A los conflictos y desafíos estrictamente partidarios, Fernández de Kirchner les suma las crisis propias, ya que la semana próxima la Cámara de Casación dará a conocer su fallo sobre la sentencia por corrupción que se le impuso a la expresidenta
La expresidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner fue proclamada el martes como la nueva presidenta del Partido Justicialista (PJ, peronista), lo que la convertirá en la primera mujer en ocupar ese cargo, además de que oficializa su papel como principal líder de la oposición al Gobierno de Javier Milei.
Las autoridades partidarias la reconocieron como única candidata rumbo a las elecciones internas que se iban a realizar el próximo 17 de noviembre, por lo que ahora ya solo falta que se defina la fecha en la que tomará posesión de un nuevo puesto. La jugada representa su regreso a la política después de haber terminado su ejercicio como vicepresidenta del país, en diciembre pasado.
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El gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, se había postulado a la dirigencia partidaria antes que la exmandataria y aspiraba a ser su único rival, pero la Junta Electoral del PJ rechazó los avales que presentó y lo dejó fuera de la contienda.
La disputa por la presidencia del PJ profundizó la crisis que el peronismo arrastra desde que su excandidato presidencial Sergio Massa perdiera las elecciones del año pasado frente a Milei.
Desde entonces, este movimiento político que nació a mediados del siglo pasado no ha logrado reorganizarse ni capitalizar el descontento de una parte de la población que no está de acuerdo con el rumbo del actual Gobierno.
Problemas sin fin
Al fracaso electoral se le sumaron los escándalos judiciales del expresidente Alberto Fernández, quien está imputado en causas por presunta corrupción y violencia de género; y el desbande de líderes peronistas que decidieron apoyar a Milei, entre ellos el excandidato presidencial Daniel Scioli (2015), así como gobernadores, diputados y senadores que apoyan las iniciativas del libertario.
Los problemas del peronismo se reflejan, también, en la pelea de Fernández de Kirchner con Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, que el año pasado ganó de manera contundente la reelección, lo que lo convirtió de inmediato en precandidato presidencial para 2027.
Después de meses de alejamiento, la expresidenta esperaba que Kicillof apoyara su candidatura para dirigir el partido, cosa que el gobernador no hizo, lo que enfrió todavía más la relación. Hoy, ambos son las principales figuras del peronismo, pero ni siquiera se hablan.
A los conflictos y desafíos estrictamente partidarios, Fernández de Kirchner les suma las crisis propias, ya que la semana próxima la Cámara de Casación dará a conocer su fallo sobre la sentencia por corrupción que se le impuso a la expresidenta. La prensa local coincide en que la condena a seis años de prisión e inhabilitación para ocupar cargos públicos será ratificada.
De manera paralela, continúa el juicio contra las tres personas acusadas del atentado que la expresidenta sufrió el 1 de septiembre de 2022 y que culminará en diciembre próximo.
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