Se la jugó antes de las elecciones

Donald Trump designó la nueva magistrada a la Corte Suprema

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27 de septiembre, 2020 - 2:03 pm
Agencias

Los opositores demócratas, encabezados por el candidato presidencial Joe Biden, habían exigido que los republicanos no sustituyan la vacante que dejó Ginsburg, quien murió la semana pasada, hasta después de las elecciones del 3 de noviembre, cuando se sabrá si Trump es reelegido para un segundo mandato. Sin embargo, esto no sucedió.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó que el reemplazo de la icónica jueza progresista Ruth Bader Ginsburg es la abogada Amy Coney Barrett, que representará un giro totalmente opuesto al estilo que impuso la feminista y progresista jurista fallecida.

Esto inclina el tribunal aún más hacia la derecha durante las próximas décadas, después de haber designado previamente a otros dos jueces conservadores durante su mandato.

Los opositores demócratas, encabezados por el candidato presidencial Joe Biden, habían exigido que los republicanos no sustituyan la vacante que dejó Ginsburg, quien murió la semana pasada, hasta después de las elecciones del 3 de noviembre, cuando se sabrá si Trump es reelegido para un segundo mandato. Sin embargo, esto no sucedió.

El presidente de EE. UU., Donald Trump, confirmó este sábado la designación de la jueza conservadora Amy Coney Barrett para cubrir la vacante que dejó en el Tribunal Supremo la magistrada progresista Ruth Bader Ginsburg, fallecida hace una semana.

Donald Trump está en campaña y después de sus terribles resultados en el manejo de la pandemia, entre otros temas, le apuesta a su base ultraconservadora: Amy Barrett, una ficha clave para lograr que sus seguidores más radicales voten por él.

El afán de Donald Trump de nombrar ya a la sucesora de Ruth Bader Ginsburg en el Tribunal Supremo es su miedo a perder las elecciones el próximo 3 de noviembre; de acuerdo con las encuestas, en este momento el mandatario tiene un pie afuera de la Casa Blanca.

Pero Trump, un hábil empresario, se ha dedicado a complacer a su público más fiel, ese que le dio la victoria en 2016 y que, si se mantiene con él, podría asegurarle un segundo periodo presidencial. Es decir, tendríamos Donald Trump hasta el 2024. Y en eso Amy Coney Barret es clave.

Por eso, sin perder tiempo, Trump la nominó este sábado, pues su presencia en el Corte Suprema es un guiño a sus partidarios antiabortistas y ultra religiosos

Biden llama al Senado a no confirmar a la jueza Barrett antes de las presidenciales de EE. UU.

El candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, llamó este sábado al Senado estadounidense a no pronunciarse sobre el nombramiento de la jueza conservadora Amy Coney Barrett a la Corte Suprema antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.

«El Senado no debería pronunciarse sobre esta vacante» creada tras la muerte de la jueza progresista Ruth Bader Ginsburg «hasta que los estadounidenses no hayan elegido a su próximo presidente y su próximo Congreso», dijo en un comunicado, pocos minutos después de que el presidente Donald Trump confirmara a Barrett como su elección para ese puesto.

 

¿Quién es Amy Coney Barrett?

Amy Coney Barrett, la nominada a la Corte Suprema de Justicia por el presidente Donald Trump, es una joven jurista que asistió a colegios católicos, se graduó de la universidad con honores, luego estudió derecho, en lo que también se distinguió, para pasar luego a ser la asistente de uno de los magistrados más conservadores de la Corte Suprema de Justicia.

Su experiencia en el sistema judicial es limitada: tres años en una corte de apelaciones. Lo que no le hace falta es conocimiento tras más de 15 años de ser profesora de Derecho y la experiencia para enfrentar duros cuestionamientos de senadores que discrepan con su filosofía: su audiencia de confirmación para la corte de apelaciones generó fuegos artificiales que la convirtieron en la heroína de muchos estadounidenses religiosos y conservadores.

Amy Coney BarretNacida en Nueva Orleans, en enero de 1972, Barrett, una de siete hijos de un abogado de la Shell Oil Company y de una ama de casa, asistió a una escuela católica de Nueva Orleans, el St. Mary’s Dominican High School. Luego estudió Literatura Inglesa en el Rhodes College, de donde se graduó con la distinción académica Magna Cum Laude. Luego ingresó a la escuela de Derecho de la Universidad de Notre Dame, gracias a una beca completa.

En Notre Dame también se distinguió y llegó a ser la editora ejecutiva del Notre Dame Law Review, la revista jurídica de la Escuela de Derecho, en lo que representa una distinción reservada para los estudiantes más destacados. Coney Barrett se graduó como la mejor estudiante de su clase en 1997.

Tras graduarse sirvió como asistente legal del juez Laurence Silberman, de la Corte de Apelaciones del Circuito de Washington D.C. Luego pasaría a ser la asistente legal del magistrado Antonin Scalia, uno de los jueces más conservadores en la Corte Suprema. Scalia era el principal rival en la Corte, y al mismo tiempo, un gran amigo de la fallecida magistrada Ruth Bader Ginsburg,

Tras varios años como asistente legal, Barrett pasó a ejercer como abogada en la firma de Washington, Miller, Casssidy, Larroca & Levin. Durante su estadía en Washington D.C. sirvió como profesora visitante en la Escuela de Derecho de la Universidad George Washington. Eventualmente, en el 2002, regresó a su universidad, Notre Dame, como profesora de Leyes.

Durante 15 años ejercería el magisterio, siendo reconocida como «Distinguida Profesora del Año» en tres ocasiones. Ahí estuvo hasta que en el 2017, el presidente Donald Trump la nominó para ocupar uno de tres cargos en la Corte de Apelaciones del Séptimo Circuito.  Su audiencia de confirmación dio mucho de qué hablar.

La senadora demócrata, Dianne Feinstein, ex alcaldesa de San Francisco, California, la emprendió contra Barrett usando un artículo escrito por Barrett y otro profesor de derecho, en el que se decía que un juez católico debería recusarse de un caso sobre pena de muere debido a su oposición religiosa a tal castigo.

Barret respondió que durante su trabajo como asistente legal del magistrado Scalia, en la Corte Suprema, había trabajado en varios casos de apelaciones a penas de muerte.

«Mi afiliación religiosa personal o mis creencias religiosas no inteferirían con el cumplimiento de mis obligaciones como jueza», respondió Barrett, según reportó el diario The New York Times. «Nunca es aprobado que un juez imponga sus convicciones personales, sea que surgen de la fe o cualquier otra parte, sobre la Ley», enfatizó.

Pero la senadora Feinstein estaba preocupada por lo que la jueza Barrett pudiese decidir en casos relacionados al aborto, legalizado en Estados Unidos tras un fallo de la Corte Suprema de Justicia en 1973. Feinstein le dijo que se iba con la impresión de que «el Dogma vive bulliciosamente dentro de ti» y «eso es una preocupación». El Senado terminó confirmando su nombramiento por 55 votos sobre 43. Tres senadores demócratas la respaldaron.

Tras tres años como magistrada de apelaciones, Barrett sostuvo reuniones lunes y martes de la semana pasada con el presidente Donald Trump, reunión tras la cual el presidente habría tomado la decisión de nominarla.

Barrett se autoproclama una originalista y textualista, en referencia a su tendencia a analizar la Constitución en base a lo que pensaban quienes la redactaron y aprobaron, y siguiendo al pie de la letra el significado de su texto, sin entrar en divagaciones sobre lo que los redactores pudieron haber querido decir.

Barrett ha estado casada desde 1999 con el también graduado de Notre Dame, Jesse Barrett, un socio en la firma South Bank Legal, en South Bend, Indiana, donde reside la pareja con sus siete hijos, de entre 8 y 19 años. Dos de los niños del matrimonio fueron adoptados en Haití. Uno de ellos nació con el síndrome de Down.

El matrimonio es miembro activo de un grupo religioso llamado Gente de Alabanza, fundado en base al movimiento carismático de renovación de la Iglesia Católica. Es un grupo ecuménico sin vínculos oficiales con la Iglesia Católica. Creen en hablar en lenguas, en profecías y en sanaciones divinas.

En un discurso en el 2006 en la graduación anual de estudiantes de Derecho de Notre Dame, Barrett habló de la Ley como una vocación: «Si puedes mantener en mente que tu propósito fundamental en la vida no es ser un abogado, pero conocer, amar y servir a Dios, entonces tú verdaderamente serás una clase diferente de abogado».

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