Tras tres años de intenso trabajo y diversos desafíos económicos y sociales, Rousseff encara la última etapa de su mandato con el respaldo de más de la mitad de los ciudadanos brasileños.
La Mandataria mantuvo una elevada aprobación desde su investidura, pero su popularidad se desplomó a raíz de la ola de protestas en junio, aunque meses después recuperó parte de sus niveles de aprobación.
Aunque todavía no se ha pronunciado sobre si volverá a ser candidata del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), en las elecciones presidenciales, los sondeos apuntan que en caso de aspirar al cargo, contaría con una intención de voto cercana al 50% que le permitiría ser reelegida en primera vuelta.
A pesar de su silencio, tanto el PT y como su máximo líder, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, han defendido en más de una ocasión la candidatura de Rousseff. «Tenemos una responsabilidad y es reelegir a esta compañera como Presidenta de la República», declaró Lula al inaugurar el congreso nacional del PT.
En caso de aspirar finalmente a la reelección y ganar de nuevo las elecciones, como señalan los sondeos, la Jefa de Estado tiene por delante numerosos retos, sobre todo el de impulsar una economía que crece a un ritmo menor de lo esperado. Además deberá lidiar con una alta inflación, que en los últimos tres años se ha mantenido en torno al 5%, así como con una elevada tasa de interés, que cerró el 2013 en el 10%.
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