación del «estado de bienestar» de las naciones europeas y de EE. UU.

3)        La economía neoliberal es el barco insignia de la hegemonía de Occidente que –por variadas razones– ha entrado en gravísima crisis, con las «burbujas» financieras y la impagable deuda de EE. UU.

Así, la dictadura económica neoliberal es la principal fuente del conflicto social que dividirá las sociedades liberales. Si en las autocracias, el pueblo es impotente ante los gobernantes (caso Ucrania, Arabia saudí, Colombia…), en el mundo globalizado los seres humanos, y los gobiernos elegidos por ellos, son impotentes frente a los mercados globales, aderezada esa impotencia con el acrecimiento de los derechos de un montón de minorías que agresivamente promueven sus identidades de genero recién descubiertas, que están resquebrajando la cohesión social y depreciando los valores sociales de las grandes mayorías.

índiceEl fracaso económico del financierismo y la confusión social de moda está llevando a Occidente al barranco de su propia decadencia, y aniquilación. El «default» de EU, es una bomba de tiempo de su economía.

El conflicto actual entre liberalismo y democracia se refleja en el hecho de que las élites liberales han comenzado a etiquetar a los demócratas como «populistas».

Al mismo tiempo, los partidarios de la democracia (o populistas) consideran a los liberales como arrogantes elitistas que se han alejado del pueblo, de sus penurias, creyendo que el partidario de la democracia social es un perdedor. Y, ¡horror! los liberales se transforman en racistas, xenófobos, y supremacistas, producto del odio inoculado por la propaganda (cine, tv, redes digitales, prensa) neoliberal contra la migración, la presunta delincuencia de las naciones del sur, y la supuesta corrupción de los gobiernos democráticos (progresistas).

Pero, ojo, las masas que no habían cosechado los beneficios de la globalización y se quedaron atrás, empiezan a encontrar en las redes digitales, no controladas por las élites liberales (de allí la censura), una salida para revelar sus quejas, movilizarse, e incluso intentar deponer a gobiernos neoliberales (Chile, Colombia, Francia, Brasil).

El hecho de que los grandes medios de comunicación liberales (occidentales) estén perdiendo el «monopolio de la verdad», es un reflejo de la preocupación de las élites políticas e intelectuales de EE. UU. y Europa, por la creciente difusión de las redes digitales.

Durante el período de la Guerra Fría, fue principalmente la URSS la que trató de proteger a su población de la «influencia dañina de la propaganda occidental», pero, hoy es Occidente el que hace todo lo posible por limitar el flujo de información proveniente del Este.

Obligar a cerrar «Sputnik», en Estonia, como una «forma de lucha contra la propaganda rusa», es un vil ataque del neoliberalismo a la libertad de información. No obstante, hay un abismo entre la narrativa ideológica occidental dominante y las realidades globales, o como cantaba Leonard Cohen, «Hay una grieta en todo. Así es como entra la luz».

La represión como política de subsistencia hegemónica

El ex asesor de seguridad nacional Zbigniew Brzezinski en 1997 habló de «los imperativos estratégicos para EE. UU. y su hegemonía». Señaló que para consolidar y expandir su influencia y poder global, «Estados Unidos necesitaba mantener sus estados vasallos y clientes, evitar la creación de coaliciones o comunidades de países que pudieran desafiar la supremacía estadounidense y evitar el surgimiento de poderosos estados desafiantes» (Rusia, China, Irán, Nor-Corea). Es lo que internacionalmente se llama la política universal obstructiva de Washington.

Al intentar derribar puentes y evitar que se establezcan, o mantengan, dinámicas de relaciones positivas, EE. UU. espera crear la impresión de una falta de opciones para Rusia y China en política exterior que, los obligaría a comprometerse con EE. UU. Esto lo hace mediante el uso de áreas políticas de influencia (la última AUKUS*), ejercicios militares masivos y mucha propaganda (Hollywood, TV, prensa, ONGs, redes, control de medios) contra las decisiones de política exterior soberana de Rusia, y la aplicación de falsas lógicas comerciales y valores éticos a los programas geoeconómicos de China, como la iniciativa «Una Franja, Una Ruta» o el problema de los uigures en Xinjiang (trabajo esclavo).

*Aukus: (Australia-United Kingdom-United States, en inglés), es una alianza estratégica militar entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia.1​ Tiene como propósito ayudar a Australia para fortalecer sus capacidades militares en todos sus ámbitos, en el cual también tiene como propósito hacer respetar el libre transito del comercio global en el Asia-Pacífico en el cual circula las dos terceras partes del comercio ante el avance de la influencia de China en dicha parte del mundo.

Este posicionamiento propagandístico está destinado a operar como un grillete cognitivo y a restringir la fortaleza y oportunidad potencial de la agenda de política exterior de quienes desafíen el orden hegemónico de EE. UU. y promueven el orden multipolar emergente.

En otras palabras: la realidad geopolítica es que para EE. UU. resulta inaceptable consentir la existencia de cualquier potencia rival que disminuya su control unipolar de la «Pax-Americana», que disfrutó desde 1991 hasta la «salida» de Afganistán.

No obstante Estados Unidos, en su infantil imaginario de «Tarzán o Súperman», considera que ese (su «American-Pax») es el estado inevitable, lógico, y deseado por la humanidad entera. Con esa premisa, no es nada sorprendente que demonice a China y movilice aliados en su contra, para posteriormente usar las represalias de Beijíng para seguir diabolizándolo; la estratagema geopolítica «AUKUS», es un ejemplo.

Usa vs China

Un argumento similar, pero muy cauteloso, lo usa contra Rusia. Y, el colmo, los «expertos» (al estilo Brzezinski) han posicionado la tesis de que «si los rivales de EU hacen lo correcto» Washington aceptaría su permanencia en el poder. Sin duda, una simpleza propia de Disney World.

Dado el declive de la influencia global, del poder y del prestigio de USA, unido al «fortalecimiento» suicida de la política neoliberal del «establishment» dominante, es probable que haya un mayor nivel de tensiones y conflictos en el mundo a nivel local, regional y global.

El declive estadounidense es evidente para muchos analistas, lo que limita la credibilidad y la viabilidad del intento de EE. UU. de insertarse como el «líder del mundo libre democrático» (Biden dixit).

El resultado de la precaución de varias potencias emergentes (India, Brasil, Indonesia, Arabia Saudí, EAU, México), que están siendo cortejadas por Washington para que lo sigan ciegamente al abismo, (con el fin de preservar una hegemonía que se le desmorona), es una prueba de la debilidad política de USA que busca contener el ascenso de China de todas las formas posibles.

Así vimos, hace poco tiempo, como una Casa Blanca despiadada y atormentada, demostró que no le importa Europa sino la región del Indo-Pacífico, dejando a Francia y a la UE, frustradas.

¿Qué ocurrirá con las potencias emergentes que se contienen? Porque, la próxima «Guerra Fría antichina» ya toca a la puerta.

 

Palabras clave

NOTICIAS SUGERIDAS

Comente